El proceso electoral en Estados Unidos constituye desde ya un foco de atención internacional por sus repercusiones geopolíticas y económicas a nivel mundial. Al efecto, el inicio de la competencia electoral a través de las primarias del Partido Republicano marca el inicio de una desatada campaña para lograr imponer uno de los nombres que aspiran a representar a este partido en las próximas elecciones de noviembre.
Recordemos que en esta oportunidad, el Partido Demócrata no realizará primarias en virtud de que Barak Obama anunció su voluntad de ir a la reelección, con lo cual los republicanos enfrentan el desafío de superar sus divisiones y encantar a un electorado incrédulo.
Desde el punto de vista internacional, el proceso electoral estadounidense marchará en paralelo con una crítica situación económica centrada en la Unión Europea, y donde la vinculación con el Reino Unido marcará un punto de interés en virtud de los cuestionamiento a la estabilidad de la eurozona y la posibilidad cierta de una recuperación económica de Estados Unidos.
A su vez, la situación de Medio Oriente, particularmente de Irán, instalará dos escenarios: por una parte, el liderazgo americano para convencer a otras potencias de controlar el desarrollo nuclear iraní conteniendo a Israel y, de paso, obtener los cambios políticos urgentes que Siria requiere, y monitorear lo que sucede en Afganistán, Irak y Egipto, entre otros. Con ello, se prevé un cambio sutil pero profundo en las relaciones con Rusia y China.
Todo ello incidirá en la posición republicana respecto a la cantidad de tropas desplegadas a nivel mundial, el desarrollo industrial de nuevas capacidades militares y la forma en la que Estados Unidos debería enfrentar los desafíos de esta década. Si bien actualmente EE.UU. se encuentra enfrentado a la imperiosa necesidad de disminuir su déficit fiscal, precisa generar trabajo y crecimiento económico, lo que normalmente se obtiene a través de inversiones en infraestructura y desarrollo de tecnologías militares, que deberán estar mas focalizadas en virtud del difícil acuerdo obtenido en el Congreso, que ha significado una importante disminución del presupuesto asignado al Pentágono. En suma, el liderazgo económico y comercial de EE.UU. depende de retomar un liderazgo tecnológico-industrial que le brinde estatura económica para responder al desafío de China e India, entre otros factores.
En esta perspectiva, el control de dicho déficit constituye un factor común y a la vez diferenciador entre lo que Obama logre durante este año y una oferta republicana que necesariamente requiere obtener mayoría en el Congreso.
En el escenario político doméstico, los demócratas aparecen con mayor niel de cohesión que sus adversarios. De hecho, el partido Republicano ha mostrado un grado de fragmentación interno importante liderado por el denominado grupo Tea Party, que enarbolando posiciones más conservadores y nacionalistas, ha logrado imponerse en elecciones parlamentarias anteriores, pero ha retrocedido en la posibilidad de tener una buena opción presidencial. Michelle Bashman, por ejemplo, representante de este movimiento, abandonó sus pretensiones en las primarias de Iowa, de donde era representante y obtuvo el sexto (y último) lugar.
En este contexto, el proceso de primarias que recién comienza tendrá su primer “filtro” ciudadano en el super martes del 6 de marzo, donde se realizan primarias en doce estados simultáneamente. En esa oportunidad se sabrá quién acompaña al hoy día favorito Mitt Romney, quien antes deberá superar los proceso de Carolina del Sur y Florida (21 y 31 de enero), apostando a un apoyo importante de los hispanoparlantes. Mas bien, se trata de saber si su propuesta es capaz de encantar a los independientes de estos Estados.
Si bien las primeras aproximaciones no definen al candidato, si permiten identificar sus posibilidades en virtud de dos variables fundamentales: la obtención de votos, como es natural, y la capacidad de obtener recursos financieros para soportar la campaña. A partir de estas dos condiciones se empieza a construir el discurso presidencial republicano, en torno a una figura con capacidad de triunfar frente a un Barak Obama que tempranamente sabrá si sus probabilidades de ganar el 6 de noviembre son reales o no, dado que depende del éxito de los ajustes políticos y económicos que ya estarán a la vista para entonces.
Mitt Romney es un político y millonario, que ha demostrado capacidad de gestión y diálogo con sus adversarios, además de tener ya experiencia en campañas presidenciales. Es considerado un moderado dentro del partido y es criticado no sólo por el origen de su fortuna (comprar empresas en quiebra, recuperarlas y luego venderlas) sino que por ambigüedad de su discurso y su flexibilidad ideológica, que lo ha llevado muchas veces a cercanías con las propuestas demócratas. Siendo el favorito es quien recibe los ataques de los otros candidatos, a quienes les lleva más de 15 puntos de diferencia en las encuestas realizadas hasta ahora.
Se debe tener presente que el electorado estadounidense ha cambiado en estos últimos cuatro años, y son los independientes –más allá de su origen- los que determinarán al próximo presidente. Esto se demostrará en Carolina del Sur y Florida, donde los hispanoparlantes se distribuirán en forma distinta a lo que históricamente había sucedido, en virtud de la agenda sobre migración que se discute en el congreso y las propuestas más radicales que llevan los candidatos. Por esta razón Romney está a la espera de saber si Newt Gingrich, segundo favorito, logra consolidar su posición al interior del partido con una imagen de liberal, con rasgos conservadores, pero precedido de una fama de lobista y tres matrimonios, que resultan inaceptables para un sector de su partido.
Por otra parte, Rick Santorum predica contra el aborto y el matrimonio homosexual bajo un prisma católico que no siempre es bien aceptado en un país de base protestante, no obstante representa un grupo relevante dentro de los republicanos, lo que le entrega una capacidad de negociación en la estructura de la propuesta final, que es necesario tener en cuenta.
Nos queda Ron Paul que, en síntesis, plantea un Estado mínimo que implica suprimir la Reserva Federal y traer de regreso a todos los soldados estadounidenses desplegados en el mundo, lo cual le da un nicho de influencia en sector que han perdido familiares en las distintas operaciones militares estadounidenses.
La disparidad de discursos en los candidatos republicanos habla de los problemas internos de un partido que no logra encontrar su norte en la dinámica del siglo XXI, lo cual confunde a los votantes y le entrega un mayor espacio a los denominados independientes que están más preocupados de tener más y mejor trabajo, en una mejor y más equitativa economía, sin hacerse cargo necesariamente de los problemas mundiales. En este escenario, entonces, el favorito Mitt Romney empieza recién un camino pleno de desafíos y donde las apuestas todavía son prematuras, teniendo presentes las variables domésticas e internacionales referidas en forma sintética. Importante será su política de alianzas al interior de los republicanos y la sintonía ciudadana que logre para imponerse sin abandonar los ejes de sus propuestas iniciales.
En definitiva, los ciudadanos estadounidenses están más bien observando un proceso, antes que decidir si participar en él.