Las cifras de inversión en proyectos de minería en Chile son relevantes. Inversiones en diversas zonas del norte de Chile dan luz para mostrar cómo el sector minero experimenta un fuerte crecimiento motivado por la ampliación de yacimientos, ya sea en explotación o que comenzarán a explotarse.
En un reciente estudio de la Fundación Chile en que participaron Anglo American, Antofagasta Minerals, BHP Billiton, Codelco y Collahuasi, se ha concluido que Chile para el año 2020 requerirá 234.500 nuevos trabajadores, debido al ciclo expansivo de la Gran Minería.
Esta información ha llevado a la necesidad de reflexionar sobre la formación de capital humano, a nivel técnico preparado, para hacer frente a esta demanda. Este escenario hace necesario replantearse el modelo de formación y de capacitación que requiere Chile para hacer frente a estos nuevos desafíos y no perder las oportunidades de inversión en la gran minería.
Si se analiza en qué área de la minería están los déficit, estos se concentran en la de operadores de equipos móviles (16.147), mantenedores (13.017) y operadores de equipos fijos (6.823), principalmente en el período 2012-2015. También faltan supervisores y profesionales de mantenimiento; supervisores de extracción de mina y profesionales de procesamiento, entre otros.
Además, entre los años 2012 y 2020 estas empresas crearán 8.600 nuevos puestos de trabajo y eliminarán otros 1.978. Asimismo, deberán reemplazar a 10.840 trabajadores por rotación entre empresas.
Otro tema que debe llamar la atención es que más de 4.000 personas dejarán de trabajar en minería en el lapso 2012-2020 si jubilan a los 60 años, lo que significa la pérdida de personal con conocimientos y experiencias.
En la actualidad, el 50% de los jóvenes más vulnerables, es decir, los que corresponden a los quintiles de la población más bajos, no trabaja ni estudia, y la industria va a necesitar 44 mil personas para los nuevos proyectos mineros hacia 2019 y 2020, y se van a requerir 193 mil para la construcción e inicio de explotación de las minas.
Así como en Chile se están haciendo inversiones en minería por cifras superiores a los US$45 mil millones para esta década, también en Perú y en Argentina se están destinando grandes sumas, por lo que va a haber una demanda relevante de trabajadores calificados en los próximos años en la región.
Algo frecuente que ha comenzado a suceder es que las empresas mineras están hoy saliendo de Chile para buscar el personal técnico que necesitan, pero si comienzan a generarse inversiones en otros países de Latinoamérica, la oferta de técnicos y personal especializado en minería será compleja de satisfacer.
Hasta ahora, los nuevos proyectos mineros no traen cambios relevantes en la automatización de procesos, ni cambios tecnológicos que involucren modificaciones significativas en productividad o en las competencias requeridas para el personal que se demandará en la década. Las competencias que entrega actualmente el sistema de formación en Chile, salvo contadas excepciones, tienen un desalineamiento con lo que requiere el sector minero. El gran problema que presentan países como Chile es que la solución no se está enfrentando con una mirada global o desde las políticas públicas, ya que las empresas de manera aislada están desarrollando planes para reclutar y seleccionar a jóvenes y atraerlos a esta industria, todo ello con una limitada articulación hacia los sectores de educación secundario y terciario, que no han sido capaces de satisfacer la necesidad de las miles de plazas que se requerirán.
Falta la construcción de un imaginario que motive a los jóvenes para asumir el desafío y la oportunidad de trabajar en este importante sector productivo; por otro lado, también es necesario generar las acciones para estimular la formación de técnicos. La educación en Latinoamérica está demasiado centrada en la formación universitaria, todos los incentivos estatales apuntan hacia ella, además nos encontramos con ausencia de marcos de cualificaciones laborales, mecanismos de reconocimientos de aprendizajes previo (RAP) o de experiencias laborales (REL); en fin, varias son las acciones que aun falta desarrollar para estimular la formación de capital humano a nivel técnico, pero lo que sí hay que tener presente es que esta formación es un excelente mecanismo de movilidad social que permitiría a miles de jóvenes hoy desempleados y sin preparación, encontrar un futuro para su desarrollo personal y salir de los niveles pobreza.