En la Casa Blanca nunca hubo lugar para amistades. Asesores y ministros libran allí una dura batalla por el poder y por la cercanía al presidente. Steve Bannon, el jefe de estrategia de Trump, fue marginado ahora del Consejo Nacional de Seguridad, el organismo en que se define la política exterior y de seguridad estadounidense. Portavoces presidenciales intentan restarle impacto a esta destitución. Pero, en realidad, comenzó aquí la defenestración de un ideólogo que contribuyó considerablemente al triunfo electoral de Trump.
Esa es una buena notica para Estados Unidos y sus aliados.
Bannon se definió una vez como "leninista” porque, al igual que Lenin, quería destruir al Estado. Declaraciones como esta, al igual que opiniones de corte nacionalista, ya habían hecho sonar hace meses las alarmas de muchos republicanos, que se preguntaban qué personaje inescrupuloso estaba asesorando a Trump. Digámoslo con palabras claras: Lenin fue un criminal de intransigencia ideológica, culpable de la muerte de millones de personas. Nadie debería tratar de emularlo.
Trump tenía que actuar
Durante mucho tiempo, Trump rechazó todos los reparos en torno a Bannon. Pero entretanto, con apenas dos meses en el cargo, el presidente se encuentra ante los escombros de su política. En Siria se vuelven a emplear armas químicas contra civiles, Corea del Norte prueba misiles de mediano alcance, México se distancia de Washington, muchos aliados de Estados Unidos están inseguros. Ninguna ley de Trump ha sido promulgada por el Parlamento. La estrategia de su principal estratega fracasó. Entretanto, solo un tercio de los estadounidenses apoya la gestión presidencial.
Trump tiene que actuar para dar vuelta el timón. No puede despedir simplemente a Bannon, que sabe demasiado sobre lo que ocurre tras las bambalinas del poder. Pero el presidente puede despojarlo de poder. Paso a paso.
Repercusión para Rusia
En Washington se especula frenéticamente sobre quién puede haberle aserruchado el piso a Bannon. ¿El nuevo asesor de Seguridad, McMaster? ¿El vicepresidente Pence? ¿Senadores, o el yerno de Trump, Jared Kushner? Quizás hayan sido todos juntos, lo cual finalmente es secundario.
Lo determinante es que Bannon pierde influencia, mientras profesionales de la política como el director del servicio secreto, Dan Coast, y el jefe de Estado Mayor, Joseph Dunford, la recuperan. Ambos fueron convocados ahora al Consejo Nacional de Seguridad. Eso seguramente volverá más predecible la política exterior y de seguridad. Los aliados de Estados Unidos se alegrarán. El Kremlin, no tanto.
Bannon siempre abogó por mejores relaciones con Rusia. Las correspondientes iniciativas quedarán ahora congeladas. Mientras comisiones parlamentarias sigan ocupándose de posibles relaciones entre el equipo de campaña de Trump y Moscú, Washington probablemente no consumará ningún vuelco en las relaciones ruso-estadounidenses.
La salida de Bannon del Consejo Nacional de Seguridad tiene consecuencias.