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Pymes y clase media chilena, entre la espada y la pared
Lun, 13/08/2012 - 10:05

Alejandra Aranda

Los procesos de fusión y la "familia organizacional"
Alejandra Aranda

Desde 1994 se desempeña en la búsqueda de ejecutivos de primer nivel, efectuando procesos en Chile, Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Perú, siendo reconocida por The Economist Intelligence Unit como "Leading Consultant". Master of Business Administration mención en Finanzas y Bachelor of Business Administration, University of Texas, Austin (EE.UU.). Desde noviembre de 2002 es socia fundadora y gestora de Humanitas Executive Search. Fue reconocida por el diario El Mercurio (Chile) como una de las 100 mujeres líderes del 2009.

Las turbulencias económicas y sociales del último tiempo han generado un panorama donde se mezcla la excesiva ansiedad de la clase política (especialmente parlamentaria) por resolver problemas y satisfacer demandas -por una parte-, con restricciones y temores –por otra.

Ansiedad que se ve reflejada en coyunturas como el resurgimiento del debate por la reforma laboral, un tema que suele reflotar en la agenda pública en los momentos menos indicados: aquellos marcados por las rencillas políticas y la búsqueda de ganancias preelectorales. Lo mismo ocurrió con el proyecto sobre flexibilidad laboral, el que por ser blanco fácil para quienes quieren acusar al gobierno de “empresarial”, fue rápidamente guardado en el cajón.

Lo mismo ocurre con otros temas, como el sueldo mínimo. Una verdadera tentación para caer en argumentos populistas que tienen fácil llegada a nivel de opinión pública, pero muy poco análisis de trasfondo.

Nadie podría negar que un aumento del sueldo mínimo siempre es deseable. Sin embargo, pocos se han detenido a pensar en las implicancias que eso puede tener en un sector de la población, como la clase media y las pymes que son, precisamente, los primeros y más afectados frente a una crisis económica.

Si a ello sumamos otras posturas más conservadores o “temerosas”, como la constante negativa del Banco Central de bajar las tasas de interés, el resultado es un cóctel nada de dulce para el sector medio.

Imaginemos a las pymes -la mayoría de las cuales tiene un alto nivel de endeudamiento- pagando un alto precio por los préstamos ya adquiridos. A ello hay que sumar un aumento en el sueldo mínimo,  lo que para la mayoría de estas empresas significa una verdadera hecatombe. Todo, en medio de un escenario de crisis económica y contracción de la actividad.

Por otra parte la flexibilidad laboral, que permitiría a los millones de chilenos que trabajan en pymes conservar sus trabajos y a los empleadores seguir funcionando a pesar de ver restringidas sus utilidades, fue abandonada en el baúl de los recuerdos.

A esta altura suena una obviedad, pero no por ello deja de ser una realidad. Nuevamente las políticas públicas y las buenas iniciativas se han visto afectadas y -por qué no decirlo- enturbiadas por  discusiones cuya motivación es muy distinta a la de procurar el desarrollo y buen funcionamiento de sectores como las pymes, las que entregan el 80% del empleo al país y son la principal fuente de ingresos para la clase media.

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