Dedicado a la memoria de mi madre, quien aspiraba a un mejor país
En mi artículo anterior: Refundar México, indicaba una serie de reformas que es necesario realizar de manera inmediata para la superación del estancamiento económico y social. Apuntaba que una de las más urgentes era la hacendaria, ya que la inminente macro reducción de los ingresos petroleros presionará a las finanzas públicas, conduciendo a una situación de carácter crítico que pondrá en jaque a la totalidad del sistema económico.
Actualmente en México las finanzas públicas dependen mucho de los ingresos derivados de la venta de petróleo, no tanto como en el pasado, pero siguen siendo un factor de preocupación. En 1980, los ingresos petroleros representaban el 18,4% del total de ingresos del gobierno federal; para 1984 alcanzaron su pico con 44,7%; en 1990 participaban con 29,7%; en 1996 con 35,6%; en 2000, 32,6%, y en 2010, con 32,7% (Fuente: Centro de Estudios de las Finanzas Públicas). Un tercio de los ingresos del gobierno federal proviene de la extracción y venta de petróleo.
El no desarrollar un sector privado competitivo e independiente del Estado, que paga oportunamente sus impuestos, la no reducción de la informalidad, la ausencia de un régimen tributario simple y transparente, entre otros factores, muy pronto pasará factura. El crecimiento económico, ya de por sí insuficiente, se conseguirá hasta donde lo permitan las reservas probadas del hidrocarburo. Sin el ánimo de ser un agorero, la realidad es que una vez que éstas se terminen, la hacienda pública entrará en crisis, a menos que se apruebe en lo inmediato una reforma integral que reduzca la actual dependencia del petróleo y haga más eficiente el sistema tributario (sin olvidar la reducción y mejora del gasto público).
Con información reciente dada a conocer por Pemex y la Secretaría de Hacienda, se sabe que México enfrentará en los próximos 15 años una caída acumulada de ingresos por alrededor de un billón 226 mil millones de pesos (US$ ), provocada por la declinación acelerada del principal yacimiento petrolero: Cantarell (pozo que en 2004 aportaba poco más del 60% de la producción nacional). La caída esperada en los ingresos representa el 9,7% del PIB del 2010.
En los próximos 15 años el valor de la producción de Cantarell caerá 70%, situación que afectará los ingresos del gobierno federal, a menos que se encuentre un yacimiento que sea capaz de sustituir la producción del mencionado activo. Las estimaciones precisas son que en 2024 la producción del que fuera considerado el sexto campo productor más importante del mundo, será de tan solo 160.000 barriles diarios de petróleo crudo y 104 millones de pies cúbicos diarios de gas, representando una caída de 68,9% y 78,2% en esos quince años (Fuente: El Universal de México).
El petroleó se está agotando, a la fecha, con información de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, se tiene que la producción de Cantarell pasó de 1.450.000 barriles diarios en 2000, a 647.000 barriles diarios en 2010, una variación de -64% entre esos años. La producción total de petróleo del país pasó de 3.012.000 barriles diarios en 2000, a 2.586.000 en 2010, una variación de -14,2%. El petróleo gradualmente se ha reducido y está tendencia continuará a menos que se encuentre un nuevo yacimiento.
Hace algún tiempo, el gobierno apostó por un yacimiento denominado Chicontepec, el cual producía 9.000 barriles diarios en el 2000 y produjo 29.000 en 2010, muy lejos de las estimaciones gubernamentales (600.000 y 700.000 barriles diarios), evidenciando con ello las carencias técnicas de Pemex exploración y la posible corrupción asociada con el proyecto.
Ante esta situación, resulta prioritario reformar la haciende pública, y a la vez realizar reformas del sector energético, sería interesante evaluar la posibilidad de modificar las instituciones legales necesarias para permitir la coparticipación de la empresa pública con inversionistas privados, en un marco transparente y adecuado que favorezca la búsqueda de nuevas oportunidades de extracción y producción.
Ir más lejos sería la propuesta de una venta de la empresa pública a inversionistas privados nacionales e internacionales, pero esto está sujeto a mucha polémica y es un tema sensible para la mayoría de mexicanos, por ello es más viable la creación de esquemas de coparticipación.
Hoy en día, Pemex es incapaz de mantener su presupuesto operativo; sigue atada a un régimen fiscal de exacción, trabaja con números rojos, no puede dar mantenimiento a sus instalaciones, carece de recursos para exploración de nuevos yacimientos, menos tiene para realizar tareas de refinación. La otrora abundancia de petróleo se desaprovechó, pudo servir como palanca de desarrollo, pero en su lugar se convirtió en el botín de unos cuantos.
Lejos de lamentarse por lo que no se hizo, las tareas pendientes consisten en reducir la dependencia estructural que tiene el gobierno federal de la extracción y venta de petróleo, reformar el régimen de operación de Pemex y su tratamiento fiscal. El gradual agotamiento de las reservas de petróleo del país tiene que ser percibido como un factor de riesgo, pero también una oportunidad para realizar los cambios que tanto necesitamos. El parcial agotamiento del petróleo puede convertirse en el acicate del total subdesarrollo o bien en el del progreso y bienestar para todos los mexicanos.
*Esta columna fue publicada originalmente en el centro de estudios públicos ElCato.org.