¡El Servicio Secreto Alemán (BND) espió el móvil de Barack Obama! Eso sí daría un toque de humor al tema del espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA). Sería algo así como: lo que puede la NSA, también lo sabe hacer el BND. La idea podría ser incluso atractiva para el gobierno alemán. Pero en realidad, los alemanes dependen de los estadounidenses. Sobre prevención de peligros, como el terrorismo internacional, no se puede decir que haya igualdad de condiciones en la cooperación transatlántica. La NSA tiene más dinero, más personal y mejor tecnología. Probablemente, por eso el BND le sirve al colega norteamericano.
Las sospechas aparecieron por primera vez en verano de 2013, cuando el informante Edward Snowden publicó información respecto a escuchas de las telecomunicaciones globales del NSA. Rápidamente, se supo que también el BND habría usado estas prácticas. Palabras clave como “Prism” o “Eikonal” ya son conocidas y tras estos crípticos conceptos hay escándalos conocidos, como las escuchas del móvil de Ángela Merkel. A la mujer más poderosa del mundo no le hace gracia. Al principio no quiso dar mucha importancia al escándalo de la NSA por un motivo muy claro: Alemania estaba en campaña electoral y Merkel quería continuar como jefa de Gobierno. El entonces jefe de cancillería Ronald Pofalla culminó el show y declaró el escándalo como terminado.
El momento perfecto. También resulta gracioso que la plataforma Wikileaks pusiese en internet las llamadas grabadas a Merkel cuando Pofalla tenía que declarar ante la comisión de investigación sobre la NSA. Podría ser una casualidad o algo calculado, pero en cualquier caso, es el momento perfecto para reavivar las historias del servicio secreto transatlántico. La larga discusión entre la cancillería y el Parlamento en torno a la gestión de documentos secretos terminó siendo agotadora. Y los que lo destaparon y los responsables de la investigación parlamentaria piensan que es importante volver a llamar la atención sobre el escándalo de la NSA-BND.
Entre tanto, la indignación sobre este caso de espionaje provoca sonrisas entre los afectados. Si los servicios secretos norteamericanos espían a la cancillería, ¿por qué no hacerlo en otros sitios como el ministerio de Economía o el ministerio de Defensa? Ahí es donde se planifican exportaciones de armas, controles de armamento o intervenciones en el extranjero. Son cuestiones de seguridad y lucha contra el terrorismo, pero también se podría ganar mucho dinero. Por eso, sería lógico y consecuente espiar en todas partes.
Merkel en la lista de los elegidos. Sinceramente, al gobierno se le pasó la hora. Es posible que la cancillería hubiese sabido cosas sobre el tema antes de que se destapase el escándalo del móvil de Merkel. A lo mejor su nombre y número de teléfono estaban en esa lista de elegidos, que no se les quiere entregar a los diputados de la comisión de investigación. Sería divertido imaginar cómo un especialista del BND descubre el nombre de la canciller como objetivo en una lista del NSA. Pero a la vez, sería realmente triste que se puedan sacar ideas semejantes de todo este escándalo. Además, al parecer el gobierno pretende seguir adelante con ese lema tan conocido en Estados Unidos: “el show debe continuar”.