A partir de los cinco años, es propicio que un pequeño haga yoga, indica la instructora de yoga infantil del centro de terapias alternativas Prana, Dora Ibáñez.
El yoga (que traducido del sánscrito significa unión) es una actividad que estimula el desarrollo integral del cuerpo y la mente, por lo que resulta beneficioso también para los niños. Este ejercicio, además de divertido, hace que aprenda equilibrio, tanto en lo físico como en lo emocional.
“Según los grandes maestros del yoga, los infantes realizan posiciones propias de la técnica desde el vientre materno, lo hacen de manera natural. Cuando nacen lo olvidan, aunque con los años y la práctica pueden volver a tener esa flexibilidad y energía para repetir los movimientos”, explica María René Molina, instructora de yoga del centro de quinesiología Fisiosalud.
A partir de los cinco años, es propicio que un pequeño haga yoga, indica la instructora de yoga infantil del centro de terapias alternativas Prana, Dora Ibáñez. “Es en esta etapa que los chicos prestan más atención, tienen más destrezas, su concentración es mejor y también tienen más estabilidad y manejo de su cuerpo”.
A esa edad es conveniente que practique las posturas básicas como el saludo al sol, la vela, la flexión de la espalda u otras. Puede hacerlas mientras el instructor cuenta una historia, señala Molina.
“El yoga ayuda a los niños a tener buena memoria. También a desarrollar una mejor percepción de su propio cuerpo y autocontrol de sus emociones”, añade.
Para lograr esos beneficios, el pequeño se reencuentra con su respiración, con la primaria. “Es decir que respira de manera correcta, inhalando y exhalando por la nariz y no por la boca. Y también aprende a respirar con la barriga, utilizando el diafragma para llenar los pulmones”, detalla la instructora.
En lo físico estira todo el cuerpo mientras que en lo conductual, el yoga crea hábitos de disciplina. “En el caso de que el niño sea hiperactivo o tenga déficit de atención irá desarrollando, a través de los ejercicios de respiración, la concentración y la calma”.
Ibáñez expresa que los pequeños deben iniciar esta práctica con Ghatastha yoga (yoga del cuerpo físico) que trabaja con las posturas y respiraciones. Así se los prepara para que, a partir de los 12, puedan hacer un trabajo más profundo y específico, además de practicar ejercicios de Hata yoga que incluyen la meditación y la purificación espiritual.
El tiempo adecuado para una sesión dependerá de la edad. Los niños preescolares (menos de 4 años) pueden hacer yoga por unos 30 minutos; de los 5 a los 12, de 40 a 45 minutos y, a partir de los 13, entre 50 minutos y una hora. “Lo importante es que el menor no sienta ni aburrida ni tediosa la clase; debe ser una experiencia agradable y muy dinámica”, dice Ibáñez.
Lo recomendable es comenzar la práctica por la mañana, para empezar bien el día, o antes de dormir, para relajarse y descargar tensiones. El ambiente debe ser limpio, tranquilo, ventilado y silencioso, tanto que invite a la quietud.
- Vestimenta
Los pequeños deben llevar ropa holgada, ligera, confortable (camiseta y pantalón), para que realicen los movimientos y posturas con comodidad. En los pies, calcetines de algodón o descalzos, si la temperatura lo permite.
- Motivación
Se trata de un juego y no de una obligación, por lo que si se reúnen varios amiguitos para la práctica, la pasarán en grande. También pueden ejercitar en compañía de sus papis, mamis o hermanitos.
- Constancia
La práctica debe convertirse en una rutina habitual y constante, diaria o dos veces a la semana.
- Variedad
Tanto las posturas como los movimientos deben ser variados para no caer en la monotonía y no ser demasiado complicados para que los niños los puedan efectuar sin esfuerzos. Se trata de un juego para disfrutar.
- Equipo
El yoga infantil es un entretenimiento que si se practica en grupo, hay que evitar las comparaciones (agilidad, flexibilidad, corrección de movimientos...). Es importante recalcar que cada uno es parte de un todo y que como equipo, todos ganan.