Situación se explicaría por la negativa de Brasil y Argentina, pero también por los reparos que manifestaron los ministerios de Industria y Economía.
El Poder Ejecutivo uruguayo reconoció este jueves que no ha podido avanzar en el acuerdo comercial con el gigante asiático debido a rechazos provenientes de la interna del gobierno, del sector empresarial y de los socios del Mercosur.
El tren de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con una economía de gran escala parece haber pasado por segunda vez.
Ocho meses después de la visita de Estado del presidente Tabaré Vázquez a China, la posibilidad de avanzar en un acuerdo de libre comercio bajó varios cambios y si bien existe la intención de coronar el acercamiento estratégico con el gigante asiático de alguna manera, esa fórmula será bastante diferente a lo que Vázquez y el presidente chino Xi Jinping anunciaron en su momento.
La gran muralla que se elevó frente a la posibilidad de concretar el TLC de forma bilateral o a través del Mercosur no solo se explica por la negativa de Brasil y Argentina –que desde un primer momento se sabía que opondrían resistencias–, sino también por los reparos que manifestaron los ministerios de Industria y Economía.
El gabinete discutió en enero un informe que la cancillería compiló sobre los impactos sectoriales que podrían provocar un posible TLC con China, que reunía las perspectivas de Economía, Industria y Ganadería, Agricultura y Pesca.
En su momento, el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, defendió en el gabinete presidencial la necesidad de sellar el acuerdo con la segunda economía más importante del globo.
Pero otras visiones, que alertaban sobre efectos negativos para Uruguay en caso que el acuerdo prosperara, se interpusieron en su camino.
Muchas de esas resistencias provinieron del Ministerio de Industria que dirige Carolina Cosse, desde donde se entiende que un TLC con China pone en peligro unos 35 mil puestos de trabajo.
En tanto, el Ministerio de Economía y Finanzas condicionó su visión positiva para la concreción del TLC a la anuencia de Brasil, en una posición muy similar a la que transmitió el gobierno chino, según dijo el ministro de Economía, Danilo Astori, al semanario Búsqueda en enero.
En una reunión ordinaria del Mercosur que tuvo lugar en Buenos Aires en diciembre de 2016, Brasilia transmitió su negativa a flexibilizar el bloque para que los estados parte pudieran explorar acuerdos extraregionales de manera bilateral.
El tema no se volvió a plantear en el Mercosur ya que el bloque tiene toda su energía concentrada en la posibilidad de alcanzar un preacuerdo con la Unión Europea para fin de año. De hecho, acaba de culminar la primera ronda de negociaciones con la Asociación Europea de Libre Cambio (EFTA por sus siglas en inglés).
Pero China no es el único interesado en no molestar demasiado a Brasil. Una empresa uruguaya privada de relevancia, que vende cantidades importantes al país norteño, también pidió cautela en las negociaciones, ante la posibilidad de que la gestión dañe la relación con el mercado brasileño, informaron fuentes políticas y empresariales.
A pesar del empuje del ministro de Ganadería, Agricultura, y Pesca, Tabaré Aguerre, para que los productos uruguayos tengan mejores condiciones de ingreso al mercado chino (o por lo menos similares a las que gozan competidores directos como Australia y Nueva Zelanda), el informe de su ministerio plantea varias dudas en torno a la conveniencia que podría tener un TLC con China.
Aunque las últimas veces que integrantes del gobierno se manifestaron públicamente sobre este tema afirmaron que seguirían adelante con lo pautado, ahora la ecuación parece haber cambiado. Si bien nadie se anima a declararlo muerto, la posibilidad del TLC con China agoniza y en algún momento reencarnará en otra cosa cuya forma aún es incierta, indica el medio uruguayo El Observador.