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Zero Degrees of Empathy. A New Theory of Human Cruelty
Martes, Agosto 14, 2012 - 18:01

La empatía, el ponerse en el lugar del otro e identificarse con sus emociones y pensamientos, es probablemente el recurso humano que más puede darnos una vida plena y productiva. No obstante, es uno de los menos promovidos en nuestra sociedad.

Una adolescente, un día cualquiera, empieza a comer menos.
Luego de un tiempo, abandona algunos de sus platos más habituales. Pronto comienza a mentir: dice que ingiere alimentos
y no lo hace. Y, pese a que adelgaza cada vez más, siente que necesita incrementar sus restricciones, pues cree que sus esfuerzos por bajar de peso no son suficientes. 

Ahí es cuando la etiqueta “anorexia” aparece para explicar lo insoportable: que en un mundo en que cientos de miles (e incluso millones) de seres humanos mueren de hambre sin desearlo, miles
arriesguen su salud, descontentos con su apariencia física. Pero ¿y si una joven anoréxica se pareciese a un autista en su dificultad para ponerse en el lugar de quienes desesperan de su situación, por falta de empatía?

No se trata de especulación moral, sino de neurobiología. Y es una de las tantas ideas audaces y provocadoras que contiene el libro Cero Grados de Empatía, una aproximación al problema del mal y la crueldad. Lo novedoso es que el autor no aborda el tema desde preceptos de vida recta o de una cosmovisión religiosa, sino de la exploración de las diferencias que existen entre los cerebros, conductas e identidades de quienes actúan con total prescindencia de los demás.

En definitiva, lo que se intenta abordar es por qué los seres humanos tenemos la capacidad de tratar a otros como cosas desechables, destruibles, que no merecen ni siquiera nuestro odio.
Ése es el fin de Simon Baron-Cohen, director del Centro de Investigación en Autismo de Cambridge.

La pregunta clave del libro es, en definitiva, la siguiente: ¿Qué es la empatía? Para el autor, la empatía ocurre cuando suspendemos nuestro foco mental personal de atención y en su lugar adoptamos uno doble. Esto es, cuando nos ponemos, al mismo tiempo, en los zapatos de otra persona. Reconocemos, así, lo que el otro siente o piensa, y podemos identificarnos con él o ella. Sin embargo, arguye el investigador, hay personas con incapacidad absoluta para la empatía. 

Estos individuos, que no son pocos, son los llamados cero negativos. Personas incapaces siquiera de imaginar que
hay otro punto de vista distinto al suyo. Pueden ser personalidades
fronterizas (borderline), narcisistas o incluso psicopáticas. También hay otro tipo de personas con dificultad para empatizar, pero con un matiz respecto de las anteriores: son los que llama cero positivos, aquellos que sufren el Síndrome de Asperberger o Autismo, y viven ensimismados.

Son personalidades a las que califica de sistematizadoras, centradas en el manejo y observación de los patrones repetitivos de la realidad. ¿No cabe usted en ninguna de las categorías anteriores? Pues no cante victoria. Cualquiera de nosotros,
advierte el autor, puede caer en la cero empatía. Sucede que, para
que la empatía plena tenga lugar, es necesario activar hasta 10 circuitos cerebrales diferentes, los cuales pueden apagarse en circunstancias de miedo, hambre, ataques violentos
o estrés.

Acaso ¿nuestras vidas están signadas por mecanismos empáticos definidos por la genética y/o la ruleta de la familia de origen? No. Baron-Cohen dice que escribió el libro, precisamente, para persuadir a todos sus lectores (y a la sociedad, de ser posible) de que la empatía es uno de los recursos más valiosos
del mundo de hoy. 

Que las familias, comunidades, ciudades, empresas, países, grupos políticos y religiosos pueden hacer mucho para incrementarla dentro de sus miembros. Y muestra cómo hacerlo. Porque si bien no podemos ser otra persona, tampoco podemos ser sólo una.

Autores

Rodrigo Lara