Una majadera consigna ideológica se ha instalado en el imaginario colectivo de Chile: ¡fin al lucro!. Esta frase conlleva innumerables interpretaciones, pero la más recurrente dice relación con la idea de que no sería moralmente aceptable que se lucre, entendiendo por ello la obtención de un beneficio económico por la prestación de servicios que serían un derecho social, como salud, pensiones y educación. Y es en este último punto en el que me gustaría profundizar.
En innumerables estudios se ha demostrado que la educación superior, incluyendo la universitaria y la técnica profesional, es uno de los vehículos de movilidad social más poderosos con el que cuentan las familias vulnerables, y también de clase media, para que sus hijos alcancen mayores niveles de bienestar cultural, económico y social. Chile, históricamente, ha tenido un exitoso modelo educacional basado en prestadores, tanto estatales como privados, el que se amplió en la década del 80 hacia la educación superior, permitiendo el nacimiento de universidades privadas sin fin de lucro e institutos profesionales y centros de formación técnica. Este modelo se ha mantenido inalterable hasta la actualidad. Hoy sólo el 15% de los alumnos de educación superior están matriculados en instituciones estatales y un mayoritario 85% de las familias han escogido instituciones privadas. En conclusión, el Estado de Chile cumple un rol subsidiario de la educación superior y no un rol activo de ella.
Chile gasta en promedio 2,4% de su PIB en educación, un número bastante alto comparado con los de los países OCDE, los que en promedio gastan sólo 1,7%. La educación en nuestro país y el mundo nunca ha sido gratis, su costo lo asume la población, elemento constitutivo del Estado, a través del pago de impuestos o de aportes directos de las familias.
Actualmente, sólo 40% de los alumnos de colegios municipales (estatales) logra obtener más de 475 puntos en la PSU (Prueba de Selección Universitaria), para acceder a universidades estatales o privadas, con lo cual la mayoría de los alumnos más vulnerables de Chile deben optar por estudios técnico profesionales en institutos y centros técnicos, que como ya dijimos pueden ser con o sin fines de lucro.
De hecho, casi la totalidad de los Centros de Formación Técnica (CFT) están constituidos actualmente como sociedades con fin de lucro. Por todo lo anterior, resulta lamentable y casi incomprensible que la gratuidad en la educación superior en Chile haya sido propuesta en 2016 sólo para universidades tradicionales y centros sin fines de lucro, ya que en ellas no estudian los hijos de las familias más vulnerables de nuestro país.
Finning es una empresa multinacional privada canadiense, el mayor representante de equipos y servicios Caterpillar a nivel global, que continuando con su tradición y preocupación por la formación técnica de personal altamente calificado decidió invertir cerca de US$20 millones en la construcción de un CFT con fines de lucro, inaugurado en 2013, el que hoy cuenta con más de un centenar de alumnos vulnerables en sus avanzadas aulas y talleres de Antofagasta y Santiago. Son jóvenes cuyas familias han depositado sus sueños y esfuerzos en una empresa privada que les entrega formación para la vida. Actualmente, la totalidad de los estudiantes del CFT Finning cuentan con becas de estudios que cubren entre el 60% y el 100% de sus matrículas y aranceles.
Entendiendo la realidad, y la coyuntura que vive la educación superior en Chile, hemos determinado entregar gratuidad total a todos nuestros alumnos desde 2016, concurriendo para ello con recursos 100% privados, generados por una empresa con fin de lucro. Tal vez seremos el primer CFT privado con fin de lucro que otorgará la gratuidad total, y lo hacemos convencidos de que las familias más carenciadas de nuestro país son las primeras que merecen acceder a estudios superiores de excelencia, sin costo alguno para ellas.
Convocamos a otras grandes empresas privadas y gremios a seguir este ejemplo de "Gratuidad con Fin de Lucro", ya que creemos firmemente que la provisión privada de educación superior técnica es la mejor forma de lograr una profunda conexión entre el mundo educacional y la realidad de la empresa privada, por medio de una formación dual pertinente, generando alta empleabilidad. El lucro u obtención de beneficio privado no se logra en el proceso educativo, sino posteriormente en el desempeño profesional y calificado de técnicos de primer nivel, que aportan su productividad al negocio principal de las empresas.