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La huella que dejamos
Jue, 16/08/2012 - 10:07

Jorge Medina Méndez

Innovación: una oportunidad para la nueva Latinoamérica
Jorge Medina Méndez

Es Managing Partner de EY en Perú y miembro de su directorio sudamericano. Asesora a importantes empresas peruanas e internacionales. Cuenta con un MBA de la Adolfo Ibáñez School of Management de Miami. Analista y conferencista en temas de su especialidad, es también presidente y miembro del directorio de diversas instituciones universitarias, profesionales y empresariales.

Ante la grave situación ecológica que vive el mundo por el calentamiento global, y las cada vez mayores exigencias de legisladores, reguladores, mercados y la sociedad en general, las empresas viven repensando sus estrategias, modelos de operación y mecanismos de reporte, para ser más eficaces en mitigar el impacto ambiental que causan, e ir adaptando sus negocios a un entorno que está llamado a ser muy diferente al actual, en el que el uso del carbón debería tender a desaparecer.

En diciembre de 2011, en Durban, la comunidad internacional estableció un acuerdo de cambio climático que por primera vez involucraría a todos los países, incluidos compromisos muy específicos por parte de las economías más grandes. El nuevo protocolo de Kioto regirá más allá de 2012, aunque lamentablemente sin participación de EE.UU., Canadá, Rusia y Japón.

A fin de reducir la huella de carbono en las próximas décadas, los gobiernos han desarrollado diferentes opciones de política, dos de las cuales son las principales: (a) el impuesto a la huella de carbono (IHC), y (b) los programas de comercio de emisiones o cap-and-trade. El IHC es un precio fijado en base al contenido de carbono en el uso de combustibles fósiles, según niveles determinados por las autoridades; a su vez, los programas cap-and-trade dan a los emisores el derecho a emitir gases de efecto invernadero (GHG, green house gas) a cambio de un costo.

Un buen número de países, como Australia, han implementado IHC, sea en paralelo a los programas cap-and-trade, o como transición a estos. La India, por su parte, introdujo en 2010 una suerte de IHC consistente en un impuesto a la producción e importación de carbono. Francia, China y Sudáfrica están considerando los IHC a ser implementados durante este y el próximo año. Corea del Sur está evaluando implementar un IHC junto con el sistema de comercio de emisiones cap-and-trade. Asimismo, en Europa, once países han implementado y sistemas IHC por el uso de combustibles fósiles.

En contraste al IHC, los programas de comercio de emisiones cap-and-trade imponen un límite al monto de carbono o emisiones de gases de efecto invernadero que emiten las industrias, lo que permite a los participantes adquirir márgenes o permisos (allowances) de terceros a precios basados en la dinámica del mercado. Los sistemas de comercio de emisiones cap-and-trade vienen siendo cada vez más populares en el mundo. A la fecha, Europa concentra entre 84% y 97% del valor de los mercados de carbono. Por su parte, EE.UU. cuenta con un programa regional de comercio activo desde 2009, mientras que Nueva Zelanda tiene también un esquema activo de comercio, y Australia y Corea de Sur ya han aprobado leyes al respecto.

En los próximos años más países implementarán programas cap-and-trade para asimilarse al esquema europeo. Los dos más grandes emisores de carbono del mundo -EE.UU. y China- también están contemplando programas de comercio de emisiones. Como parte de ello, California, la octava mayor economía del mundo, introducirá en 2013 un programa cap-and-trade, mientras que China comenzará próximamente el suyo, el cual podría estar implementando en 2015.

La tendencia global en este tipo de regulaciones brinda grandes oportunidades a los países de Sudamérica, donde desde hace algunos años se han establecido mercados de bonos de carbono. Por ejemplo, Brasil, Chile y Colombia están dando grandes pasos para fortalecer ese mercado. A su vez, el Perú tiene una gran oportunidad en este campo, pero requerirá de ágiles mecanismos de aprobación que permitan la implementación eficiente de importantes proyectos empresariales de desarrollo limpio en tiempos razonables, y aprovechar así el gran potencial forestal que tiene nuestro país para la captura de millones de toneladas de carbono, y hacer realidad las estimaciones que señalan al Perú como el potencial sexto mayor participante del mercado de bonos de carbono del mundo. Hoy representamos menos del 0,1%.

Tenemos entonces dos retos por delante: por un lado adoptar mecanismos de desarrollo limpio, y por el otro, desarrollar un mercado de bonos de carbono que se convierta en uno de nuestros mejores productos de exportación no tradicional… un negocio verde muy atractivo desde todos sus ángulos. Es nuestra gran oportunidad para dejar una buena huella.