Con una visión no muy optimista del futuro de la economía mundial, a corto y mediano plazo, se realizó del 25 al 29 de enero, el Foro Económico Mundial de Davos (WEF), en su 42ª edición, que incluyó más de 250 sesiones y plenarias de discusión de importantes temas que atañen al comportamiento de la economía global y de otras facetas de la evolución de la sociedad contemporánea.
Se efectuaron igualmente tres importantes debates sobre el futuro del capitalismo y Klaus Schwab, el académico alemán, fundador en 1971 de este foro mundial, hizo serios señalamientos en relación a la capacidad para confrontar los difíciles problemas que aquejan a la sociedad del siglo XXI. Para este jefe del foro el sistema capitalista luce "un poco envejecido" y podría decirse que "en su forma actual no encaja en el mundo de ahora" y falla en atender las necesidades de cerca de 3 mil millones de seres humanos que sufren de hambre.
No hay que olvidar que esta fue la cuarta ocasión en la que la cumbre económica y empresarial de Davos se reúne en un entorno de crisis global, agravada recientemente por las difíciles circunstancias financieras que están experimentando varias de las economías europeas y que aún arrastra la economía de los Estados Unidos, y a esto se añade la crisis medioambiental sin visos de soluciones concretas.
Como en anteriores ocasiones, esta magna concurrencia de magnates y grandes empresarios, académicos y líderes políticos y jefes de Estado, estuvo representada en personalidades como Bill Gates, quien conjuntamente con su esposa Melinda Gates, asistió en nombre de su multimillonaria fundación filantrópica; el Nobel de la Paz, Muhamad Yunus, promotor del gran movimiento microempresarial con su Grameen Bank de Bangladesh; Ben Verwaayen, presidente de Alcatel, quien defendió el capitalismo argumentando que sus fallas estaban en los errores en su ejecución práctica; David Rubinstein, cofundador del Carlyle Group, también defensor del capitalismo, quien, sin embargo, reconoció la necesidad de regulaciones apropiadas y políticas transparentes para su ejecución.
Del campo laboral y social se destacaron Sharan Burrow, secretaria general de la Asociación Internacional de Sindicatos que agrupa a más de 170 millones de trabajadores, quien hizo agudos señalamientos sobre los graves desequilibrios provocados por el sistema económico global, advirtiendo que "el modelo económico se está socavando a sí mismo" y que, de no haber cambios en el mismo se acentuarán los disturbios sociales.
No faltaron en este evento manifestaciones de movimientos de indignados, calificados por los asistentes como Occupying WEF, quienes han venido, desde el año pasado, criticando con sus mensajes en pancartas lo poco participativo de los sistemas democráticos actuales y el dominio que, según estos grupos, ejerce el capital sobre esos sistemas, creando desempleo, marginalidad y deterioro ambiental.
En la importante concurrencia de líderes políticos y jefes de Estado se destacaron, entre otros, Ángela Merkel que ha venido realizando una labor protagónica en la búsqueda de soluciones a la crisis financiera europea y quien, en sus palabras de apertura del evento, recalcó la necesidad de que los países europeos profundicen las medidas de austeridad y realicen reformas estructurales para combatir el desempleo, que es una de las peores consecuencias de la crisis.
Por América Latina fue notoria la presencia del recién electo presidente del Perú, Ollanta Humala; de Felipe Calderón, de México; y de Ricardo Martinelli, de Panamá. La región fue destacada por haber permanecido hasta el presente inmune a los efectos de la crisis financiera, gracias a las políticas económicas y disciplina fiscal que adelantan países como Chile, Brasil, México, Panamá y Colombia.
Conviene señalar que en este reciente encuentro del Foro Económico Mundial de Davos fue recurrente, como en ningún otro de sus primeras décadas, el tema social y medio ambiental, al igual que el tema de los valores y principios éticos, considerado en el primer punto de la agenda.
Se sugirió la creación de un marco de valores, tomando como referencia el hecho de que, según un reciente encuentro realizado para esta institución cubriendo diez países y más de 130 mil personas, 70% de los encuestados reconocieron que la crisis económica actual está vinculada a una crisis de principios y valores éticos que siembra serias dudas sobre la sustentabilidad del proceso de la globalización actual.
Por eso está planteada la necesidad de promover un nuevo humanismo con la globalización de los valores y el impulso de una ética planetaria.
Ese debe ser el objetivo fundamental de la sociedad del siglo XXI para hacer gobernable y sustentable la globalización.
Pero el mismo no puede limitarse a los discursos y retóricas declaraciones que se acostumbran en las cumbres del Foro de Davos.