Todo indica que ambas naciones podrían estar firmando un tratado de libre comercio en un año o año y medio. ¿Qué pasará con Mercosur, el bloque al cual pertenece Uruguay?
A principios de mes, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, anunció el inicio de un estudio de factibilidad conjunto de Uruguay con China con miras a la firma de un ansiado Tratado de Libre Comercio.
Pero Uruguay no viaja solo.
La nación pertenece desde 1991 al Mercado Común del Sur (mercosur) - compuesto por Argentina, Brasil y Paraguay- y esa membresía, aparentemente, no le va a facilitar el camino.
Si bien el gobierno uruguayo reconoció que pretende incluir a todos sus socios del bloque Mercosur en las negociaciones para suscribir el TLC con China, ya el solo anuncio generó asperezas con sus socios: principalmente Argentina y Paraguay, que mantienen relaciones diplomáticas y comerciales con Taiwán.
"Que Uruguay sea puerta de entrada del Mercosur (en China), con el Mercosur mismo. Ese es el objetivo final y quizá el más importante", explicó el secretario de la Presidencia de Uruguay, Álvaro Delgado, en una rueda de prensa en Montevideo hace dos semanas.
Y es que, parte del problema es que por años se ha dicho que Mercosur no ha sido capaz como bloque de dar el impulso al comercio y al desarrollo de sus cuatro asociados que se esperaba al crearlo.
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Algo que el académico uruguayo Andrés Malamud, catedrático en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, reconoce, aunque con matices.
“El Mercosur funcionó. En su primera década de vida cumplió tres funciones: fortaleció la paz regional mediante la eliminación de hipótesis de conflicto, consolidó la democracia al permitir la reducción de los presupuestos militares y blindó las reformas económicas de los noventa, triplicando el comercio intrarregional” explica.
La interrogante es cómo hacerlo sin contravenir las disposiciones del bloque.
La abogada y experta en derecho internacional Silvia Karina Fiezzoni enumera alternativas para lograr la viabilidad jurídica de negociar acuerdos bilaterales por parte de cualquier Estado miembro: la firma de acuerdo marco por parte del Mercosur en conjunto que habilite nuevas instancias de negociación comercial bilateral, como sucedió con el acuerdo ACE 60 que celebró Uruguay con México.
Otro ejemplo es el TLC suscrito en 2018 entre Brasil y Chile, en el marco del ACE 35.
Con o sin TLC, el principal socio comercial de Uruguay es, desde la década pasada, China, que en pocos años superó a Brasil y a Estados Unidos, que solían ser los principales destinos.
Según datos del Gobierno uruguayo, un 30% del total del comercio exterior local se destina a China. La mayoría del comercio se refiere a materias primas, aunque el gobierno uruguayo se propone avanzar en intercambios en materia de servicios, tecnologías, turismo y electrónica.
Pero un tratado y sus aranceles cero podrían multiplicar esa bonanza, como reconoció la propia ministra de Economía y Finanzas de Uruguay, Azucena Arbeleche, quien dijo, la semana pasada a través de Xinhua, que un TLC con China generaría mayor inversión y, en definitiva, “un derrame en toda la economía uruguaya teniendo más crecimiento y dando la posibilidad de aumentar los puestos de trabajo”.
Actualmente, la carne de vacuno es el principal producto exportado a China (56%), por un total de US$ 351,4 millones en el segundo trimestre de 2021, según el informe de relaciones comerciales entre Uruguay y China de la Universidad Católica del Uruguay.
“Uruguay hoy paga aranceles del 10%, 15%, 20% para llegar a China [que con un TLC] va a dejar de pagar y eso es una ganancia en competitividad y es un ahorro importante”, recalca el profesor de la Universidad Católica del Uruguay, Ignacio Bartesaghi.
Y no se trata solo de aumentar exportaciones.
De acuerdo con la Cámarade Comercio Uruguay China (CCUCH) la rebaja arancelaria también incidirá positivamente para los importadores, reconociendo los pros y contras de ese hecho en la industria local.
“Afectará negativamente [a sectores] como vestimenta, cuero, zapatos… cosas así. Si importamos zapatos desde China, ellos no se darán ni cuenta, pero nosotros vamos a sentirlo”, reconoce su presidente Gabriel Rozman, quien propone la idea de usar parte de los aranceles que se dejarían de pagar para reinvertirlos en un fondo de reconversión para quienes se vean afectados.
Pero en la suma, se estiman más beneficios que perjuicios.
“Lo que nos dicen las experiencias que han pasado en Chile o en otros países es que han crecido la importación de productos de alto contenido tecnológico de China después de los TLC”, precisa Bartesaghi.
Para él, un tratado de libre comercio con China permite exportar servicios, inversiones, cooperación también es un interés estratégico para obras de infraestructura en Uruguay.
"Los TLC para China son mucho más que arancel cero; hay razones geoestratégicas y geopolíticas que también deben ser consideradas que son impactos positivos para Uruguay que, siendo una economía pequeña, la ponen en el mapa internacional y generan interés de otras economías”, puntualiza.
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