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Varsovia, una combinación perfecta entre lo antiguo y lo moderno
Viernes, Febrero 9, 2018 - 15:38

Tanto para una buena cena como para salir de copas y terminar bailando en una discoteca, la capital de Polonia es un lugar ideal.

El Observador | Hasta hace no mucho tiempo Varsovia era de esas ciudades que no se incluían en los tours favoritos de la Europa del Este (cuyas ciudades más visitadas son Praga, Viena y Budapest); y a la vez, tampoco se pensaba en "pasar" por Varsovia para llegar a países de Europa Occidental. Pero la capital polaca no se dio por vencida, y logró convertirse en uno de los destinos más atractivos, apostando a su rica historia, y sin descuidar el espacio para el entretenimiento y la diversión.

Es una ciudad con profundas huellas para reflexionar sobre las tragedias del siglo XX, que se ha reconstruido con brillo mirando hacia el futuro.

Varsovia literalmente se reconstruyó sobre sus propios cimientos. Fue arrasada durante la segunda guerra mundial, en la que se estima que casi 1 millón de personas murieron solo en la capital polaca. Fue aquí donde el régimen nazi creó el mayor gueto judío de todos los territorios ocupados. Luego sufrió la bota del régimen comunista, hasta que los polacos lograron su independencia en 1989.

El casco antiguo de la ciudad (Stare Miasto) fue devastado, y tan meritorio y puntilloso fue el trabajo de reconstrucción, utilizando todos los fragmentos que pudieron encontrarse de los materiales originales, que Unesco lo incluyó en la Lista del Patrimonio Mundial. Hoy Stare Miasto es un hermoso paseo, con varios lugares históricos que conocer, y a la vez es el centro del movimiento turístico de la ciudad, repleto de restaurantes, cafeterías y comercios.

En uno de los extremos del casco antiguo –buen punto de partida para comenzar el recorrido– se encuentra el Castillo Real, el lugar de residencia oficial del rey y donde se proclamó la Constitución de 1791, la primera carta magna de Europa. Es uno de los monumentos que se reconstruyeron con exactitud, para lo cual también se utilizaron los materiales originales recuperados. En la actualidad funciona como museo, con un gran acervo de arte que incluye obras de grandes maestros de la pintura, como Rembrandt y Canaletto. Lugar donde yacen las tumbas de príncipes y arzobispos, así como del último rey polaco, la basílica de San Juan Bautista Mártir es otro de los puntos importantes de este recorrido.

En camino hacia la plaza principal, son varios los monumentos históricos a visitar, como el santuario de Nuestra Señora de Gracia, en cuyo altar se encuentra la imagen de la llamada Patrona de Varsovia; también es de interés la iglesia de San Martín y la Canonjía, una plazoleta en cuyo centro se encuentra la famosa campana de bronce que nunca fue colgada en ningún campanario (una leyenda dice que hay que dar tres vueltas a su alrededor para atraer la buena suerte).

Es imprescindible visitar la plaza del Mercado de la Ciudad Vieja, una construcción del siglo XIII con todas las característica de una típica ciudad medieval, en cuyo centro se alza la estatua de la sirena, emblema de la capital. Caminar por la plaza y los alrededores es la manera ideal de descubrir pequeños tesoros de un lugar lleno de rincones con historia.

Nowe Mesto, que hasta el siglo XVIII funcionó como una ciudad independiente, que abarca la zona al norte del casco antiguo, es una visita imperdible si se visita Varsovia. Además de los lugares históricos, es muy difrutable recorrer sus calles con una atractiva oferta de cafeterías y restaurantes. En honor a una de las grandes personalidades que Polonia dio al mundo, premio nobel de física (1903) y otro de química (1911), Marie Curie posee su museo en la casa donde nació en esta zona de la ciudad. Al igual que en la parte antigua, aquí también el centro es la plaza del Mercado de la Ciudad Nueva y sus alrededores.

El Palacio de los Krasinski –donde hoy funciona una sede de la Biblioteca Nacional–, es uno de los más bellos de Polonia, lo que es mucho decir por la calidad de sus edificaciones históricas. De paso, en la parte trasera del Palacio, se encuentra el verde y concurrido Jardín de los Krasinski, otro lugar donde apreciar la atmósfera verde de Varsovia, en que los parques cumplen un papel central en la vida capitalina. Y hablando de polacos célebres, no se puede olvidar a Frédéric Chopin, cuyo museo alberga la colección más grande del mundo de objetos de este genio musical, y tiene un reconocimiento urbano en la estatua en el arque Lazienki, uno de los grandes pulmones de Varsovia y lugar que no puede dejar de visitarse.

Histórico, pero a la vez reducto de jóvenes artistas y movida hipster, uno de los barrios del otro lado del río Vistula –que atraviesa la ciudad– es el distrito de Praga. Aquí es donde el gris de la ciudad soviética dio paso a un colorido street art de grandes murales, con edificios antiguos y viejas fábricas convertidas en lofts y reciclajes, donde se han ido instalando artistas y jóvenes. Y así fueron llegando los cafés, los comercios y los estudios y galerías de arte.

En este mismo código se encuentra el Soho Factory, un complejo que nuclea boutiques de diseñadores, estilistas, restaurantes en concepto moderno, decoración industrial, mercados, y todo lo que se necesita para revivir lo oscuro, sórdido y deprimido de la era posindustrial. En el complejo se encuentra, además, el Museo del Neón, una colección que nuclea las fotos que la fotógrafa Illona Karwinska tomó de los maravillosos neones de la época soviética.

Restaurantes con chefs de vanguardia, locales de objetos y ropa vintage, y todo lo que tiene que tener una zona "Soho", se encuentra en Praga. Aquí se debe visitar también el Mercado Rózycki, un clásico desde el siglo XIX, que funcionó incluso durante la segunda guerra. En cuanto a compras, las calles Nowy Swiat y la Krakowskie Przedmiescie son las más concurridas y comerciales de la ciudad. También son varios los centros comerciales de tipo gran galería, entre los que se destaca el elegante Zlote Tarasy, en pleno centro de la ciudad. Los polacos son famosos por ser grandes bebedores; por algo son muchos los bares donde encontrar vodka y cerveza de buena calidad, y un lindo ambiente de diversión nocturna.

El Museo del Alzamiento de Varsovia es uno de los lugares donde, de manera completa, moderna y exhaustiva, se puede apreciar uno de los capítulos más duros de la historia polaca del siglo XX. Inaugurado para conmemorar el 60º aniversario del estallido de los combates por la liberación de la ciudad, es una manera de honrar a quienes pelearon y murieron por la libertad, además de mostrar al mundo la tragedia de lo sucedido.

Con un moderno concepto de museísmo, la exposición muestra en diferentes formatos la vida diaria, los combates, la ocupación nazi, el comunismo, la posguerra y los días previos al levantamiento, así como las diferentes etapas de una de las revoluciones de 1989 que marcaron el fin de la guerra fría. Son tres metros cuadrados en el que se despliegan más de 2.000 piezas y documentos.

Otro de los sitios en que la memoria está viva es el barrio Muranow, donde los nazis crearon el lugar donde aislaron y mataron a los judíos, conocido como el gueto de Varsovia. Luego de la destrucción no quedó mucho en pie, pero todavía se conservan algunos rastros, y en la calle Prozna fueron colocadas grandes fotografías de víctimas del Holocausto en la fachada de un edificio en una de las esquinas. También se puede visitar el memorial a los Héroes del Gueto, y el Museo de la Historia de los Judíos Polacos, en el mismo barrio.

Autores

El Observador