El Gobierno espera que para 2018 la tasa de estudiantes que desertan un año después de haber entrado a la universidad baje a 8%.
“Lo realmente importante no es llegar a la cima, sino mantenerse en ella”. Este popular refrán, atribuido al romántico escritor francés Louis-Charles-Alfred de Musset, pareciera definir con claridad el panorama de la deserción en las universidades del país, donde uno de cada dos estudiantes que logran entrar a una carrera de pregrado no termina sus estudios. Cifra que se hace más crítica cuando se trata de programas técnicos o tecnológicos.
Según la información del año pasado del Sistema para la Prevención de la Deserción en la Educación Superior (Spadies), del Ministerio de Educación, el cual hace seguimiento a más de 5,5 millones de estudiantes, la tasa de abandono de las aulas en pregrado fue de 45,1% y en el nivel técnico o tecnológico de 64,5% y 52,1%, respectivamente. La mayoría de los alumnos (75%) se retiran en los primeros cuatro semestres.
El Gobierno Nacional ha detectado que las principales razones para dejar los estudios corresponden a problemas académicos, puntualmente bajas competencias en matemáticas y lectoescritura, dificultades económicas que impiden costear los gastos de la matrícula y la vida universitaria, y la deficiente orientación vocacional y profesional, que no les permite identificarse con el programa que se cursa.
A esta lista, Luz Ángela Gómez, coordinadora de acreditaciones de la Universidad Libre, seccional Bogotá, agrega los factores psicosociales que pueden afectar la vida de los estudiantes. “Me refiero a problemas familiares y personales, como el uso de drogas, que conllevarían a un bajo desempeño y, finalmente, a la deserción”.
¿Cómo enfrentar esta problemática? Las universidades son conscientes de su responsabilidad y ejecutan estrategias para atacar los diferentes flancos. Desde la Universidad Javeriana, por ejemplo, en donde el índice institucional de deserción es de 32,5%, se analizan sistemas de información que permitan identificar perfiles de riesgo y hacer acompañamiento académico estimulando un trabajo coordinado con profesores y compañeros de clase, explica Adriana Colmenares, directora de asuntos estudiantiles.
Por su parte, la Universidad Libre implementó un programa de becas en todas sus seccionales, estimulando a los estudiantes que se destacan académicamente, que en su mayoría pertenecen a los estratos 2 y 3. En 2014, esta institución otorgó unas 550 becas. Al mismo tiempo, desde los departamentos de bienestar universitario se intenta promover un estilo de vida saludable y mejorar el entorno de los jóvenes a través del deporte, el arte, la música y la cultura.
Estos esfuerzos van acompañados de una política nacional, incluida dentro del Plan de Desarrollo, que se fijó como objetivo reducir la tasa de deserción anual del 10,28% al 8% en 2018. Y lo más importante: que los futuros profesionales colombianos alcancen sus metas académicas y logren mantenerse en esa cima para graduarse.