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¿Algo de tomar? Un vaso de agua de lluvia, por favor
Mié, 07/08/2013 - 09:51

Maria Eugenia de la Peña

¿Algo de tomar? Un vaso de agua de lluvia, por favor
Maria Eugenia de la Peña

Maria Eugenia de la Peña es ingeniera civil egresada de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y maestra en Ingeniería Ambiental por la Universidad Técnica de Hamburgo en Alemania, con especialidad en saneamiento sustentable. Es la Especialista en Agua y Saneamiento en la Representación de México desde 2011. Antes de entrar al Banco, trabajó en la Comisión Nacional del Agua en México.

Constantemente en las ciudades hablamos de la lluvia como la causante de las inundaciones, del desbordamiento de las alcantarillas y el caos vial. Bosco Quinzaños reconoció otras bondades del agua de lluvia y desarrolló un concepto muy innovador para captarla, purificarla, embotellarla en hermosas botellas de vidrio, dando a algunas de ellas un toque de sabor a menta, hierbabuena, romero y albahaca  (sembrados en el jardín del techo en donde se capta el agua), y venderlas en un lugar lleno de ángel, donde el paisaje urbano combinado con los verdes filtros de agua de lluvia, mobiliario rústico y un toque de música clásica te hacen sentir que puedes escapar del caos de la Ciudad de México aun estando dentro de ella.

El proceso de tratamiento consiste en un proceso de filtración, primero a través de filtros de arena del techo del inmueble, la sedimentación en tanques y la micro filtración. Después se destila, se mineraliza e ioniza y finalmente se armoniza al dejar el agua reposar en un tanque de piedras de río que tienen inscritas las palabras: respeto, amor y gratitud.

Bosco, con una formación de administrador y financiero, reconoció la importancia del agua y quiso desarrollar un proyecto que promoviera la conservación del medio ambiente y la integración social urbana, pero que no dejara de ser un negocio rentable para garantizar su sostenibilidad. Así fue como creó la Casa del Agua, una iniciativa, 100% mexicana y hasta donde hoy se sabe, única en el mundo.

Los primeros que se acercaron al negocio fueron los curiosos, que después se volvieron clientes y ahora son asiduos consumidores del agua de lluvia. Ellos ya no tienen que comprar las botellas, ya que existe la opción del “refill” a solo 10 pesos (0.8 centavos de dólar) por la botella de 600 ml. Hoy distribuyen a más de 70 restaurantes en la zona de la Condesa y la Roma quienes venden la botella en más de 60 pesos (5 USD). Con una producción de alrededor de 500 botellas diarias captadas en 120 metros cuadrados del techo de este inmueble, hoy se encuentran al tope de la demanda, con solicitudes incluso de exportación a otros países.

Hablando con Bosco sobre las posibilidades de crecimiento del negocio, comenta su interés en tener muchos más locales en varias ciudades del país. Sin embargo, el reto es no dejar a un lado su compromiso con la sociedad urbana en la generación de espacios de convivencia, donde no se pierda la vivencia de acercarte a comprar una bonita botella y ver como se llena con agua de lluvia que viene de los filtros de vidrio diseñados armónicamente para la transmisión de energía positiva.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Volvamos a la Fuente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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