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¿Cómo La Chocó Pacífico le robó a Colombia?
Mar, 01/09/2015 - 13:49

José E. Mosquera

La interconexión eléctrica Colombia-Centroamérica
José E. Mosquera

José E. Mosquera es periodista y escritor colombiano. Es columnista de los diarios El Tiempo, El Espectador, Portafolio, El Colombiano, El Mundo, La República, La Patria, El Liberal, El Universal y La Tarde (Colombia), La Nación (Costa Rica), La Prensa, La Estrella de Panamá y El Panamá América (Panamá), El Heraldo (Honduras), Tal Cual (Venezuela) y El Nuevo Diario (República Dominicana), entre otras publicaciones nacionales y extranjera.

La compañía Chocó Pacífico fue una síntesis de una historia sórdida y oscura de robos, sobornos, despojos, pillaje y segregación racial. Una compañía que impuso en su sede en Andagoya, en el corazón del Chocó, un departamento de la costa Pacífica colombiana, un régimen de apartheid similar al de los bantustanes sudafricanos, donde los negros no podían transitar libremente por sus calles sin un permiso especial.

Andagoya, donde tuvo su sede esta compañía, fue una ciudad moderna, lujosa y opulenta, donde sólo tenían acceso los negros de la servidumbre; mientras que al otro lado del río, Andagoyita, un caserío miserable, la pobreza y la miseria hacían destrozos en la vida de miles de chocoanos que morían de hambre y de las enfermedades tropicales.

Una empresa que con la Compañía Minera de Nariño S.A., la Frontino Gold Mines Limited y la Consolidated Gold Dredging Limited formaron parte del emporio minero de la multinacional International Mining de Nueva York, en Colombia. Un emporio que mientras miles de colombianos se morían de hambre en casuchas miserables sobre los cascotes de piedras y arenas, sus accionistas con las ganancias del oro y el platino del Chocó regalaron la construcción del Yankee Stadium de Nueva York.

Un conglomerado minero que fue el principal beneficiario de la más grande bonanza platinífera en la historia colombiana, de 1916 a 1930, cuando Colombia fue el primer productor mundial de platino. En aquel período no sólo expandió sus dominios comprando tierras y derechos mineros a precios irrisorios y con amenazas de muertes de sus escuadrones de asesinos, sino que inició las explotaciones de los grandes yacimientos de platino de Colombia, en el río San Juan y sus tributarios Condoto, Iró y Opogodó.

Un ciclo durante el cual se enfrentó en un litigio por el control de esos yacimientos de oro y platino con la British Platinium & Gold Corp, compañía británica que después de una engorrosa disputa jurídica abandonó la región colombiana del Chocó, en 1927.

Entonces, sin competencia, La Chocó Pacífico, controló de manera monárquica durante más de cuatro decenios el desarrollo minero del departamento del Chocó, con el agravante que arrodilló a la mayoría de la clase dirigente local y la puso al servicio de sus intereses económicos. Fueron contados los líderes políticos de aquella región minera que no sucumbieron ante sus sobornos y su poder imperial.

La falta de coherencia en la legislación minera colombiana -entre las competencias nacionales y las regionales, en cuanto a las entregas de títulos mineros en el siglo XIX y concesiones en la primera década del siglo XX- fue uno de los elementos que utilizó La Chocó Pacífico para burlar las leyes colombianas y no pagar un sólo peso de regalías por el oro y el platino que explotó desde 1916 a 1925, y de allí en adelante durante 49 años pagó exiguas regalías al Estado colombiano.

Y pese a que durante en las primeras décadas del siglo XX el Estado buscó unificar la política minera del país, no pudo anular los títulos otorgados en el siglo XIX de carácter privado, ni los adjudicados como recursos públicos en los primeros decenio del siglo XX.

Un siglo después, aún el país no tiene una política minera clara en cuento a la renta minera y se siguen entregando títulos mineros sin rigor técnico y jurídico. Fueron esas fallas en el ordenamiento jurídico del sector minero colombiano las que aprovecho La Chocó Pacífico para evadir los controles y enviar la producción de oro y platino en sus aviones privados, desde su aeropuerto privado en Condoto (Chocó) directo a Nueva York.

Una compañía que estructuró un enorme poder económico que puso de rodillas y a sus servicios al poder político y judicial de esta región colombiana y con su complicidad causó muertes selectivas, desplazamientos, despojos y atropellos contra los colombianos. Sólo a partir de la creación de una autoría minera, las autoridades colombianas detectaron que La Chocó Pacífico había robado a Colombia durante más de una década.

En 1974, cuando se habían agotado la productividad de las minas, en una maniobra oscura y de testaferrato de una supuesta colombianización del oro, la empresa Mineros Colombiano S.A, supuestamente "compró" La Chocó Pacífico, en una negociación oscura, para asumir el nuevo reto de la “colombianización” de las riquezas mineras de Colombia.

Un año después se descubrió que todo había sido una compra ficticia a los estadounidenses para engañar al gobierno colombiano, cuando se solicitó autorización para girar el 50% de sus utilidades al exterior.

Una sociedad que doce años después entró en crisis y fue liquidada por el ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, quien formó parte del complot de explotadores, que orquestaron el otro plan siniestro de estafar a los trabajadores y pensionados con la entrega de acciones como forma de pago de sus prestaciones para crear una nueva empresa Metales Preciosos, que sólo la constituían chatarras.