La formación de personas no sólo puede centrarse en las universidades, deben existir otros espacios para formar a las personas en este mundo tan competitivo, donde los cambios tecnológicos están a la orden del día y donde la relación entre instituciones de educación superior y las empresas requiere de la mayor cercanía para forma a los trabajadores que las empresas de Latinoamericana necesitan.
Es aquí donde la formación técnica toma un rol relevante. Esta formación corta prepara a las personas para los requerimientos del sector productivo. El desarrollo de un país no puede estar al margen de la relación entre instituciones de educación superior y las empresas. La formación de capital humano está fuertemente asociada a su relación con el medio donde se van a desenvolver.
Para las empresas es de suma importancia que las instituciones de educación superior se vinculen con empresas con la finalidad de ir identificando las necesidades de formación y conocer el estado del arte de las empresas. Los currículums de las instituciones deben estar adecuados a este contexto para que los perfiles de egreso de los alumnos puedan estar en sintonía con los requerimientos del mercado. Por otra parte, también es relevante el que se generen proyectos colaborativos entre las instituciones de educación y las empresas.
Es un hecho que en Latinoamérica existe un déficit de profesionales y técnicos; además hace falta que ellos tengan una mejor calidad. Una de las principales debilidades de los trabajadores es la ausencia de competencias de empleabilidad: la actual fuerza laboral es insuficiente para hacer frente a las exigencias que impone el desarrollo del mundo moderno basado en las tecnologías de información y la comunicación, de allí que el capital humano debe tender al perfeccionamiento constante.
Durante el último tiempo varias han sido las señales a nivel de organismos internacionales como la OECD o Unesco, quienes incentivan la formación de técnicos, lo que nos dice que no sólo las universidades son una opción para muchos jóvenes, ya que también las carreras técnicas tienen un reconocimiento académico, y además de la industria que requiere de los jóvenes que las estudian. Si los programas de los Centro de Formación Técnica son elaborados sobre la base del requerimiento de la industria, en un modelo por competencia, no se pueden negar las reales oportunidades de formación de los jóvenes. Un modelo de competencia, entendiendo a ésta como el conjunto de habilidades, destrezas y actitudes certificables que deben tener las personas para poder acceder a puestos de trabajo en el mundo de hoy.
La formación técnica requiere aumentar sus esfuerzos para mejorar la calidad de sus programas académicos y adecuarlos a las necesidades de las empresas, preparar a sus docentes a trabajar enseñando y evaluando en modelos de competencias laborales. Son pocas las instituciones que lo están realizando y se necesita que existan cada vez más instituciones que entreguen oportunidades de formación a miles de jóvenes que no tiene claro su futuro profesional. Debemos ser capaces de decirles a los miles de jóvenes que tendrán que tomar una decisión que tendrá un impacto sobre su desarrollo futuro. Ellos deben ser capaces de ver que existen oportunidades reales en las carreras vocacionales y que existen instituciones que tienen las condiciones de calidad y pertinencia de sus programas académicos adecuados en la formación de lo que la industria requiere para aquellos jóvenes que no tendrán la opción de ingresar a la universidad. Sin embargo, no son pocos los muchachos que ven que la universidad no es una opción y que tiene dentro de la selección de estudios las carreras vocacionales como primera opción.