En la conocida obra de Anthony Downs, "An Economic Theory of Democracy" de 1959, éste sostenía que en los sistemas multipartidistas la mejor estrategia es la diferenciación ideológica.

En la votación en el Senado que el miércoles 17 de abril terminó destituyendo al ahora ex ministro de Educación, Harald Beyer, se pudo observar claramente la diferenciación ideológica de los senadores ordenados en dos alianzas electorales y políticas, una de las cuales le responsabilizó por no haber fiscalizado debidamente el lucro en las universidades chilenas.

Tal vez del improperio o chilenismo de la ministra vocera de gobierno Cecilia Pérez, y de la frase para el bronce de la titular del Trabajo, Evelyn Matthei, de que "la orden de liquidar a Beyer viene de Bachelet o de alguien cercano a ella", hizo que se olvidara que en esta acusación los actores se comportan de forma racional y que las transacciones entre actores políticos están determinadas por ciertas características que las vuelven susceptibles a problemas de oportunismo.

En el hemiciclo, un independiente marcó la diferencia y estableció una estrategia propia de quienes entienden que en una votación de alta polarización, quien dirime es aquél sin posición ideológica en el eje izquierda derecha. El senador por Magallanes y la Antártica Chilena, Bianchi, debió haber sabido que en el partido Demócrata Cristiano más de un voto estaba en duda. Probablemente por ello -aunque le correspondía originalmente hablar en tercer lugar- no se presentó en la sala, con lo cual podría dirimir al final. Comunicacionalmente fue una estrategia que lo acercó a los estudiantes y puso en relieve algo que los partidos olvidan: los independientes sí importan y si hubiera más de ellos, le introducirían incertidumbre al juego legislativo.

Si lo anterior lo consideramos desde la perspectiva de los mercados políticos, en éstos la información se considera imperfecta, lo que deriva en que los costos de transacción –es decir, aquellos costos de medir y de hacer cumplir los acuerdos-, también sean imperfectos. En este sentido, los legisladores no pueden tener éxito actuando solos, sino que deben hacer acuerdos con otros legisladores que tienen intereses distintos.

Y Bianchi demostró que sí es posible. Las restricciones informales, sanciones, costumbres, tradiciones y códigos de conducta son temporales, ya que los congresistas están motivados por su reelección, por lo que sus opciones legislativas están configuradas con el objetivo de maximizar su apoyo en el distrito, en este caso circunscripción.