La noticia apareció en las redes y llegó a los medios tradicionales. Axel Kicillof, exministro de Economía de Argentina durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, estaba de visita en México. Una columna en El Universal informó que abriría una consultoría en Polanco y que ya tenía como clientes a la Secretaría de Bienestar y a la de la Función Pública. La nota me pareció extraña, porque al presidente López Obrador no le gustan las consultorías privadas, mucho menos las extranjeras. Si no les hace caso a los expertos económicos de su equipo, ya parece que AMLO va a contratar a un economista argentino para asesorar a su gobierno.
La noticia, efectivamente, era falsa. Kicillof sí estuvo en México, pero no para abrir un despacho. “No conozco Polanco, no conocía a ninguno de los funcionarios mencionados en la nota y no me dedico a la consultoría”, dijo en Twitter quien hoy es diputado del partido de la expresidenta Fernández.
Kicillof se reunió, eso sí, con Martí Batres, presidente del Senado; Héctor Vasconcelos, de la Comisión de Relaciones Exteriores de esta cámara; Luisa María Alcalde, secretaria de Trabajo; Graciela Márquez, titular de Economía, y Mario Delgado, líder de los diputados de Morena. De un tuit de éste se infiere que la agenda de Kicillof en México la arreglaron Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública, John Ackerman, miembro de Morena, y el actor Daniel Tovar. El propio Ackerman lo invitó a dar una charla en la UNAM y Carmen Aristegui lo entrevistó en CNN.
Desde luego que Kicillof y sus anfitriones tienen todo el derecho de reunirse y platicar cuantas veces les venga en gana con quien quieran (incluso, si fuera cierto, y no lo es, poner una consultoría para asesorar al gobierno). Éste es un país libre donde no tiene nada de malo que la izquierda se reúna con sus pares latinoamericanos, que intercambien ideas y experiencias.
Obviamente que Kicillof y sus interlocutores mexicanos comparten su rechazo al llamado “neoliberalismo”. Picado por la curiosidad, me puse a investigar qué propone el argentino como alternativa. Encontré que había publicado, en 2012, un libro titulado Volver a Keynes. Fundamentos de la teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. Acto seguido, hallé una reseña de dicha obra escrita por Carlos Rodríguez Braun, profesor de economía de la Universidad Complutense de Madrid. Así empieza la reseña:
“A España habían llegado noticias o comentarios sobre Axel Kicillof por su labor política, por haber sido subgerente de Aerolíneas Argentinas, la compañía aérea más deficitaria de América Latina, por integrar el importante y privilegiado grupo de poder denominado La Cámpora, ligado al hijo de los señores Kirchner, por haber apoyado la usurpación de los fondos de pensiones privados de la Argentina, por haber sido uno de los padres intelectuales de la confiscación de las acciones españolas de YPF y autor de esta frase, pronunciada nada menos que en el Congreso: ‘el concepto de seguridad jurídica es horrible’; y en general por su complicidad con el protagonismo en la intervencionista, sectaria y onerosa gestión con la que la dinastía Kirchner ha dañado al pueblo argentino”.
Rodríguez hace pedazos el libro de Kicillof por varios errores, por defender a Keynes y por, implícitamente, reivindicar a Marx. Claramente no le gustó. Es lógico: pertenece al bando neoliberal.
Encontré otra reseña de Alejandro López en la Revista Latinoamericana de Economía. Dice el investigador de la UNAM sobre el libro de Kicillof: “Los principios teóricos de la economía neoclásica son cuestionados por diversos economistas formados en escuelas heterodoxas, al observar una realidad que no tiende al equilibrio y que, además, su cuerpo teórico define e identifica a la crisis como una situación excepcional y transitoria que el mercado corregirá si se le deja actuar en absoluta libertad. En este contexto, la obra de Axel Kicillof se inserta en una oportuna y trascendental discusión del devenir económico, pues la teoría dominante ha demostrado su ineficacia en la aportación de soluciones socialmente viables a la crisis internacional”.
No es sorpresa que la izquierda latinoamericana repudie la ortodoxia liberal o neoliberal económica. Lo que no han encontrado es una alternativa y, por eso, desempolvan el pensamiento de Keynes o de Marx, y hasta lo combinan. En el caso de Argentina, las opciones implementadas por Fernández y Kicillofresultaron pésimas. Arruinaron a ese país, que no ha podido salir de una profunda crisis económica desde entonces. Ojalá Kicillof les haya contado esa historia a los morenistas con una visión crítica.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.