El ex presidente Carlos D. Mesa G., acaba de ser designado por el presidente Morales como vocero boliviano encargado de difundir y explicar en las reuniones internacionales en las que participe el país, la demanda destinada a que la Corte Internacional de Justicia de La Haya sentencie que es obligación de Chile negociar, de buena fe, una salida soberana de nuestro país al Océano Pacífico; demanda que se funda en la doctrina de los actos propios o unilaterales, que trata de la obligación de los países a cumplir sus ofrecimientos. Este es el caso de Chile que, por lo menos en dos oportunidades -1950 y 1975, ofreció a Bolivia cederle una salida soberana al mar.
Hay un antecedente. El ex presidente Mesa planteó en una reunión internacional el tema marítimo. Fue en la Cumbre Extraordinaria de las Américas celebrada en Monterrey, México, el 12 de enero de 2004. Allí, en lo sustancial, dijo: “Hoy, porque miramos el futuro con fe, convocamos al presidente (Ricardo) Lagos y al gobierno de Chile a buscar con nosotros una solución definitiva a nuestra demanda marítima, sobre premisas muy claras que creemos que pueden ser efectivas”. La respuesta de Lagos fue tajante: “… deseo ser claro y preciso, esto no es pertinente para convocar a nadie a debatir un tema como el planteado”. Y añadió: “Chile no tiene temas pendientes con Bolivia; somos un país serio… hemos cumplido nuestra tareas…”. Y sanseacabó…
Este incidente, no contribuyó a nada positivo; sólo aumentó las suspicacias y las tensiones entre los dos países. Fue, en realidad, una falta de previsión diplomática: “Inexplicablemente la actual Cancillería (la de 2004) no comprendió las señales dadas con el tozudo rechazo del presidente de Chile, Ricardo Lagos, a encontrarse con el presidente Mesa, ni antes ni durante la Cumbre”. Así se ratificó aquello de que la sorpresa, a veces, hace caer en la impertinencia. Hay más: no parece acertado hablar casi crípticamente, pues se mencionaron “premisas muy claras” sin precisarlas. Claro está que Lagos, fue torpe y repitió el sonsonete de que “Chile no tiene temas pendientes con Bolivia” (Marcelo Ostria Trigo. Temas de la Mediterraneidad. Fundemos. La Paz, 2004)
Ahora la situación es diferente: Bolivia está en pleno juicio en una corte internacional de justicia, a la que acudió con un nuevo planteamiento basado en la mencionada doctrina de los actos propios o unilaterales. Los otros organismos internacionales ya no tienen injerencia. Los magistrados de La Haya son los que definirán este pleito, y no es de esperar que los motiven unas intervenciones, por bien elaboradas que estén, en reuniones internacionales ajenas a la justicia internacional. Las explicaciones convincentes corresponde hacerlas ante el que decide: La Corte de La Haya.
Si se va hurgar el avispero, ya que es de esperar que las representaciones de Chile respondan en las reuniones internacionales en las que el ex presidente actúe, el clima no va a ser agradable, y la sensación será que nosotros, erráticos, seguimos líneas de acción diferentes a las del pleito en curso.
Si la Corte Internacional de Justicia de La Haya falla de acuerdo con la demanda boliviana, nos esperaría una negociación con Chile, y no es en ese clima que debería realizarse.
Una comunicación de la Cancillería a todos los gobiernos, informando sobre los propósitos de la demanda boliviana, sería menos aparatosa y más efectiva que promover la discusión e inútiles debates en reuniones de organismos internacionales con agendas establecidas.