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México: premisas de una iniciativa compleja para legalizar la mariguana
Lun, 17/02/2014 - 10:02

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

Desde hace muchos años me he pronunciado a favor de la legalizar y regulación de las drogas incluyendo la mariguana. No porque esté a favor de estas sustancias tóxicas. Al revés. Como padre de familia, el tema de las drogas me preocupa y ocupa. Pero sé que la disminución del consumo y adicción de narcóticos no se ha resuelto ni se resolverá prohibiéndola. En cambio, si algo hemos aprendido del caso de otra droga mortal -el tabaco- es que las políticas de educación y salud públicas son las efectivas para abatir el consumo. Lo mismo habría que hacer con todas las drogas prohibidas: legalizarlas, regularlas y combatirlas con programas educativos y sanitarios.

En México, el gran problema de drogadicción, con un gran número de muertes al año, se debe a una droga legal: el alcohol. En realidad, como lo demuestran las encuestas, la prevalencia de otras drogas, incluyendo la mariguana, es baja para estándares internacionales. Pero este bajo consumo relativo no significa que no exista un problema. No sólo por el consumo, sino por la estupidez de perseguirlo judicialmente gastando recursos públicos escasos. De acuerdo con la Encuesta en Centros Penitenciarios Federales de 2012 levantada por el CIDE, “60,2% de la población recluida en centros penitenciarios federales, estaba allí por delitos contra la salud. De esos, 38,5% había sido condenado por mera posesión. Por su parte, 58,7% de los reos sentenciados por delitos contra la salud lo habían sido por actos relacionados con la cannabis”. ¡Qué tontería! Sería más productivo utilizar estos recursos para perseguir a los criminales que agravian más a la sociedad secuestrando, extorsionando o asesinando.

¿De verdad evita el consumo el estar persiguiendo a productores y consumidores de la cannabis? No lo creo. Cuando hay demanda, hay oferta. El hecho es que existen cientos de puntos de venta de droga en todas las ciudades. El que quiere mariguana, la consigue.

En este sentido, resulta absurdo seguir persiguiendo a productores, vendedores y consumidores. Afortunadamente en el mundo va avanzando la idea de que la prohibición ha fracasado. Son cada vez más estados en la Unión Americana y países en Europa y América Latina que han dado pasos para legalizar y regular.

El tema por fin llegó a México. Diputados locales del Distrito Federal presentaron la semana pasada una iniciativa para la Reducción de Riesgos y Daños en el Aprovisionamiento y Uso de la Cannabis. Desde el nombre observamos una propuesta compleja. No es gratuito. En México, a diferencia de estados de EU que han legalizado la cannabis con fines medicinales o recreativos, las entidades federales, como el DF, no tienen la misma libertad para hacerlo. “El control sanitario del proceso de estupefacientes (cannabis) y sicotrópicos contenidos en la cannabis (THC, Tetrahidrocannabinol) es facultad exclusiva de la Secretaría de Salud conforme al artículo 194 de la Ley General de Salud”. Cualquier intento de legalizar esta droga en algún estado o el DF puede ser rechazado y detenido por el gobierno federal. El caso podría llegar hasta la Suprema Corte de Justicia quien seguramente declararía ilegal la legalización por contravenir una Ley General que aplica en todo el territorio nacional.

Luego está el asunto del aprovisionamiento. El cultivo de la mariguana, aún en cantidades mínimas, es un delito federal. Ninguna entidad federativa puede legalizar la producción de esta hierba. Después está el asunto de la comercialización. Aquí lo que existe es la llamada “concurrencia” entre la Federación y las entidades federativa. La venta de grandes cantidades de cannabis se considera como un crimen federal. En este sentido, otra vez, el DF no puede legalizar. Pero la comercialización de porciones pequeñas, el llamado narcomenudeo, sí le corresponden a las entidades federativas. En este sentido, la capital podría legalizar.

Como puede observarse, nuestro marco legal dificulta que una entidad federativa pueda legalizar y regular la cannabis. Quizá la mejor definición es que “la Federación decide qué se persigue, quién lo persigue (si la Federación o las entidades federativas) y qué tanto se sanciona, pero corresponde a las entidades federativas -cuando son ellas las encargadas de perseguir los delitos- cómo, cuándo y de qué formas perseguirlos”. Bajo esta premisa, de mezcolanza legal, se presentó la iniciativa de legalización y regulación de la mariguana del DF que, por tanto, tiene un diseño complejo. Mañana veremos las propuestas que la componen.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

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