¿Te has puesto a pensar en cuál será tu siguiente trabajo o posición laboral? ¿En cómo será tu futuro profesional en algunos años? ¿Piensas dónde estarás, qué estarás haciendo y si estarás contento? ¿Sabes ya hasta dónde quieres llegar? ¿A qué aspiras realmente? ¿Tienes todo eso claro?.
Actualmente apoyo a muchas personas, y ayudarlas a elevar su nivel de empleabilidad es mi pasión. Me entristece encontrar a muchos, de todas las edades y condiciones, que trabajan sin rumbo y toman decisiones de carrera al azar. Dedican muchas horas del día a cumplir las metas que sus jefes u otros les imponen, pero no tienen o no saben cómo hacer un plan de vida y menos un plan de carrera con metas y estrategias claras consistentes con lo que quieren lograr. Muchos tampoco han comprendido el concepto de que pueden lograr lo que se proponen. Peor aún, otros tantos ni siquiera se proponen mucho. No aspiran a mucho o a nada. Y, por supuesto, eso es lo que logran.
Para los que tenemos algún nivel de sana ambición profesional, planear el futuro –inventarlo– tampoco es fácil. Pero somos conscientes de que es crucial hacerlo. Como empresarios de nuestra carrera es vital que podamos tomar pronto muchas decisiones que impactarán en nuestro futuro, y hacerlo sin demora. ¿A dónde queremos ir?, ¿a dónde queremos llegar?, ¿qué queremos hacer con nuestros servicios profesionales, con nuestra carrera, con nuestra vida?, ¿hasta dónde queremos que se posicione nuestro nombre y marca personal? Pensar y decidir todo eso es clave para el éxito de nuestras carreras, y es nuestra responsabilidad.
A todos nos toca planear nuestro siguiente trabajo. No se trata de deslealtad ni de falta de compromiso con la actual empresa, sino de un manejo estratégico y realista de la carrera profesional. Idealmente ese siguiente trabajo se dará en respuesta al valor cuantificable que agregamos, a nuestra buena actitud, a la ética con la que colaboramos y al desarrollo de nuestras habilidades y talentos.
Pero eso nadie lo puede garantizar. Ningún trabajo es seguro y siempre habrá cambios. Los trabajos hoy duran lo que nos convenga a ambos, y ninguna empresa puede asegurarnos que tendremos siempre trabajo con ellos. En este mundo en constante movimiento debemos pensar en invertir tiempo y recursos en elevar permanentemente nuestro nivel de empleabilidad a fin de mantenernos vigentes y competitivos. Para ello tenemos que aprender a conocernos como personas y como profesionales para definir bien nuestra oferta de servicios. Debemos definir claramente cuáles son nuestras fortalezas, debilidades e intereses, y tener muy claros nuestros logros, indicadores de éxito y aportes de valor. Y evaluar la vigencia y frescura de nuestra red de contactos, y de nuestra marca personal y reputación. También es importante analizar a fondo el sector en el que nos movemos y las organizaciones que son nuestros objetivos. Con esa información a la mano, podemos proyectar nuestras opciones y desarrollar un plan para llegar allí.
Eso lo hacen constantemente las empresas mediante un plan de negocio, en el cual revisan sus resultados cada tres meses, por ejemplo. De igual forma, nosotros, como proveedores de servicios que somos, debemos generar indicadores y medirnos.