Es uno de los centros de salud más destacados del país por su trayectoria, pero hoy debe luchar en contra de sus condiciones actuales.
El hospital de Clínicas cumplirá 65 años justo el día que empieza la primavera y su deseo será el mismo que pide en cada aniversario: poder por fin renacer. Volver a convertirse en ese gran centro emblemático que alguna vez fue, y no por el inmenso tamaño que ocupa, sino por la trayectoria médica que ha construido durante más de seis largas décadas.
Es que el Clínicas está viejo por dentro y por fuera. Su aspecto de edificio soviético, gris oscuro y descascarado, delata que es una obra del siglo pasado que, a base de parches, todavía vive. Pero lo que no se ve a simple vista es que detrás de esas paredes rotas hay un profundo y valioso conocimiento que posiciona a Uruguay en el podio de la referencia médica nacional y mundial.
Este hospital está lleno de contrastes. Tiene de lo mejor y de lo peor. Pero los problemas trasciendan siempre más rápido que las virtudes. Por eso sus trabajadores lamentan que la mayoría de los uruguayos desconozca que lo que sucede ahí dentro, realmente vale la pena. El Observador fue a recorrer los más de 100 mil metros cuadrados que tiene el edificio, construidos sobre 20 plantas verticales. El resultado fue la ilustración de las dos caras del Clínicas.
El lado A
El Clínicas nació a mediados del siglo XX con la innovadora idea de convertirse en el primer hospital universitario del país. Un plan inédito que convencía: la gente sin recursos se atendería gratis con profesionales, a cambio de que su patología sirviera como caso práctico para que los estudiantes puedan aprender. Y el pacto fue un éxito. La facultad de Medicina de la Universidad de la República (UdelaR) comenzó a gestionar el centro y a formar a todos los médicos del Uruguay con calificadas distinciones.
En la actualidad capacita a más de nueve mil alumnos por año, entre estudiantes de pre y post grado.
Asimismo, es el hospital público que recibe el mayor porcentaje de pacientes, comparado con los otros dos grandes centros de salud estatales, que son el Maciel y el Pasteur. Se lleva el 35% de los egresos del sistema público, el 41% de todas las consultas que se realizan y 36% de las intervenciones que se desarrollan. Pero no solo eso, el Clínicas también atiende a los usuarios que presentan las patologías de más alta complejidad, tanto a nivel médico como a nivel quirúrgico.
"Hay una falsa creencia de pensar que lo que se hace acá es solo para la gente pobre. Nada más lejos de la realidad", remarcó Henry Cohen, profesor catedrático de gastroenterología, quien forma parte del hospital hace más de 40 años. Hoy ocupa un cargo relevante en el Clínicas y sabe que su cátedra presta un servicio excepcional.
"Nuestros equipos son únicos en todo el país. El sector privado manda sus pacientes para acá, porque no hay otro lugar tan bueno para que se atiendan. Tenemos el mejor servicio de gastroenterología del país. Lo decimos con poca modestia y con muchísimo orgullo: ningún centro privado tiene lo que nosotros ofrecemos", distinguió el profesor, en referencia a la cápsula endoscópica, algo similar a una pequeña cámara de video que los médicos introducen en el aparato digestivo del paciente y estudia todo el recorrido estomacal.
Cohen detalló que los colaboradores de su cátedra publican trabajos vinculados a las intervenciones que realizan dentro del hospital, en revistas científicas latinoamericanas y de nivel internacional. "Hace pocos días incluso vino al hospital uno de los médicos más prestigiosos del mundo, un neoyorkino, y en una mañana hizo cuatro cirugías endoscópicas y dos de ellas fueron el primer y segundo caso de literatura médica sobre el tema en el país", apuntó el catedrático y destacó el valor que tiene eso para el estudiante que está aprendiendo mientras mira y participa del acto médico.
"Para nosotros conseguir estos logros es como volver al orgullo que sentían las generaciones pasadas, cuando todo siempre empezaba en el Clínicas dentro de la Facultad de Medicina", apuntó Cohen e insistió en el concepto de que , en temas de la salud, "las cosas deben entrar siempre primero por la Universidad".
Piso 2: un oasís
La segunda planta del Clínicas parece un centro de atención privada. Es otro mundo. Hay calefacción, huele bien y está completamente limpio. No hay basura en el suelo, las camillas son modernas y llevan ropa de cama limpia. Todo parece funcionar con orden y cuidado.
Este sector corresponde a la unidad cardiovascular y neurológica. También se pensó como un proyecto de asistencia innovador, inédito en el país. "Aquí se ha configurado una estructura nueva. Se juntaron distintas cátedras vinculadas a la patología cardíaca y vascular, que son las de más alta prevalencia en Uruguaya, con la finalidad de asistir al paciente de forma integral y no fragmentada", explicó el profesor Diego Frerire, uno de los responsables de jerarquía del sector.
Este espacio se inauguró en 2012 gracias a la inversión que facilitó el gobierno venezolano de Hugo Chávez, cuando aportó casi US$ 20 millones de dólares para la reforma. "Las ventajas de esta dinámica son múltiples, tanto a nivel de gestión, como asistencial y académico", aseguró Freire, quien explicó que la formación da una mirada mucho más profunda sobre la enfermedad.
