La semana pasada se presentó en Washington D.C. la más reciente edición del Microscopio Global, producido por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de The Economist. Publicado por primera vez en 2007, el Microscopio es una herramienta de referencia para el análisis de la inclusión financiera en países en desarrollo, pensada para ayudar en la labor de instituciones financieras, inversionistas, académicos, reguladores y tomadores de decisión en todo el mundo.
Esta nueva edición llega en un momento agitado para América Latina y el Caribe (ALC), que cerró 2019 con un abanico de situaciones desafiantes fruto de vorágines políticas, sociales y hasta los embates de la naturaleza. ¿En qué lugar queda entonces la lucha por la inclusión financiera?
Recordemos que la inclusión financiera significa el acceso y uso de servicios financieros formales, a costo adecuado y bajo una regulación apropiada, para mejorar las capacidades financieras de la población. Si tomamos en cuenta el delicado caso chileno, aún en curso, podemos ver que hoy más que nunca hacen falta herramientas sensibles que nos dibujen con claridad el panorama regional lejos de proyecciones bienintencionadas, pero sesgadas o tendenciosas.
En la presentación del Microscopio -que cuenta con fondos de la Fundación Bill y Melinda Gates, el Centro para la Inclusión Financiera de Acción, BID Invest y BID Lab-, Mónica Ballesteros, de la UIF de The Economist, recordó que esta herramienta "fue creada hace 13 años y ha evolucionado junto al campo de inclusión financiera (…) Primero comenzamos a evaluar regulaciones en temas de microfinanzas y desde 2018 se convirtió en un mapa para la inclusión financiera en una era digital".
Panorama para la inclusión
Una vez que se cuenta con herramientas como el Microscopio, ¿qué hacer? En BID Invest creemos que los pilares son invertir para crear sistemas financieros inclusivos, fortalecer las instituciones financieras de América Latina y el Caribe, y estimular la competencia.
En ese sentido, BID Invest trabaja con intermediarios financieros de la región para ayudarles a prestar servicios financieros a poblaciones excluidas o con acceso limitado a los servicios bancarios, incluyendo poblaciones urbanas de bajos ingresos, comunidades rurales, mujeres, poblaciones indígenas, micro, pequeña y medianas empresas (mipymes), refugiados y migrantes.
En su edición 2019, el estudio incorporó once nuevos indicadores para evaluar la acción de los gobiernos respecto a la brecha de género en la inclusión financiera. El informe concluye que las mujeres pueden abrir cuentas con los mismos requisitos legales que los hombres en todos los países evaluados, excepto en uno (Camerún). Sin embargo, pocos gobiernos recopilan activamente datos sobre la inclusión financiera de las mujeres o incluyen acciones específicas dirigidas a las mujeres en sus estrategias nacionales.
Tomando en cuenta todo lo anterior, se han establecido cuatro tipos de operaciones como estrategia de trabajo:
1.- Con los bancos, que aprovechan las nuevas plataformas de distribución, como por ejemplo redes de agentes y Fintech para reducir la escala y llegar a poblaciones sub-atendidas. En Ecuador, trabajamos con Banco Guayaquil para incrementar el financiamiento a las pymes, donde el 50% de las microempresas están lideradas por mujeres. De igual manera, el Banco de las Microfinanzas Bancamía de Colombia nos buscó para aumentar su financiamiento a microempresarios rurales y urbanos, en su mayoría dirigidos a grupos de población vulnerable.
2.- Con las instituciones de microfinanzas, que crecen rápidamente y se transforman en una institución reglamentada que toma depósitos financieros. En Brasil, brindamos un préstamo de 100 millones de reales brasileños a Omni Crédito, Financiamento e Investimento, con el fin de proveer soluciones de crédito para poblaciones desatendidas de Brasil. Los destinatarios incluyen clientes camioneros y microempresarios inmigrantes a través de puntos de venta móviles.
3.- Con las cooperativas financieras, que se expanden en las regiones rurales, innovando y formando asociaciones/federaciones junto con la implementación de las mejores prácticas en el gobierno corporativo. En Perú, la Cooperativa de Ahorro y Crédito Pacífico recibió un préstamo de US$10 millones para apoyar la estrategia de crecimiento de la cooperativa más grande de Perú, beneficiando a las mipyme del país. Fedecrédito, de El Salvador, se benefició de una suscripción de bonos por US$15 millones a través del programa DPR, para apoyar la inclusión financiera de mipyme en El Salvador. Los préstamos de Banco Cooperativo Sicredi aumentan la inclusión financiera de Brasil gracias a su presencia en comunidades rurales y remotas. BID Invest otorgó un préstamo en reales brasileños por el equivalente a US$110 millones dirigido facilitar que las micro y pequeñas empresas puedan financiar sistemas de energía solar fotovoltaica a pequeña escala.
4.- A través de las fintech, que están provocando los mercados, construyendo nuevas plataformas y ecosistemas, demostrando nuevas formas llegar y atender a clientes potenciales. En Brasil, por ejemplo, se realizó una suscripción de notas senior emitidas por el fondo FIDC MELI de Mercado Libre por US$50 millones, en reales brasileños, para incrementar la financiación disponible a mipyme de Brasil.
Cabe resaltar que, de acuerdo con el Microscopio, América Latina sigue siendo la región líder en materia de regulación e infraestructura para la inclusión financiera. Colombia, Perú, Uruguay y México lideran el ranking con las políticas, regulación e infraestructura más conducentes de 55 países evaluados alrededor del mundo.
Por ello hacen falta más herramientas como el Microscopio. Mayada El Zohgbi, del Centro para la Inclusión Financiera de Acción, lo puso de esta manera: "Necesitamos ver lo que ocurre en el mercado y usar mejores herramientas de monitoreo". Por su lado, Marisela Alvarenga de BID Invest, dijo que "hemos fortalecido nuestra estrategia para trabajar el segmento de inclusión financiera, proveyendo soluciones financieras y no financieras a una diversidad de instituciones, bancos tradicionales, cooperativas y fintechs".
Los sistemas financieros inclusivos son más eficientes en la asignación de recursos y, por tanto, promueven inversiones que beneficien el desarrollo económico, la creación de empleo y la reducción de la vulnerabilidad para la mayoría de la población.