Carolina Ibarra es una emprendedora colombiana y directora en del Centro de Liderazgo y Emprendimiento en CESA. A continuación, explica su experiencia cursando el Executive Global Masters in Management en LSE, programa bastante especial, con escasa presencia latinoamericana y mayor énfasis en temas poco explorados en otras maestrías.
La mayoría de los profesionales que se inscriben en una escuela de negocios, lo hace para cursar un programa MBA tradicional. Sin embargo, al poco andar las b-schools entendieron que deben diferenciarse, y esto se ha patentado a través de programas más específicos. Es el caso del Executive Global Masters in Management (EGMiM) de la London School of Economics and Political Science (LSE), que hace énfasis en los contextos geopolíticos y socioeconómicos.
Para la colombiana Carolina Ibarra este programa cumplía con sus expectativas, aunque no fuera el tradicional MBA. Ella buscaba, en principio, que el programa incluyera materias más bien humanistas y, en segundo lugar, una casa de estudios de prestigio. Esto último explica, “ es un criterio importante cuando estás buscando”. A esto además se sumó que la LSE le brindaba mediante esta maestría, “flexibilidad de tiempo, los temas que me interesaba aprender y un buen networking”.
No es fácil encontrar a latinoamericanos cursando programas en Europa. En la LSE, de las tres cohortes del EGMiM se han graduado seis latinoamericanos.
Carolina Ibarra es uno de estos ex alumnos venidos de América Latina. Hoy es directora del Centro de Liderazgo y Emprendimiento en el Colegio de Estudios Superiores en Administración (CESA) y fundó en 2013, al terminar su maestría, la consultora Antasa. Antes de ingresar al programa, estuvo trabajando varios años en una empresa familiar, que ve temas en negocios internacional. De ahí hizo el giro a trabajar en temas de sostenibilidad económica, social y ambiental. De forma independiente además fundó en 2009 el emprendimiento “Libro por Libro”. “Decidí unificar lo que me gustaba hacer, con las habilidades que he ido aprendiendo a lo largo de mis estudios, para poder trabajar en la universidad en la que estoy ahora y en mi consultora”.
Fue en el 2012, entonces, cuando sintió que necesitaba terminar su formación académica mediante una maestría fuera de Colombia. Si bien años atrás había cursado un programa en Gerencia Ambiental en Bogotá, su afán era hallar una alternativa que se dictara en inglés y tratara sus áreas de interés, como management y emprendimiento.
La búsqueda de la maestría no fue sencilla, habían pocas alternativas. Hasta que llegó al EGMiM, que la conquistó por “la modalidad que ofrecían, el contenido y los módulos en diferentes países, y apliqué. No encontré mucha oferta, y ésta era una universidad muy reconocida, con un programa ejecutivo”.
El proceso de postulación fue sencillo, relata Ibarra. “Apliqué en abril de 2012. Parte de los requisitos eran rendir el GMAT y no había puntaje mínimo para postular, me inscribí y me aceptaron con la condición de pasar el TOEFL, fue muy fácil”.
En los 17 meses de duración de la maestría, Carolina Ibarra se las arregló para participar de los módulos presenciales y el trabajo que había que hacer online. Fue así como viajó a Londres, Singapur y Estambul, en módulos que duraron entre una y tres semanas. “Luego de estos módulos me devolvía a trabajar”.
-¿Qué tenía de especial este programa en comparación con las otras ofertas formativas?
A mí el MBA no me interesaba porque toca temas financieros, que no son mi fuerte ni es hacia donde me interesaba dirigirme. Éste tenía más temas de management, comportamiento organizacional y una serie de materias que no es fácil encontrar en un MBA.
-Se supone que es un programa que tiene más orientación a materias mucho más humanistas.
