Si bien nuestras cifras macroeconómicas de los últimos años son impresionantes, la verdad es que nos ha tomado 60 años duplicar el PBI per cápita peruano, pues el meritorio crecimiento económico logrado en las últimas dos décadas ha servido básicamente para recuperarnos del pésimo desempeño económico de los 70 y 80.
Por ello es muy importante poner especial atención a los riesgos de la desaceleración de la economía peruana que podríamos estar experimentando, y reflexionar sobre algunos indicadores preocupantes sobre la inversión en nuestro país, particularmente en infraestructura, y dentro de ella en el sector de energía eléctrica.
No obstante que entre 2001 y 2011 hubieron importantes avances en electrificación en el Perú, el 36% de la población rural no cuenta con energía eléctrica, siendo Cajamarca el departamento con menor cobertura rural y urbana, seguido por Loreto, Amazonas y Huánuco, de acuerdo con datos del Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin).
El problema que enfrentamos es muy serio. El nivel de inversión en generación eléctrica es claramente insuficiente. Si uno analiza el incremento de la demanda por energía eléctrica producto del crecimiento económico del país en los últimos años, es evidente que las inversiones que no hagamos hoy, constituirán un factor limitante para nuestro crecimiento futuro, especialmente en las regiones donde se requiere precisamente de mayor desarrollo.
La Agencia de Promoción de la Inversión Privada del Perú (ProInversión) tiene en cartera tres proyectos eléctricos convocados, dos de ellos de líneas de transmisión, para el Oriente y el Sur, respectivamente, que representan US$800 millones de inversión; y un proyecto de central térmica en Iquitos por US$100 millones, y recientemente ha adjudicado un proyecto de generación y otro de transmisión, ambos en el sur, que suman alrededor de US$ 800 millones de inversión.
De acuerdo a ciertos cálculos, hacia el 2016 solo se podría atender 7% de la brecha estimada a esa fecha. Requerimos, por tanto, de muchos más proyectos, y que el Estado brinde las condiciones necesarias –en un entorno de confianza, flexibilidad y transparencia- para agilizar la inversión privada en este sector, incluyendo la promoción de proyectos de generación en base a recursos energéticos renovables.
A propósito, un reciente estudio de EY muestra a cuatro países de nuestra región -Brasil, México, Chile y Argentina- entre los mayores 40 países del mundo en el aprovechamiento de la energía eólica, solar, geotérmica y de biomasas. En Chile, por ejemplo, se convocará este año la construcción de una planta solar de 50MW en el desierto de Atacama con una inversión total de US$429 millones. Asimismo, una firma australiana construirá una planta eólica por US$250 millones en dicho país, que permitirá generar 108MW de energía; por otro lado, una empresa irlandesa construirá una planta solar que generará 70MW, y una firma norteamericana ha adquirido recientemente una empresa chilena con planes para generar 1.56GW de energía solar.
El Perú cuenta con prácticamente todos los tipos de recursos posibles para la generación de la energía eléctrica que se requiere para nuestro desarrollo sostenible, sin embargo, diversos proyectos, como el Nodo Energético del Sur, de la cartera de proyectos de ProInversión -que permitiría generar 2GW de energía con una inversión de US$1,200 millones utilizando el gas de Camisea-, no se convocan hasta el momento por falta de definiciones.
A propósito de esto, un reciente estudio de EY sobre los principales riesgos del sector eléctrico en 2013 a nivel global, señala a la intervención política en el sector como el tercer principal riesgo, y estima que para 2015 será el principal riesgo.
En un entorno global económicamente frágil, en el que países como Grecia, Turquía, Irlanda y la República Checa están por privatizar sus activos energéticos, el Estado peruano debe ser ágil y eficiente, y mostrar su madurez en política energética creando las condiciones necesarias que permitan acelerar las inversiones que requiere nuestro país para su desarrollo económico, social y humano.