Pasar al contenido principal

ES / EN

Corea del Norte: la salida multilateral
Jue, 06/07/2017 - 15:49

Elías Selman

Elías Selman
Elías Selman

Cofundador de América Economía.

Mientras Donald Trump recién llega a Hamburgo para la reunión del G20, el presidente de China Xi Jinping lleva ya varios días en visita oficial en Alemania, visita que incluyó la contribución de su país a la apertura del Jardín de los Panda en el zoológico de Berlin. No cabe duda, que esta visita le ha ayudado al Presidente XI a consolidar la relación cercana que se ha venido forjando hace ya algún tiempo entre Angela Merkel y el presidente de China. El punto es que la relación cercana no es una cuestión solamente de química personal, entre ambos dignatarios , sino de intereses políticos y de valores compartidos. No debemos olvidar que el presidente Xi estuvo en Davos en enero de este año y pronunció un discurso que fue aplaudido calurosamente por todos los asistentes a la reunión del Foro Económico Mundial, en la cual se declaró un ferviente partidario de la globalización y del libre comercio. Del mismo modo, el Presidente XI ha sido un entusiasta adherente al acuerdo de Paris sobre el cambio climático .

Es por estas razones que la sociedad XI – Merkel está sólidamente fundamentada en valores compartidos y una agenda política con coincidencias en cuestiones fundamentales, como el libre comercio, el multilateralismo y el acuerdo climático. No hay duda tampoco que Xi Jinping quiere ocupar el espacio dejado por Estados Unidos desde la llegada de Trump a la presidencia de ese país. Angela Merkel, líder de la Unión Europea y de lo que llamamos el mundo libre, busca desesperadamente un socio que contrapese el sentimiento de abandono por parte de los EEUU de Donald Trump. Y lo ha expresado abiertamente: ”El Sr. Trump hace que EEUU no sea un aliado confiable, en vista de lo cual Europa debe tomar su destino en sus propias manos”.

Este es el contexto en que llega el presidente Trump a Hamburgo. Pero además trae un tema en lo alto de su agenda que es muy delicado: Corea del Norte. Este país ha continuado su serie de ensayos de misiles cuyo propósito final es disponer de una bomba nuclear que pueda llegar a EEUU. Este 4 de julio, y como “regalo a los bastardos americanos” en su día de la Independencia, como dijo su dictador, Corea del Norte semana lanzó un misil balístico intercontinental, que según los expertos del Pentágono, podría en un plazo inferior a dos años ser capaz de llevar una bomba nuclear a las costas de EEUU, lo que por supuesto preocupa de sobremanera a EEUU. La reacción de Trump ha sido hasta ahora declarar que todas las opciones están sobre la mesa, incluyendo la militar. Al mismo tiempo, frustrado porque China, a quien ha venido presionando hace meses para que intervenga ante Corea del Norte, de modo que esta detenga los ensayos nucleares, no ha hecho nada efectivo por detener a Kim Jong-un, quien sigue enfebrecido su camino a disponer la capacidad de enviar una bomba nuclear a EEUU. La frustración de Trump con China se ha traducido recientemente en sanciones a un banco chino y a algunos empresarios y empresas chinas que hacen negocios con Corea del Norte, junto con su habitual sobredosis de tweeters, esta vez cargándolas con China y dejando claro que la opción militar está abierta.

En realidad, la opción militar es muy riesgosa en términos prácticos, ya que cualquier intento militar de destrucción de las instalaciones asociadas a los desarrollos nucleares enfrentaría el obstáculo de que no son fáciles de identificar; además son móviles, por lo que pueden ser cambiadas de lugar tanta veces como sea necesario. Pero más grave aún sería la respuesta militar de Corea del Norte contra Corea del Sur. Seúl, su capital, está a unos cuantas decenas de kilómetros, y la mitad de su población vive dentro de un radio de 50 km. El General James Mattis, Secretario de Defensa de EEUU, ha dicho que éste sería probablemente el conflicto más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial. También Japón está al alcance de Corea del Norte, y no se descarta la posibilidad que Corea del Norte utilizase una bomba nuclear contra Japón, si su liderazgo considera que su situación es de vida o muerte.

Por su lado, China parece juzgar que no tiene porqué resolver a su costo un problema que considera que es básicamente entre EEUU y Corea del Norte. Con su actitud ha disuelto la fantasía de Donald Trump, quien tras su cena con el presidente Xi en su resort y campo de golf en Florida parecía creer que de seguro éste actuaría como su agente para detener a Corea del Norte, a cambio de que EEUU se olvidase de sus amenazas de poner impuestos al comercio exterior con China. Es obvio que la política internacional no funciona de la manera infantilmente simplista que el inexperimentado Trump cree. En efecto, en China, a pesar de su gran poder personal, el presidente Xi no puede hacer lo que se le antoja. Hay balances y contrapesos a tener en cuenta en el Partido Comunista y el Ejército; probablemente muchos de sus altos dirigentes deben pensar que abandonar a Corea del Norte después de una larga historia de apoyo mutuo, que se remonta a la época de la Guerra Fría y a la guerra de Corea, no debiese hacerse. Por otro lado, debe haber oposición a regalarle una victoria a EEUU en su vecindario inmediato, máxime cuando en las últimas semanas la flota estadounidense se ha paseado insolentemente en aguas que China considera bajo su jurisdicción. Por el contrario, China ha mostrado de muchas maneras que quiere reinar en Asia, y no sería una buena señal que ante la primera crisis tirara la toalla ante su gran rival. Dicho eso, a China tampoco le conviene tener una guerra de estas proporciones al lado de sus fronteras, por lo que sí debe tener interés en cooperar para mantener la paz. Todo esto es parte del escenario complejo que EEUU debe tomar en cuenta a la hora de diseñar una política para enfrentar esta crisis con Corea del Norte.

Considerando todo este contexto, creemos que la mejor, y probamente la única solución a la crisis de Corea del Norte, debe tener un carácter multilateral, aunque no le guste a Trump, y que debiese ser negociada con los otros miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, donde China y Rusia tienen veto. Estos dos países ya han dicho que están dispuesto a facilitar la detención de los afanes nucleares de Corea del Norte a cambio de una renuncia a los ejercicios conjuntos entre las fuerzas armadas de Corea del Sur y EEUU, y abrir una negociación directa de EEUU con el régimen de Corea del Norte; esto último ha sido admitido como posibilidad por Trump. Ya sea bajo esta forma u otra que sea más digerible para EEUU, Corea del Sur y Japón, es posible que a través de una negociación con China, Rusia y los otros miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se pueda encontrar una solución. Por lo demás, esto no sería una novedad: fue así como el ex presidente Barack Obama consiguió el acuerdo que limitó el programa nuclear de Irán. Sabemos que a Trump no le gusta el multilateralismo, ni menos seguir el ejemplo de Obama. Pero creemos que no tiene alternativa, y la reunión del G20 en Hamburgo es un buen espacio para comenzar a elaborar una salida multilateral a la crisis con Corea del Norte. Y si no, sálvense quien pueda.

Autores