En medio de las celebraciones por el jubileo de Diamante de Isabel de Inglaterra, y en el marco de un país que ha tenido poderosas reinas en su presente y pasado, Vince Cable -el secretario de comercio británico- declaró que si las empresas inglesas no toman medidas para elevar la representación femenina de manera voluntaria, podrían ser obligadas a tener una cuota forzosa de mujeres en sus consejos superiores.
El mínimo aceptable lo puso en un 25% de representación a nivel directivo para el año 2015. El secretario de Estado británico incluso amenazó con dar a conocer los nombres de las empresas que no estaban cumpliendo, a pesar de que el género femenino en ese país ocupa en promedio el 30,9% de los puestos más altos en 11 sectores tales como: negocios, política y fuerzas policiales, según un estudio realizado por la BBC de Londres.
En Alemania la canciller Angela Merkel, a pesar de no se partidaria de legislar cuotas femeninas, dijo en febrero de 2011 ante unos 50 altos directivos en la sede central de Deutsche Telekom en Berlín: "Considero un auténtico escándalo que en los consejos directivos de las 200 mayores empresas alemanas la participación de mujeres no supere el 3 %”. Tras sus declaraciones aprovecho la instancia para conminarlos a firmar la Carta de la Flexibilidad, una declaración en la que se comprometen a "crear y desarrollar nuevos modelos de empleo que beneficien a Alemania como espacio competitivo para las sedes de empresas".
La situación de Chile es bastante parecida a ese “Club de Toby germano” y gran parte de las empresas no cuentan con una mirada desde el punto de vista de las habilidades femeninas en sus directorios. Un reciente estudio de la Consultora Thesis mostró que solamente el 3,4% de los directores de las 100 empresas con mayores utilidades de ese país, son mujeres.
En cargos ejecutivos, y bajo nuestra experiencia en CTPartners, nos hemos dado cuenta que en el último tiempo las cosas están cambiando en Chile. Aun así, de 400 cargos de primera línea que hemos colocado en los últimos cinco años, sólo 60 han sido ocupados por mujeres, lo que significa un 15% de cargos directivos. Detrás de estas cifras hay una tendencia creciente, pero aún existe la brecha entre hombres y mujeres. La razón es simple, al levantar el universo de candidatos potenciales para un cargo determinado, existe todavía una disponibilidad mucho mayor de profesionales hombres que pares femeninos.
La ausencia de mujeres en las élites no se resuelve imponiendo cuotas, porque esa norma intervencionista deja a las empresas libres de sus responsabilidades y desvía la atención del reto más importante. La tarea clave es retener a las mujeres y permitirles hacer carrera en el mundo laboral.
Al promover la participación laboral de mujeres, las compañías podrán contar en cada nivel de trabajo, con los mejores empleados y colaboradores para cada posición, ya que hombres y mujeres habrán desarrollado sus carreras profesionales. Con esto, a la hora de llenar una vacante, el pool de posibles candidatos tendrá naturalmente personas de ambos géneros, lo que tendrá como consecuencia que quien ocupe una posición directiva lo hará por sus capacidades.
Hoy son cada día más las mujeres jóvenes que están estudiando carreras de corte empresarial, hacen posgrados o cursan maestrías. El año 2011 había en Chile 15.818 mujeres cursando estudio de posgrado, es decir, eran casi la mitad de alumnos de posgrado a nivel nacional.
La actual generación de mujeres está preparada para asumir desafíos y demostrar que por sí sola merece estar en altos cargos ejecutivos y de gobierno corporativo. Caer en el error de imponer la presencia de la mujer por decreto puede llevar a que más de alguien se plantee la pregunta de si una mujer es directiva por méritos propios o por una imposición.