La Cepal, a través de su División de Desarrollo Social, trabaja desde hace una década en el campo de la innovación social gracias a un concurso desarrollado junto a la Fundación Kellogg que visibiliza experiencias creativas gestadas en América Latina y el Caribe. Hasta ahora hemos conocido cerca de 4.800 iniciativas que promueven la participación de las comunidades -aportando al fortalecimiento de la ciudadanía y la democracia-, las cuales pueden ser replicadas tanto en sus países de origen como en otros de la región. Se trata de modelos creativos, con impactos significativos y costo-eficientes.
Gracias a este trabajo se puede afirmar que la región vive una explosión de innovaciones sociales. Seguramente porque nunca hemos tenido verdaderos Estados de Bienestar, la sociedad civil y las organizaciones comunitarias han tenido que buscar soluciones creativas para enfrentar sus dificultades. En general, nacen como respuesta a situaciones de crisis o extrema pobreza en cualquiera de sus determinantes. Surgen especialmente desde las organizaciones de la sociedad civil y desde las propias comunidades, o de una combinación virtuosa entre ambas. Con frecuencia la comunidad identifica el problema, tiene ideas de solución, pero no cuenta con los conocimientos técnicos necesarios para desarrollarla, por lo que pide apoyo a estas otras organizaciones.
No son muchos los casos de innovaciones surgidos desde los gobiernos. Y no es por "ineptitud". La innovación implica un proceso de ensayo y error, no siempre exitoso, riesgo que no es fácil de asumir en el seno de un gobierno. Además, su desarrollo y consolidación implica, generalmente, tiempos que exceden los períodos gubernamentales.
Otra característica importante de las innovaciones sociales en América Latina y el Caribe es su capacidad de desarrollar y facilitar sinergias entre los conocimientos técnicos-modernos y los tradicionales e incluso ancestrales. En los proyectos productivos se suelen crear modelos asociativos, siendo estos la base del éxito productivo y comercial. También cuentan, frecuentemente, con apoyo financiero externo, clave para el desarrollo de la innovación, siempre que el agente financiador entienda sus distintas etapas y no espere resultados a corto plazo.
Pese a la enorme creatividad desplegada, la región replica muy poco estos modelos. En general se mantienen casi como proyectos piloto que atienden a un número reducido de personas. Es indispensable expandir estas iniciativas para lograr mejoras en las condiciones de vida de grupos amplios de la población.
La réplica creativa se puede lograr por varias vías. Por una parte, los gobiernos pueden convertir estas experiencias en programas gubernamentales y políticas públicas, luego de analizarlas y evaluarlas en profundidad. Aunque poco frecuentes, hay ejemplos que demuestran que esto es posible. En la Amazonia brasileña, un modelo de atención en salud a población dispersa en las riberas de los ríos -desarrollada por una organización no gubernamental- fue recibiendo gradualmente apoyo de gobiernos locales hasta que fue definida por el Ministerio de Salud de Brasil como la estrategia de atención a la población de toda la Amazonia del país. El "sueño dorado" sería que el mismo proyecto fuese adoptado por todos los países de la cuenca amazónica. En esta réplica creativa también pueden participar activamente las organizaciones de la sociedad civil, que indudablemente aportan al desarrollo social de la región.
La creatividad que demuestra la región debe convertirse en una vía para mejorar las condiciones de vida de nuestras y nuestros ciudadanos.
*Esta columna fue publicada originalmente en Cepal.org.