El problema de ser economista es que siempre y sin excepciones en un asado familiar de los domingos tenés un “zapallo”, familiar o no, que te pregunta te sobre economía y no entiende que uno vive de esto toda la semana, y lo que menos querés escuchar en un asado de domingo es una pregunta sobre macroeconomía argentina. Y me preguntaban lo siguiente ¿con la liberación del cepo, entro dólares o los saco? “Entrálos, estoy comprado Argentina hasta los dientes”, respondí y seguí disfrutando del asado sin dar más explicaciones.
El nuevo gobierno de Mauricio Macri tiene una lista enorme de problemas heredados de la pésima e incomprensible administración anterior de Cristina Fernández de Kirchner.
El primero ya comenzó a resolverse: liberar el cepo al dólar, la obra macabra de la heterodoxia local. Recordemos que entre otras cosas llegaron a poner “perros olfateadores de dólares en Aduana” para controlarnos. Increíble pero lamentablemente real.
Los primeros días de su liberación han sido soñados con la negociación del dólar muy tranquila e incluso con clara tendencia hacia la baja y con tasas en pesos que terminaron la semana más tranquilas respecto a la última licitación de lebacs.
Sin embargo, para aquellos que ya se relajaron y creen que lo del cepo es historia, les recomendaría que no bajen la guardia, la estabilidad definitiva del tipo de cambio se llevará los primeros seis meses de gestión y para su éxito, la liberación del cepo deberá ser complementada con una larga serie de medidas, algunas de cortísimo plazo y otras de mediano y largo plazo: lo urgente frente a lo importante.