Tiene que ser una gran decepción para Evo, el hombre del pueblo y eterno ganador. Morales ha tenido que temer en las últimas horas por un par de puntos porcentuales para ganar. Si no los logra, tendrá que reconocer la derrota. Sea como sea, esto es amargo para un presidente que generó un cambio positivo en Bolivia como ninguno de sus antecesores lo hizo.
Ya el hecho de haber llegado a la presidencia fue una proeza. Morales ha sido el primer presidente indígena del país con la mayor población indígena de América Latina. Su elección en 2006 rompió con las estructuras coloniales y sentó un precedente más allá de las fronteras de Bolivia. Durante su primer mandato, Morales logró reducir significativamente la pobreza, invirtió las entradas de las reservas de hidrocarburos en educación y programas sociales y mejoró la infraestructura del país. Morales recibió alabanzas internacionales por su política económica y generó estabilidad política en medio del ir y venir de presidentes bolivianos.
Pero, por lo menos, la mitad de los bolivianos no quiere una presidencia eterna de Morales. El pequeño margen de los resultados del referendo sobre una elección indefinida del presidente muestra, a primera vista, un país dividido. Un segundo vistazo a los resultados revela una concepción sana de que el cambio hace parte de la democracia. Evo Morales es una víctima de su propio éxito: la nueva clase media, salida de su propia política expresa nuevas exigencias. Una vez superados la pobreza y el analfabetismo los ciudadanos quieren más que eso: bienestar, educación de calidad y más responsabilidad política. Las recientes acusaciones de corrupción y la preocupación por el futuro económico de Bolivia, en vista de la caída de los precios de los combustibles, pueden haber sido las principales causas de los resultados adversos del referendo para Morales.
Visto con benevolencia, Morales gobierna con un estilo paternalista. Una forma en la que la arrogancia y las tendencias autoritarias son un riesgo intrínseco. Al parecer, muchos bolivianos que hace un año y medio votaron por Morales, ya no quieren seguir bajo su tutela.
La manera como el presidente y partido MAS reaccionen a este resultado es una prueba de fuego para la democracia en Bolivia. De si Morales renuncia voluntariamente a una nueva candidatura, a pesar de una eventual estrecha victoria, es cuestión de estilo. Pero en la democracia mayoría es mayoría. Con ventaja de tan solo un voto en el referendo se puede impulsar una enmienda constitucional que le permitiría a Morales presentar una candidatura en 2019 para otro periodo presidencial.
Esto empero, no quiere decir que en 2019 tendría ganadas las elecciones. Por ello es decisivo ver si el Gobierno va a reaccionar con represalias. Ya la oposición denuncia impedimentos y difamaciones, además de que el espacio para los medios críticos es reducido cada vez más.
Por otra parte, si Morales gana el referendo por unos pocos puntos, es seguro que la oposición va protestar y a lanzar acusaciones de fraude. Con miras a las próximas elecciones sería muy fácil para el gobierno apretar las riendas. Esto aparece más fácil que buscar un candidato adecuado para suceder al carismático Evo Morales y promover por medios democráticos una mayor aceptación del actual presidente.
Evo Morales y su partido podrían también escoger el camino difícil y así demostrar que tan serio se toman la democracia.