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Una novela sobre Neruda, sus mujeres y todo lo que podría haber pasado en Isla Negra
Domingo, Mayo 17, 2015 - 08:12

"La mujer de Isla Negra" (Edhasa) de la la escritora María Fasce es una pequeña historia inventada dentro de una mucho más conocida y real: la del poeta y sus mujeres.

Como quien espía por una mirilla, la escritora María Fasce revela en "La mujer de Isla Negra" una ficción con personajes reales, un avasallador y cruel Pablo Neruda y la relación con sus esposas, Delia y Matilde, todo tamizado por la mirada de Elisa, una niña narradora que aprenderá los misterios de la vida, el amor y el sexo mientras crece entre libros y manuscritos en la emblemática casa en la playa del poeta chileno.

Enmarcada entre 1953 y 1961, con el pantagruélico hogar de Neruda en Isla Negra como pesado telón de fondo, se desarrolla esta ficción con toques de realidad, una novela donde el registro del "que hubiera pasado si" es la clave para entender a un Neruda íntimo, amante, esposo, narcisista, soberbio e infantil, a una glamorosa Delia del Carril y a una vulgar Matilde.

Pero, además, Fasce se anima a ficcionalizar sobre una época con pintorescos personajes del pasado como Victoria Ocampo y Rafael Albe. "La ficción es un terreno donde todo es posible y es amoral. Hay cosas inventadas y reales y si la novela funciona es por esa mezcla, una especie de Frankenstein que uno construye y que funciona o no", explica Fasce, quien además trabaja como directora editorial de Alfaguara en Madrid, donde vive hace 12 años.

"La mujer de Isla Negra" (Edhasa) es una pequeña historia inventada dentro de una mucho más conocida y real: la de Neruda y sus mujeres, "encontré esa ambivalencia entre su talento como poeta -enorme y también muy desparejo- y una faceta personal discutible, su relación con sus mujeres, cómo engañó a Delia con Matide y cómo le mentía. Escuchando grabaciones donde recitaba sus poemas, había cierta personalidad pomposa y pretenciosa y me gustó estudiar su relación con Delia", cuenta a Télam sobre el disparador de su novela.

Entonces, ¿qué hubiera pasado si en ese contexto triangular aparece en Isla Negra otra mujer, una novia de la adolescencia de Neruda, cuando vivía en un pueblo y nadie lo conocía? se preguntó la autora y pensó que "lo podría contar una niña que está por convertirse en mujer y que sea la que ve todo", dice.

La niña es Elisa, quien junto a su madre Raquel deja atrás un humilde hogar en Temuco para trabajar en la casa del poeta. Silenciosamente y casi como una danza coreografiada, la chica recorrerá cada milímetro de esa casa, conocerá sus secretos y espiará a su dueño, los poemas apilados y las infidelidades; en tanto, su madre, invisible para todos y custodia de un secreto, se dedicará a las tareas domésticas, pero todo cobrará un nuevo sentido con la llegada de Delia.

"Elisa es una narradora que duda -dice Fasce- pero que tiene más fuerza que un narrador omnisciente. Henry James decía que la casa de la ficción tenía muchas ventanas y que uno tenía que situarse en una para contar. Me parece que cuando llegué a esa voz, encontré la historia que quería contar".

Tras documentarse al máximo durante 15 años, consultar sobre los giros lingüísticos chilenos, reescribir la novela, viajar y meterse de lleno en ese "casi inagotable" universo de poesía, política, amor, sexo y costumbres alrededor de Neruda, Fasce entregó una bella novela con inspiración en hechos reales que indaga sobre los misterios del amor y de la propia identidad.

Con un mosaico preciso y sutil de la época, la autora también explora "los distintos tipos de mujer", pero se ancla en la segunda esposa de Neruda, Delia, alias La hormiguita, una pintora aristócrata argentina, que vivió 20 años con el poeta.

"Ella representa un tipo de mujer que siempre me ha fascinado. Con elegancia innata, desprejuicio total para decir ciertas cosas y moverse en la vida y una liviandad que forma parte de su clase y de la época. Hay un contraste con Neruda, que se enamora primero de ella que le llevaba 20 años y después la engaña con Matilde", señala Fasce, autora de novelas, relatos y obras de teatro.

Será la propia Elisa, entonces, quien aprenda algo de cada una. "Por un lado, está su madre a la que no quiere parecerse y por la que siente una especie de rechazo y traición; luego, Delia que le produce total fascinación y, Matilde, a quien desprecia. Allí se verá las formas del amor que maneja cada una", adelanta.

- Entre tanta historia real, ¿cómo construyó a Elisa?

- Es una chica que está despertando sexualmente y, además, deja un pueblo pobre y chato en el que nunca terminó de encontrarse por una casa junto al mar, llena de objetos y misterios. Ya, en la escena inicial, todo es un descubrimiento porque está encerrada en un ropero y ve a Neruda acostándose con otra mujer. Todos los sonidos, olores y movimientos son nuevos.

Elisa es, ante todo, alguien que ve y que aprende a medida que va creciendo, pero no sólo por lo que ve, oye y descubre en su propio cuerpo, sino también por lo que lee. Me gusta la idea de que la literatura es como una doble vida, algo que leés tiene la misma importancia que un recuerdo o una experiencia que vivís.

- Los aromas y otros detalles hacen aún más vívida la historia...

- Me gusta la ficción que se siente, que se experimenta y que incluso produce una reacción física y acá, lo olfativo fue un elemento en el que me detuve mucho. Creo que la magia de la ficción para que se convierta en real es el detalle; los detalles están muy presentes en todo lo que escribo y acá, quizás, más que nunca.

- ¿Qué le atrajo de Neruda y sus mujeres?

- Lo que veía era el tema del amor, cómo aparece y desaparece, qué provoca, cómo uno enamora siendo uno mismo y luego se transforma en otro, es casi un proceso químico y fascinante. El funcionamiento de una persona con otra y lo que sucede cuando entra una tercera, todo se distorsiona. Me gustaba que una niña que está aprendiendo sobre el amor vea esto.

- ¿Qué cree que pensaba Neruda del amor?

- Esa es la gran paradoja, que este hombre que escribió tanto del amor y sus formas, el gran poeta del amor, no sabía absolutamente nada. Está esa idea que él mismo decía , de que el amor tiene un gran componente de trabajo, hay que alimentarlo y cuidarlo y que él no sabía hacer y, por más egoísta, narcisista e incluso en algún momento, despreciable, al final es como un niño que no sabe hacer otra cosa, estaba en su naturaleza.

Probablemente el amor es el tema que mueve nuestras vidas, por el que estamos tristes o tocamos el cielo, y es totalmente inexplicable, podemos estudiar cualquier aspecto de la realidad menos el amor, que es irracional.

- ¿Cuáles son sus límites a la hora de ficcionalizar la realidad?

- Cuando uno escribe una novela el único límite es que funcione y sea verosímil. No tengo límites, invento fotos, ropa, sirve lo que te da vida, la ficción es como una alquimia.

Elisa es una chica que cada mañana se levantaba, iba al dormitorio de Neruda, hacía su cama y espiaba sus papeles, lo que me divierte es que para muchos ella es un personaje real. Me preguntan si existió y ese me parece el mejor elogio, el de lograr instalar un personaje ficticio en la realidad. Es ficción, pero todo esto podría haber pasado.

Autores

Télam / Lifestyle