Sí, está más orientado a temas no financieros, sí más de humanidades, es una combinación. Están muy complementados a temas de estrategia, de comportamiento organizacional e inversión extranjera directa. Lo que más me gustaba es que habían conferencias de empresarios, directivos y CEOs, sobre temas interesantes que me permitieron conocer lo que pasa de primera mano. Para mí fue lo más valioso, realmente. Porque la oportunidad de tener una entrevista en una empresa con una persona de alto rango, que entregue las lecciones de lo que está pasando, es muy interesante.
-¿Cuáles de esas charlas fueron las que más te aportaron?
Algunas en Londres. La universidad organiza conferencias con speakers muy importantes, abiertas a toda la comunidad y a gente externa. A nosotros nos llevaban. Una de estas fue con el fundador de la Khan Academy, que promueve una forma de enseñar contenidos a través de Youtube, que se ha replicado y es muy exitoso. Tuvimos una conferencia también con el CEO de General Motors. Me encantaron, porque son muy enriquecedoras, tanto personal como profesionalmente.
En los otros países tuvimos siempre contacto con los ex alumnos de cada uno de los países. En Singapur fuimos a Nielsen y a Procter & Gamble, y a una compañía minera que trabaja en todo el sudeste asiático.
-¿Qué aprendizajes obtuviste y cómo los aplicaste en tus emprendimientos, como“Libro por Libro” o Antasa, y en el desarrollo profesional en general?
Es algo muy personal, porque la experiencia académica es muy importante, donde tenemos muy buenos profesores que nos enseñan teoría y casos -allá se trabaja con muchos casos de Harvard-, entonces es bueno leerlos. Tenemos diferentes materiales. En general, los académicos son muy buenos y muy experimentados también en la práctica.
Pero para mí el aprendizaje más valioso fue a nivel profesional, cuando tienes la oportunidad de compartir tiempos cortos, pero muy intensos con profesionales de muchos países, que son globales, que trabajan en otros países y que hablan varios idiomas, permiten pensar y generar ideas para tu vida profesional y personal. Eso para mí fue lo más enriquecedor, poder empaparse, por así decirlo, de otros conocimientos, ideas, visiones, desde lo personal, profesional y religioso, y entender qué es lo que uno quiere en la vida.
Apenas terminé la maestría, hice un cambio radical. Cambié de trabajo, fundé mi consultora y empecé este trabajo en la universidad. Y la maestría me sirvió para validar algunos conocimientos que ya tenía y aprender otros. Fue definitivamente un puente profesional importantísimo. Gracias a tener esta maestría conseguí el trabajo que tengo ahora, te abre la posibilidad de caer en la red de Alumni acá en Colombia también.
Para mí la maestría fue una inversión y la escogí con ese criterio, que fuera una inversión personal y profesional. Tenía claro que luego del programa quería hacer un giro importante. Y el proceso de estar estudiando y viajando, sobre todo, estando en contacto con otras personas, me permitió decidir qué hacer y cómo hacer.
-Mencionaste que la interacción con tus compañeros fue muy valioso. ¿Qué tan importante es?
Es lo más importante. La mayoría de las maestrías tienen un rango de edad que probablemente lo empieza la gente que se acaba de graduar. Pero obviamente hay un rango de diferentes edades, pero cuando es una maestría de uno o dos años full time, se supone que los estudiantes pueden dejar de trabajar, ya sea por una beca o porque alguien los está financiando. Y normalmente suele ser gente un poquito más joven.
Acá, el rango de edad, como es una maestría ejecutiva, es un poquito más grande, había gente de los 23 hasta los 50 años. Y la media estaba entre los 28 y 30 años, entonces el nivel de experiencia y conocimiento que tienen es muy interesante. Y hablo de experiencia no sólo profesional sino personal. Porque hay gente de muchos países, con una red de network amplia, que hablan muchos idiomas y que sigue viviendo en otro país. Eso fue honestamente lo más importante de toda la maestría. Se construyó un grupo espectacular de amigos y colegas profesionales, que cuando se te ocurre algo puedes contactarlos. Se convierten en una fuente para generar ideas.