El problema de esta unidad es que depende de la tecnología, como gran parte de la medicina actual. Y la falta de recursos suele complicar la compra de nuevos equipos de trabajo. "Estoy seguro que de aquí nacen las mejores ideas, pero falta plata. Lamentablemente la medicina avanza más rápido que el presupuesto", sostuvo el profesor Alejandro Esperón, director de la cátedra: "Uruguay fue pionero en el mundo en materia de salud cuando solo había que mover la mano y usar el cerebro. Ahora necesitamos, además, comprar equipos".
Además de esta unidad, el hospital de Clínicas es el único centro público donde se realiza la aplicación de los implantes cocleares para sordos. Hasta el momento se han realizado cinco de estas intervenciones que permitieron devolverles la audición a pacientes que estaban aislados del mundo por no poder escuchar.
El Centro Nacional de Quemados (Cenaque) es otro de los baluartes del hospital, recibe a los adultos uruguayos que llegan desesperados por el dolor de una herida que ocupa más del 20% de su cuerpo. Nueve de cada 10 pacientes que ingresa, se salva, un número más que satisfactorio considerando que en 1995, solo sobrevivían cuatro de cada 10.
Lado B
En la planta 11 se encuentra José, un paciente que ingresó por várices en la laringe hace más de un mes. Estaba en el baño intentando llenar un balde de agua que tenía el mango roto. La pileta donde lo cargaba era chica, así que la mitad se le cayó dejando un charco en el suelo, que ya de por sí estaba sucio. El resto lo cargó hasta la zona del wáter para volcarlo y poder limpiar sus excrementos del inodoro.
"Hace un mes que estoy internado acá y nunca pude ir al baño y tirar normalmente de la cadena. Yo hago lo del balde, pero muchos pacientes dejan sus restos y se van. No aguanto más estar acá, es un asco", detalló el paciente. José dijo que, años atrás, la cosa era aún peor: "Te tenías que traer las sábanas, fundas y frazadas de tu casa porque te podía tocar una cama que no tuviera nada".
El grado de mugre es alarmante para ser un hospital. En el suelo de las diferentes plantas se pueden ver restos de comida, cigarrillos apagados y hasta materia fecal. Muchas de las ventanas de los corredores tienen filtraciones de agua que generan humedades muy grandes. Hay pisos que tienen mal olor y un aspecto decadente. De hecho, cantidad de áreas del hospital están clausuradas porque la falta de higiene hace prohibitivo el ingreso de pacientes.
"Qué mensaje le das al usuario si el lugar donde se interna se llueve, no tiene cisterna, no funcionan las duchas y se le descascara la pared que tiene al lado", se cuestionó Hugo Etcheverry, funcionario del centro y miembro de la Unión de Trabajadores del Hospital de Clínicas (UTHC). Y él mismo se contestó: "El mensaje es muy claro: a nadie le importa cómo se sienta", remató.
Hay muchas salas donde las camas de internación están amontonadas una al lado de la otra, y a lo sumo una pequeña cortina de tela fracciona el espacio entre los pacientes. "Aparte de que solo ganamos $ 24.000 al mes, desde el sindicato reclamamos que este hospital se cae literalmente a pedazos", denunció el funcionario.
Financiación
"Tenemos un hospital que mide 100 mil metros cuadrados, vamos por partes, no tenemos dinero para todo", dijo la directora del hospital Graciela Ubach, cuando se le cuestionó acerca de las denuncias edilicias. Actualmente las inversiones para reformas se financian con un subsidio que da el gobierno, cercano a los US$ 2 millones de dólares anuales.
Ubach reconoce que es necesario buscar mayor financiación para aumentar el número de camas en el CTI y para pagarle a los funcionarios una compensación salarial por trabajar en áreas complicadas, como es la de cuidados intensivos. Algo que, comúnmente, ofrecen todos los hospitales, pero el Clínicas no puede asumirlo por falta de capital.
A mediados del año pasado la Facultad de Medicina rechazó el modelo de financiamiento público-privada de las PPP, que pretendía remodelar completamente el edificio y cobrar un canon por la inversión realizada durante 30 años. El privado asumiría los costos de la manutención del centro durante ese lapso de tiempo y no intervendría en el servicio que se otorgase a los pacientes.
"Para empezar, una obra que se valoraba en US$ 100 millones acabaría costando US$ 600 millones. Y con el pago del canon anual, el hospital no tendría margen para comprar nuevos equipamientos, por lo tanto nos atrasaríamos en materia de tecnología", explicó la directora.
Ubach aseguró que el privado solo modificaría las reformas que se contemplaron al momento de firmar el contrato. Pero al ser un proyecto a 30 años, nadie puede asegurar, dijo la jerarca, que en ese lapso no se necesiten actualizar las remodelaciones o priorizar otro orden de arreglos. "Lo que debemos hacer es conseguir esos fondos por otros canales", puntualizó.
"Lo que nosotros rescatamos es que, a pesar de las premuras que existen y nadie ignora, el hospital alcanza logros maravillosos, eso significa que acá existe un potencial enorme que la gente debe conocer para saber lo que de verdad es el Clínicas", concluyó Ubach.