Maximiliano Reyes considera que el operativo de seguridad desplegado en inmediaciones de sus sedes diplomáticas en La Paz es excesivo y ofensivo para el pueblo mexicano.
Lanzó ayer una propuesta para dialogar. Luego la canciller boliviana Karen Longaric dijo que solo lo hará con su par mexicano, Marcelo Ebrard. El subsecretario mexicano (vicecanciller) para América Latina y el Caribe, Maximiliano Reyes, habló con La Razón y también dejó en claro que para sentarse en la mesa, Bolivia debe dar al menos dos señales.
—¿Qué informe maneja sobre lo que pasa en La Paz?
—Nos parece una medida excesiva tener tantos elementos de la Policía, del Ejército y civiles, que es lo que más nos preocupa, afuera de nuestra embajada y residencia. Si bien es cierto que nuestra embajadora solicitó, hace más de un mes, reforzamiento de la seguridad dado que se presentaban civiles a manifestarse en contra de los asilos, petición que fue atendida con un número razonable de cinco a seis efectivos, esto que se inició el lunes 23 nos parece una medida excesiva y ofensiva para el Gobierno y el pueblo de México.
—¿Qué plantea México?
—Que retiren el número de policías, militares y civiles, que mantengan la seguridad como la tenían, pero no es necesario un dispositivo así que más parece un asedio y una amenaza constante de irrumpir a nuestras instalaciones.
—El Gobierno dijo que continuará el resguardo. La Policía pidió que se entregue a exautoridades con órdenes de apremio.
—El asilo a las personas que lo solicitaron se concedió el 15 de noviembre y las órdenes de aprehensión se notificaron a la embajada 11 días después, cuando ya estaban bajo protección del Estado mexicano. Así lo marcan la Convención de Viena, la Convención de Bogotá y los acuerdos de Caracas que corresponde al Estado que da el asilo determinar el nivel o la magnitud de los delitos, y no puede estar una orden de aprehensión posterior a la concesión del asilo por encima de eso. No podría el Estado mexicano cometer una ilegalidad en otro país, sin que no hubieran protestado ya organismos internacionales.
—O sea, ¿México analizará la magnitud de los delitos?
—Es un proceso en el que estamos de manera permanente, pero nos queda claro que hay motivaciones políticas para estas órdenes de aprehensión.
—Su invitación al diálogo fue aceptada por la Canciller boliviana, ¿cómo ve esta señal?
—Pues lo que pedimos es que se retire la excesiva fuerza policiaca y militar, y que haya un compromiso de seguridad y de no intimidación para nuestros diplomáticos, y entonces sentarnos a dialogar. No podemos sentarnos para platicar sobre algo que a todas luces es excesivo y es una extralimitación.
—¿Pero sigue corriendo esta demanda anunciada por el canciller mexicano Ebrard?
—Estamos integrando nuestra demanda con todos los elementos pertinentes, entre ellos la interrupción de la actividad cotidiana de nuestros diplomáticos y la intimidación a ellos. No es algo que estemos inventando, sino algo que está en los convenios internacionales en la materia. Y si las cosas siguen así, pues tendremos que llegar a esas instancias.
—México condiciona el diálogo a que se levante el “asedio”...
—A que estemos en las condiciones de normalidad, de civilidad, de paz para poder platicar.
—¿A qué otros organismos se llevarán demandas o quejas?
—Ya hicimos lo propio en la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), señalando, insisto, lo excesivo del dispositivo en relación a nuestras instalaciones y sobre todo lo reciente, del 23 de diciembre para acá.
—El Gobierno de Bolivia indica que México viola tratados y que pedirá una retractación.
—No estamos violando nada y, si así fuere, ellos están en su derecho también de recurrir a los tribunales internacionales.
—Las relaciones se han calentado y al parecer hay un motivo clave: Evo Morales...
—Pero ese motivo no es nuestro, es un motivo local. México lo que hizo es ser fiel a su tradición diplomática (de brindar asilo).
—O sea están abiertas las puertas al diálogo, pero México espera señales de Bolivia...
—Claro. Si el Gobierno de manera unilateral decidió imponer un dispositivo tan excesivo, pues lo mínimo que pedimos para sentarnos a platicar es que volvamos a las condiciones de civilidad en las que evidentemente no nos encontramos. La primera señal tendría que ser, en los hechos, el retiro del excesivo dispositivo que hay y luego un compromiso público de no regresar a estos niveles de intimidación.