La enfermedad que Hillary Clinton escondió y el affaire de los e-mails incrementó nuevamente las posibilidades de que Donald Trump sea elegido presidente de los EE.UU. en noviembre. Lo que puede inclinar la balanza es el factor anónimo: algunos dicen que no van a votarlo pero lo harán, dada su elevada imagen negativa, o al menos su antagonismo en la base del electorado, especialmente en las minorías.
En el gráfico de más abajo se puede observar claramente la diferencia en el promedio de encuestas recopiladas por Real Clear Politics de apenas 1,8 puntos porcentuales a favor de Hillary Clinton, pero achicándose mucho la distancia en las últimas semanas.
Si Trump es presidente, México lo sentirá en carne propia: las proyecciones para el país azteca llegan hasta 2% de la caída del PBI, exacerbado por la baja en las exportaciones en el marco de un NAFTA menos ventajoso para el socio menor. Pero no será el caso para el resto de Latinoamérica.
Recordemos que Trump advirtió que si no gana, "EE.UU. se convertirá en Argentina o Venezuela", pero recurrir al miedo y atacar es un viejo caballito de batalla para sumar votantes, poniendo claramente y en forma equivocada a la Argentina en una vereda en la que ya no está.
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Básicamente el Riesgo Trump sobre Latinoamérica se centra en el mayor proteccionismo que le imprimirá a su economía, nada muy diferente para su plan hacia con China, país al que dijo le impondría un arancel de 45% a sus productos, algo totalmente impracticable para mí.
Se da además justo en un momento de reversión en la actividad de todos los emergentes: los vínculos de la región con la economía estadounidense, el dólar y los flujos de inversión directa están preparados para un aumento considerable. Se da luego de una etapa en la que, tras el giro a la izquierda visto en la década de 2000, la mayoría de los gobiernos de la región se alejaron un poco de los EE.UU.: hoy las exportaciones a Norteamérica representan apenas el 5-13% de las exportaciones de los principales países de Latinoamérica (para Argentina explicó el 6%). La excepción son sus mayores aliados: Colombia (32% de las exportaciones) y México (79%). Y los flujos de inversión directa no llegan a explicar ni el 15% del total de la inversión extranjera: las excepciones son Argentina con el 24% y México 29% (año 2014).
La inversión extranjera directa (IED) hacia la región cayó 9% en 2015, según la Cepal. El único lugar a donde uno puede ir desde el subsuelo es hacia arriba: tengan en cuenta que Brasil en su peor crisis de su historia reciente tuvo unos US$75.000 millones de IED, casi siete veces lo destinado a la Argentina (unos US$11.000 millones).
El potencial aumento de la inversión en Argentina es muy elevado: soplan vientos de cambio y basta con ver el interés de inversores extranjeros hacia nuestro país en el foro de inversiones (denominado "mini-Davos") que se está llevando a cabo actualmente.
Trump podría poner palos en la rueda desde lo comercial a la región, pero el mayor protagonismo que le quiere imprimir EE.UU. a su política exterior choca con la realidad que México se ha convertido en un lugar de fabricación de alto valor agregado para las cadenas de suministro de muchas empresas estadounidenses.
Las propuestas de Donald Trump apuntan a favorecer la industria nacional para generar empleo con proteccionismo vía aranceles, sustitución de importaciones y revisión de acuerdos comerciales. Eso perjudica a la Argentina.
Habrá que ver la suerte del dólar en este contexto: Trump es partidario a debilitarlo para poder competir mejor, pero eso en definitiva debería favorecer a la Argentina a través de precios de los commodities más elevados. Ese deseo choca con la intención deseo de remover a Janet Yellen de la Fed y subir las tasas de interés cuanto antes, que no sólo perjudicaría a la Argentina, sino sobre todo al resto de los países emergentes más endeudados (Argentina solo posee 27% sobre PBI de instrumentos colocados al sector privado).
Pero, por otro lado, Trump prometió "la mayor revolución fiscal en el país desde Reagan" con una importante rebaja impositiva, un fuerte recorte de impuestos a corporaciones y rebajas a la clase media, así como una reforma fiscal para repatriar capitales de multinacionales. En este caso hasta podría ser positivo si los EE.UU. crece aún más.
Tanto su política inmigratoria más estricta como la reducción planeada del tamaño de los grandes bancos y el fortalecimiento como potencia militar son relativamente neutros para la Argentina y va más apuntada a México y/o China.
Por lo tanto, la amenaza de Trump no es tal, además que muchos de los anuncios son políticos y varias de estas propuestas podrían no llevarse a cabo por sus costos y/o porque dependerán de la composición del Congreso.
*Esta columna fue publicada originalmente en Sala de Inversión.