El 85% de los becarios eligieron universidades privadas. Datos del Observatorio Laboral indican que el salario de enganche está relacionado con la institución del egresado.
Natalia Zamudio (16 años) es una de los 10.080 estudiantes favorecidos con una de las becas del programa “Ser pilo paga”, la apuesta en educación superior de la ministra de Educación, Gina Parody. Esta semana tuvo sus primeras clases de microbioloía en la Universidad de los Andes.
Natalia es de Nariño, del corregimiento Remolino, en la vereda El Tablón. No es tan cierto que si este programa no existiera no habría podido entrar a una universidad. Pensaba estudiar en la Universidad del Valle o la de Pereira. Teniendo en cuenta que en la mayoría de universidades públicas el método de selección es bastante meritocrático (puntajes en las pruebas Saber), tarde o temprano habría logrado un cupo en alguna de ellas.
Cuando Natalia se enteró de las becas, como lo hizo el 85% de los becarios, decidió que quería la mejor desde su perspectiva. Fue así como se presentó a la Universidad de los Andes y hoy es una feliz primípara.
Ante el intenso debate que ha generado el programa de becas del Gobierno, una de las preguntas en juego es si los jóvenes como Natalia tomaron la mejor decisión al privilegiar las universidades privadas por encima de muchas públicas.
Dime de dónde eres
Una mirada a los datos del Observatorio Laboral del Ministerio de Educación arroja alguna pista. Si Natalia se hubiera matriculado en la Universidad del Valle en una carrera como biología o microbiología, cinco años después (si ningún paro se interponía en su carrera) habría logrado un salario de enganche de $1.771.000 en promedio. Ahora que está en los Andes (si no deserta antes y logra sortear los retos de esa decisión), al graduarse sus posibilidades de conseguir un mejor trabajo habrán aumentado. De acuerdo al Observatorio Laboral, un egresado de esta carrera gana en promedio $3.232.927. En ese sentido, fue una gran decisión para ella. Pero cada caso debe ser analizado según el programa y la universidad.
En Colombia, dice uno de los técnicos del Observatorio, hay una variable que pesa más que cualquier otra a la hora de conseguir trabajo: las redes de amigos y conocidos. Las verdaderas ofertas laborales no circulan a través de páginas de empleos. En un alto porcentaje, las personas se emplean porque un amigo de un amigo las recomienda o les da aviso de una vacante.
El razonamiento detrás de esto es sencillo. Si su pupitre está al lado del hijo de un ministro o del dueño de un bufete de abogados prestigioso, o de cualquier persona con mayores contactos e influencia en el mundo laboral, la probabilidad de que se abran mejores oportunidades laborales para ese estudiante aumentan considerablemente. No quiere decir que lo vaya a conseguir. Sólo que sus probabilidades crecen. Tendrá que saltar obstáculos como la discriminación social, el miedo o los riesgos de deserción, que en Colombia rondan el 40%.
Desde una perspectiva de movilidad social, el programa “Ser pilo paga” sin duda les ofrece a estudiantes buenos de estrato 1 a 3 un mejor chance. Técnicamente, lo que ocurre es que esos estudiantes se están quedando con el pupitre que habría ocupado un estudiante menos bueno pero con el dinero para pagar esa educación. Sólo en los Andes, 700 jóvenes de estratos más altos pero menos buenos académicamente están buscando hoy cupo en otras universidades de menor prestigio y calidad porque fueron desplazados por los buenos con menos recursos.
Otras variables
El salario es apenas una variable a la hora de elegir qué estudiar y dónde estudiar. Como lo recuerda el rector de la Universidad de Caldas, Felipe César Londoño, muchas universidades públicas son mucho más sólidas en producción científica e investigación que las privadas que eligieron muchos de los becados.
Un ejemplo sencillo son las facultades de medicina. De acuerdo a una revisión de datos que hizo el médico Mauricio Ávila, puede ser que la Universidad del Norte le resulte más atractiva a un estudiante que quiere convertirse en médico, pero si se mide en términos de producción científica, la Universidad del Valle o la de Antioquia son más sólidas. Mientras la del Norte apenas tiene 33 publicaciones en la base de datos Pubmed en los últimos cinco años, la del Valle tiene 332 y la de Antioquia 647. Son variables que no siempre tienen en cuenta los jóvenes a la hora de elegir su carrera.
Para Moisés Wasserman, una explicación de por qué los becarios salieron corriendo en masa a las privadas tiene que ver con la poca o nula posibilidad que tienen las universidades públicas para invertir en su imagen y mercadeo. Mientras las privadas invierten millones de pesos en avisos publicitarios y mercadeo, las públicas están maniatadas y buena parte de las noticias que se divulgan sobre ellas suelen estar asociadas a los problemas que enfrentan, como paros, disputas sindicales, etc.
Juan Felipe Penagos, estudiante de doctorado en ingeniería en la Universidad de los Andes (Bogotá), y Roberto Zarama, subdirector del Centro de Estudios Interdisciplinarios Básicos y Aplicados en Complejidad (Ceiba), los dos arquitectos del programa de becas del Gobierno, comparten esta visión y creen que ahora las universidades públicas deben explorar estrategias para atraer a los estudiantes más pilos.