Ante el comienzo de una nueva era, el Pachakuti, en la sagrada Isla del Sol el presidente de Bolivia, Evo Morales, presentó un Manifiesto que aspira a torcer el rumbo de nuestro planeta, dominado por la crisis a la que lo ha llevado el capitalismo salvaje.
El 22 de enero de 2006, Evo Morales asumió como presidente de Bolivia y asombró al mundo cuando pidió un minuto de silencio por el Manco Inca, Tupaj Katari y Tupac Amaru, entre otros.
Ese día habló sobre la histórica marginación y humillación de los pueblos indígenas, la mayoría de la población boliviana: “A estos pueblos –decía- jamás los reconocieron como seres humanos, siendo que estos pueblos son dueños absolutos de esta noble tierra, de sus recursos naturales”. Aquella oportunidad, también, Evo finalizó su discurso recordando al Sub comandante Marcos y su “mandar obedeciendo”.
Casi seis años después, “el Sub” y “el Evo” se volvieron a encontrar. El 21 de diciembre pasado, miles de zapatistas marcharon en Chiapas para recordarle al poder político que los Mayas, lejos de pronosticar maleficios o maldiciones, todavía están luchando por sus derechos de vida más elementales. En el lago Titicaca, casi a la misma hora, Evo Morales lanzó su Manifiesto de la Isla del Sol con motivo del solsticio de verano.
Evo fue allí para dar esperanzas de un nuevo amanecer. En su discurso de una hora, vinculó la crisis del capitalismo con una crisis civilizatoria. Lejos del reduccionismo de ciertos pensamientos socialistas y marxistas, que no ven más que las variables económicas, Evo criticó la destrucción de la naturaleza y el consumo desenfrenado como parte de una crisis moral. Habló también de la crisis climática, financiera, alimentaria, cultural, ética y espiritual, y con preocupación señaló que el ser humano pretende ser superior a la Madre Tierra y por eso la destruye.
Desde el saber popular, y sin haber pasado por la universidad –más que para recibir premios-, arremetió contra la producción masiva de productos desechables para enriquecer capitales, y el aprovechamiento productivo extractivo e insostenible de recursos naturales renovables y no renovables con altos costos ambientales. Una y otra vez alertó del peligro que debe enfrentar la Madre Tierra, sus ríos, océanos, bosques y el riesgo de extinción del planeta y la humanidad.
Lo que hizo Evo Morales en el Titicaca es proponer un programa de “diez mandatos para enfrentar al capitalismo y construir la cultura de la vida” cuyo objetivo sea refundar la democracia, descolonizar los pueblos y culturas, respetar los derechos de la madre tierra para el Vivir Bien, soberanía de los recursos naturales, saber alimentarse en base a las identidades culturales para el Vivir Bien, y una nueva organización internacional lejos de unas Naciones Unidas que calificó de imperialistas.
Y para Evo Morales no hay medias tintas: el responsable es el capitalismo, y el 21 de diciembre el comienzo del Pachakuti (nueva era), el despertar del mundo a la cultura de la vida y el inicio del fin del capitalismo salvaje.
Aquel 22 de enero de 2006, Evo Morales preguntaba “¿cómo buscar mecanismos que permitan reparar los daños de 500 años de saqueo a nuestros recursos naturales?”. Parece que está encontrando respuesta.
*Esta columna fue publicada originalmente en agencia Télam.