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Acostúmbrese a Donald Trump
Mié, 02/09/2015 - 09:12

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

La mayor sorpresa tras el debate entre los precandidatos republicanos no fue que Donald Trump mantuviera el liderazgo en las encuestas. Fue más bien la caída (de 17% a 12%) en la intención de voto por el precandidato que ocupa el segundo, Jeb Bush. La intención de voto por Trump en cambio se mantuvo invariada en 24%.

Curiosamente, es un porcentaje similar al de republicanos que en una encuesta de la agencia Harris, en 2010, decían creer que Obama podía ser el Anticristo. Otras encuestas revelan que proporciones mayores de votantes republicanos niegan la veracidad de la teoría de la evolución o la existencia del cambio climático. Esa resistencia a aceptar los hallazgos consensuados de la investigación científica contribuye a explicar el respaldo a Donald Trump, pues virtualmente nada de lo que señala en su discurso sobre la inmigración es corroborado por la investigación académica. Los inmigrantes no son más proclives a cometer delitos que el ciudadano medio de los Estados Unidos (de hecho, cometen menos crímenes que los ciudadanos con igual nivel de ingreso). No es cierto que los inmigrantes tengan una incidencia significativa sobre el nivel de empleo o ingreso de los estadounidenses con bajo nivel de calificación (el cambio tecnológico es, por ejemplo, un factor más importante para explicar esas tendencias). Tampoco es cierto que los inmigrantes tengan un efecto negativo sobre las perspectivas de crecimiento de la economía estadounidense (las investigaciones indican lo contrario), ni que, en promedio, obtengan más en servicios públicos de lo que aportan en impuestos: la única y marginal excepción es que se trata de la primera generación de inmigrantes indocumentados con bajo nivel de educación formal. Por último, no es cierto que el flujo neto de inmigrantes procedentes de México (esto es, descontando a quienes regresan voluntariamente o son deportados) se haya elevado en años recientes (desde el 2009 ha sido cercano a cero).

Pero el punto es que Trump apela a las emociones y no a la razón de sus potenciales votantes, cuyo perfil parece sugerir sus motivaciones: son blancos no hispanos, mayoritariamente hombres, sobre todo de mediana edad y sureños. La revista The Economist sugiere que se trata además de personas de clase trabajadora, con bajo nivel de educación formal, pero Paul Krugman pone en duda esa afirmación. En cualquier caso, se trataría de quienes creen estar perdiendo oportunidades de trabajo, influencia política y predominio cultural (ergo, las campañas para declarar el inglés "idioma oficial"), frente a, entre otros, los inmigrantes. Por ello repiten con el propio candidato la consigna "debemos recuperar nuestro país" ("We have to take back our country").

Ese grupo social podría proveer a Trump de un elevado piso electoral, pero también de un techo relativamente bajo (a lo que responde, desde hace semanas, que su respaldo en las encuestas se haya estabilizado en 24%). Nate Silver (quien confecciona modelos de predicción electoral con un elevado grado de acierto) sitúa en un magro 2% la probabilidad de que Donald Trump prevalezca en las primarias del Partido Republicano, y ofrece hasta seis explicaciones para sustentar esa predicción. Una de ellas es precisamente que el 24% en la intención de voto por Trump sólo es significativo por contraste con la forma tan fragmentada en la que se divide el 76% restante de los votos entre los otros 16 precandidatos. Como es habitual, buena parte de esos precandidatos se retirará tarde o temprano del proceso, y entonces ocurrirán dos cosas. En primer lugar, los medios concederán mayor cobertura a los candidatos supérstites (hasta ahora Trump ha ejercido un virtual monopolio sobre la cobertura mediática). En segundo lugar, los potenciales votantes de los candidatos que abandonen la competencia emigrarán hacia otras candidaturas. Y las encuestas sobre qué tan favorable es la percepción de esos candidatos entre el electorado sugieren que la gran mayoría de esos votos no migraran hacia la candidatura de Trump.        

Eso no implica, sin embargo, que, al igual que otros candidatos extremistas antes que él, Donald Trump no pueda obtener algunas victorias en la etapa inicial de las elecciones primarias. Por ejemplo, Pat Buchanan ganó en 1996 las primarias de New Hampshire, Mike Huckabee ganó en 2008 las primarias en Iowa, y Rick Santorum hizo lo mismo en 2012. Pero todos ellos perdieron la nominación republicana, y por márgenes sumamente amplios.

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