Pasar al contenido principal

ES / EN

México: el nuevo PRIAN
Vie, 13/07/2012 - 12:12

Ivonne Melgar

México: ¿Es Josefina más de lo mismo?
Ivonne Melgar

Ivonne Melgar es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (México). Trabajó en unomásuno y en Reforma. Es reportera y columnista del periódico Excélsior, Grupo Imagen y Cadena Tres Noticias. Ha reporteado las actividades de Los Pinos (casa de gobierno de México) desde 2003. Es autora de la columna de análisis político Retrovisor que se publica todos los sábados en Excélsior.

Imposible negar el mandato de las urnas: 75% de los mexicanos quiso un cambio; 19 millones lo buscó a través del priista Enrique Peña Nieto; 15 millones 700 mil, con el perredista Andrés Manuel López Obrador, y 1,5 millones con Gabriel Quadri, contratado por el Panal para conservar su registro.

Así que tres cuartas partes de los ciudadanos decidieron una nueva alternancia y, consecuentemente, el PAN no sólo saldrá de Los Pinos el próximo primero de diciembre sino que, al perder la confianza de las mayorías, descenderá a un claro tercer lugar en el espectro político.

Porque esta vez el reparto de los votos no deja lugar a dudas en la ubicación de cada contendiente. De modo que la ventaja numérica se impone con 6,5% para el candidato ganador, una cifra significativamente alta en un país donde hace seis años la distancia fue de 0,56%.

Sin embargo, las más de tres millones de papeletas que hicieron la diferencia a favor del mexiquense no alcanzaron para cumplir el augurio de que el regreso del PRI sería con carro completo, a la vieja usanza, cuando los presidentes tenían en el Congreso una dependencia más a su servicio.

Por lo tanto, como desde hace 15 años, la pericia del próximo Ejecutivo federal habrá de someterse a la prueba del ácido de los acuerdos y las negociaciones.

Lo peor que podría pasarle es sumarse a la frustración legislativa con la que se despidieron Ernesto Zedillo y Vicente Fox.

Y en el caso de Felipe Calderón, el saldo de su sexenio en el Congreso aún está por verse.

Porque a pesar del duelo del partido gobernante por la derrota del domingo, la candidata perdedora, el Presidente y sus hombres más cercanos han resuelto asumirse desde ya como el fiel de la balanza de la siguiente administración.

Al tiempo que se buscan culpables por el desplome electoral y se desata la puja por la hegemonía del partido que volverá a la oposición, el pragmatismo de los panistas se activa para garantizar una interlocución que numéricamente le correspondería a la poderosa coalición PRD-PT-Movimiento Ciudadano.

Pero mientras López Obrador condiciona la aceptación de los resultados a una limpia de la elección, bajo el argumento de que el PRI contó con más recursos a su favor para cooptar el voto, el PAN pide al IFE revisar el despilfarro millonario del partido vencedor en el entendido de que esto no modificará el marcador.

Adicionalmente, los blanquiazules preparan la agenda de los cambios electorales que, a su juicio, deberían hacerse para superar la inequidad que, ellos también coinciden, habría beneficiado a Peña Nieto en el terreno presupuestal, en el uso de encuestas como propaganda y en un mayor impacto de su oferta en los medios.

Sí, los panistas han perdido el gobierno. Pero mantienen los reflejos y pretenden sentar sus nuevos reales en el Congreso. Saben que el improductivo PRIAN de los últimos años resulta crucial en el regreso del PRI.

Y Peña Nieto coincide. Quiere sentarse a dialogar con los perdedores y ha enviado mensajes a Los Pinos y a la desmontada casa de campaña de Vázquez Mota para garantizar que, de su parte, no habrá arrogancia.

Por eso la mano extendida de Josefina Vázquez Mota hacia el mexiquense, este jueves 5, fue más que un pronunciamiento o una señal de civilidad democrática.

Aprovechemos los días que le restan al Congreso, le propuso la panista al candidato ganador, para sacar adelante las reformas laboral y política. Y argumentó: “Dadas las condiciones en las que esta campaña se desarrolló, el nuevo gobierno sólo adquirirá plena legitimidad si muestra disposición a hacer una reforma política profunda”.

No se trata de una ocurrencia personal. Si la ex abanderada compromete la disposición de los blanquiazules para trabajar en mancuerna con el PRI, desde la Cámara de Diputados y el Senado, es porque conviene a sus bancadas y al gobierno saliente.

Acaso estamos ante una incipiente estrategia en la que Calderón y Josefina buscarían que la transición no se quede en el paso de oficinas y tenga una ganancia de doble vía.

En la aprobación de las reformas, no habrá mezquindad de nuestra parte, han dicho Josefina, el dirigente del PAN, Gustavo Madero y el coordinador en el Senado, José González Morfín.

La idea es abonar en un acuerdo legislativo que facilite el arranque de la siguiente administración y que, simultáneamente, mejor el balance parlamentario del sexenio que expira.

Como lo hizo hace seis años el PRI, con el tercer lugar en la elección, el PAN ha decidido que sus 12 millones y medio de votos valgan tanto o más que los de la coalición de las llamadas izquierdas.

Es una estrategia. Pero también es el mandato de las urnas, cuyas primeras interpretaciones sugieren que sí hubo un voto útil blanquiazul. Y que no fue contrario al PRI.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

Países
Autores