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Andrés Manuel López Obrador y la destrucción de una de las joyas de la corona
Jue, 04/04/2019 - 10:23

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

Durante el sexenio pasado, varias veces escribí acerca de uno de los grandes éxitos de la economía mexicana: el turismo. Gracias a un esfuerzo conjunto del gobierno y el sector privado, año tras año se rompieron récords en visitantes nacionales y extranjeros, en ingresos, inversiones y generación de empleos. A diferencia de otros asuntos donde Peña le entregó bombas a López Obrador —seguridad y Pemex, por ejemplo—, aquí le heredó una caja de bombones.

El nuevo gobierno, simple y sencillamente, tenía que seguir haciendo lo mismo para seguir por la senda del éxito. Pero no. La Cuarta Transformación está empeñada en descubrir el hilo negro en todo. Dejar su propio sello. Los resultados ya están a la vista en el sector turístico: una caída. Lo lograron: abollaron una de las pocas joyas de la corona.

Revisemos la historia. En el gobierno pasado existía el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) cuya misión era promocionar los productos y destinos de nuestro país en los mercados nacional e internacional.

Todos los expertos en turismo afirman que la mercadotecnia es fundamental para atraer más turistas. Por eso, cada vez más países (Turquía, Israel, Rusia, India y múltiples islas caribeñas) hacen campañas de promoción, sobre todo en los mercados de turistas con mayores niveles de ingreso (Estados Unidos, Canadá y Europa). México no se quedaba atrás. Gracias al
CPTM, se hicieron eficaces campañas de mercadotecnia.

El CPTM era un organismo en el que participaban los sectores público y privado. Tenía una Junta de Gobierno con quince representantes de los gobiernos federal, estatales y municipales y catorce de empresas turísticas. La gran mayoría de los ingresos, alrededor del 85%, venían de un impuesto que les cobraban a los visitantes extranjeros al entrar a México, denominado Derecho de No Residente. De acuerdo con una nota en Expansión: “En 2018, los ingresos del CPTM por los derechos de viajeros alcanzaron 4,890 millones de pesos, que se emplearon en labores de promoción de México como destino”.

El nuevo gobierno de AMLO entró y, en principio, anunció que desaparecería el CPTM. No lo hizo, pero sí lo achicó de manera importante por una razón: cambiaron el destino de los derechos de no residentes. En lugar de utilizarlos para la promoción turística, los usarán para inversiones como la construcción del Tren Maya.

De esta forma, de la noche a la mañana, se terminaron las campañas de mercadotecnia del sector turístico. Y, sí, bajó de manera considerable la actividad económica. Ayer, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial Turístico, Pablo Azcárraga, informó: “Este primer trimestre [de 2019] traemos afectación en las utilidades de las empresas e impacto en el volumen de negocio y en los precios. Al no tener capacidad de llenar el volumen de nuestros servicios, hemos caído en la disminución de precios. La afectación llega al 15% en el Ebitda [utilidad bruta]”.

Aquí el nuevo gobierno cometió un error. Para apropiarse de los miles de millones de pesos que generan anualmente los derechos de no residentes y construir su Tren Maya (ya en este espacio argumenté por qué es una tontería esta obra), México se quedó súbitamente sin promoción turística.

Yo no tengo problema con que el gobierno se salga de esta actividad de mercadotecnia y se lo deje a los privados. Eventualmente, los empresarios tendrán que formar un fondo para promocionar sus negocios. Ya han anunciado iniciativas en este sentido. La equivocación está, como suele ser el caso con en este gobierno, en cómo hacen los cambios: sin decir agua va cortando con machete. En lo que los empresarios buscan alternativas, el país ya está sufriendo, incluyendo el gobierno federal, que también perderá ingresos porque, a menos actividad turística, menos recaudación en otros impuestos como el IVA o ISR.

Para terminar, decir que, mientras no haya campañas positivas de promoción turística de México, lo que escuchan los extranjeros son puras malas noticias sobre este país. Notas que dan cuenta de la creciente violencia o tuits dañinos del presidente Trump. ¿A quién le da ganas de visitar México si, al parecer, las cosas están ardiendo? No hay promoción que balancee esta visión catastrofista. Estamos, pues, frente a un enredo más, con consecuencias negativas para uno de los sectores más dinámicos de la economía. Un embrollo para cumplirle el capricho a AMLO de construir su Tren Maya. De seguir así, habrá muy pocos turistas que lo aborden, si es que algún día lo terminan.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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