El mercado laboral en un futuro muy cercano estará determinado por la robótica, la inteligencia artificial y todas las tecnologías disruptivas de la llamada “Cuarta Revolución Industrial” o “Revolución 4.0”, representando un enorme reto para los seres humanos, que deberán desplegar sus capacidades intelectuales a un nivel insospechado ante la competencia categórica de las máquinas inteligentes.
De acuerdo al Foro Económico Mundial, en el año 2020 se espera que se pierdan entre cinco y siete millones de puestos de trabajo en los países más desarrollados, por sustitución de la robótica y la inteligencia artificial. El mercado laboral le exigirá a los humanos, además de habilidades tecnológicas avanzadas, otras que complementen la eficiencia de la máquina, habilidades “blandas” como capacidad para resolución de problemas complejos, pensamiento crítico, creatividad, gestión de personal, coordinación para trabajo en equipo, inteligencia emocional, capacidad de resiliencia para la toma de decisiones, orientación al servicio, negociación y flexibilidad cognitiva.
La buena noticia es que esas habilidades flexibles que marcarán las tendencias del mercado laboral en la Cuarta Revolución Industrial, son fáciles de encontrar en las mujeres, que han demostrado poseer un grado inteligencia emocional, creatividad, capacidad expresiva, concentración en tareas múltiples, atención al detalle, flexibilidad en la negociación y capacidad para trabajo en equipo, bastante notables. Sin embargo, en el mundo actual de las tecnologías disruptivas, pesa más la participación masculina, lo que deja un amplio camino por recorrer a la incorporación eficiente de las mujeres en el mercado laboral del futuro.
El gran aporte de internet y las redes sociales a la disminución de las brechas de género en el mercado laboral mundial, es la incorporación masiva de las mujeres al uso de las tecnologías de información, de manera que hoy en día es más fácil convencerse que las habilidades intelectuales de hombres y mujeres son muy similares. A pesar de esta tendencia mundial, en América Latina aún se mantienen presentes indicadores de desigualdad laboral de género que deben atenuarse de inmediato, para superar los retos que el mercado laboral 4.0 impone a las sociedades.
De acuerdo al Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en nuestra región el desempleo afecta más a las mujeres (8,6% de desempleo femenino) que a los hombres (6,6% de desempleo masculino). Igualmente, se ha encontrado que en nuestra región la participación de la mujer en el mercado laboral es de 53% (casi la mitad de las mujeres no posee un trabajo formal), el 78% de las mujeres está empleada en sectores de baja productividad (lo que conlleva a bajas remuneraciones y escaso acceso a la seguridad social) y las mujeres en promedio reciben el 84% del sueldo pagado a los hombres por hacer el mismo trabajo.
La heterogeneidad de la región se expresa en diferencias en el nivel de participación laboral de las mujeres por países. Perú por ejemplo, es el país con la mayor tasa de participación laboral femenina de acuerdo a datos de la CEPAL, seguido de cerca por Bolivia. También se ubican por sobre el promedio regional de 52,6%, Brasil, Colombia, Paraguay y Uruguay. En cambio en Chile, Costa Rica, Honduras, México y Venezuela, las tasas de participación femenina en el mercado laboral son inferiores a 50%.
De mantenerse o profundizarse estos indicadores de desigualdad de género en el mercado laboral latinoamericano, dentro de un contexto de transformación profunda del empleo por la amplia sustitución de mano de obra humana a partir de tecnologías disruptivas (inteligencia artificial, robótica, realidad virtual, internet de las cosas y plataformas de economía colaborativa, entre otras) se podrían exacerbar las desmejoras en las condiciones laborales femeninas, por lo que urge el diseño y aplicación de políticas públicas adecuadas.
Sólo la educación enfocada a la innovación tecnológica, podrá adaptar a las mujeres a las exigencias del mercado laboral futuro. Si el énfasis del mundo laboral estará en las ciencias puras, la tecnología, la ingeniería o las matemáticas, es un buen momento para que las mujeres incursionen masivamente en estas áreas, desplegando en equilibrio sus habilidades intelectuales y habilidades blandas. Un reto importante para las universidades latinoamericanas, es crear redes de conocimiento entre países para la formación de ecosistemas de innovación, resultando ideal que se formen redes de conocimiento orientado al desarrollo específico de habilidades de las mujeres, de cara a las tecnologías disruptivas.
Una de las ventajas más evidentes que ofrece el mercado laboral de la “Cuarta Revolución Industrial” es mayor tiempo libre, lo que podría representar una enorme oportunidad para el impulso de emprendimientos y empresas Fintech lideradas por mujeres (servicios financieros basados en tecnologías de información). Si los avances tecnológicos facilitan la vida cotidiana para la realización de tareas domésticas y las mujeres tienen más tiempo libre para pensar y formarse en el uso de las nuevas tecnologías, así como tiempo para pensar en innovación, serán probablemente líderes en el mercado laboral de muchos países.
La disminución de la brecha laboral de género en Latinoamérica, así como el máximo aprovechamiento de las habilidades blandas femeninas en el mercado laboral regional en el futuro, dependerá de una oportuna y eficiente política pública de acceso a la educación para las mujeres a distintos niveles y en diversos grupos sociales, de un programa efectivo enfocado en la reducción del embarazo precoz (crear más incentivos para el estudio avanzado en tecnología y menos incentivos a la reproducción) y de la homogeneización de las condiciones laborales sin distinción de género en las empresas.
En un mundo donde la población humana supera los 7.560 millones de personas y la mitad de esa población es femenina, no puede haber desarrollo sustentable verdadero, sin incorporar plenamente a las mujeres en la toma de decisiones claves que marcarán el futuro de la humanidad frente a la singularidad en el año 2030, año en el que se espera que la inteligencia artificial supere la inteligencia humana.