-¿Tuviste alguna dificultad cuando cursabas la maestría?
Realmente no, porque como ya había hecho la otra maestría, que fue todavía más pesada, ya sabía como tenía que organizarme con los tiempos y aprovechaba mucho los tiempos de almuerzos, pedía comida a la oficina, algo ocupaba en los fines de semana. Es muy fácil de hacerlo. Hay que estar muy juicioso, comprar los billetes, hacer la reserva del hotel y ,en nuestro caso, sacar Visa, porque los colombianos debemos sacar Visa a todos lados. Lo que era pesado, pero si te organizabas lo podías hacer muy bien.
-¿No te dio miedo que la maestría llevara poco tiempo ofreciéndose?
No, porque estos temas de sustentabilidad y negocios inclusivos han sido muy recientes, y me gusta explorar. Obviamente uno paga un precio, que es el precio de ser nuevo. Pero a su vez es interesante entender la experiencia. Probablemente ahora sea más difícil entrar o quizá suban el precio. Tiene sus pros y contras. Como es una buena universidad, no van a ofrecer algo que sea malo.
-¿Qué piensas de esta clase de maestrías que dictan las b-schools?¿Están realmente enfocadas en la ssustentabilidad o crees que falta algo?
No, les hace mucha falta. Yo amo mi maestría y siento mucha gratitud, pero también se debe ser crítico con lo que se hace. Y en general cuando te hablan de management, sigue siendo un management muy tradicional. Todavía muy orientado a la teoría, el tema de sustentabilidad poco aparecía. No es que no fuera mencionado, pero no había nada exclusivamente dedicado. Como somos gerentes, rentables y hablamos de costos, pero además de eso generamos valor en nuestro entorno, y creo que faltó un poco. No necesita ser una maestría de sostenibilidad para hablar de gerencia sostenible. Sería bueno mejorar el concepto de que no sólo es bueno generar riqueza y mirar números, sino que hay otros tipos de valor.
-¿Crees que lo aprendido se puede aplicar en un país como Colombia?
Lo que se aprende en la academia, es teoría y casos. Ahí cada uno como alumno evalúa en qué momento se aplica lo aprendido. Los diferentes enfoques académicos me han servido. Es como ir al supermercardo: están los elementos y según lo que necesites hacer, ocupas los ingredientes específicos.
Es una gran oportunidad para quienes por razones personales o profesionales no pueden dejar de trabajar y quieren tener una experiencia en el extranjero de alta calidad. Hay un nivel de netwoking muy alto. Siento que uno debe tomar la decisión de qué se necesite para la vida personal y profesional. Hay que escoger muy bien, porque es mucho dinero y mucho tiempo.
-¿Y cómo nace la idea de levantar la consultora Antasa?
Con mi compañera, Juanita, hicimos la maestría en Gerencia Ambiental, que también era un programa ejecutivo, fuimos compañeras de trabajo e hicimos la tesis juntas. Siempre pensamos en hacer algo que fuera más allá de lo académico. Ya habíamos hecho algunas cosas profesionales por fuera. Ella también hizo una maestría en LSE, de tiempo completo. Había motivación de generar ingresos para nosotras, pero también crear oportunidades para otras personas.
Decidimos montar la consultora bajo este esquema y nos salió bien. Ha sido un proceso bien bonito. Vamos con calma, vamos aprendiendo, hemos tenido clientes todo este año. Aprendemos al ritmo que queremos y necesitamos.
-¿Cómo compatibilizas el trabajo en la universidad y la consultora?
Con mucho cuidado, hay momentos en que toca trabajar bastante, un poco más de lo normal. Pero la filosofía es mantener un equilibrio, me encanta mi trabajo pero no trabajo 12 horas al día. El tema es organizarse y estar acostumbrado a hacer varias cosas al día. Además se generan conexiones entre las cosas que hago. Todo se va conectado.