Si de algo estamos rodeados, abrumados y en ocasiones bombardeados, es de todo tipo de gráficas, carteles e imágenes, las que componen nuestra vida individual y colectiva.
Desde que nos despertamos, vemos, leemos y asimilamos una serie de mensajes que nos llegan desde múltiples fuentes representativas de un imaginario colectivo que muchas veces ni siquiera reparamos en su presencia, ni menos en su papel en la sociedad. La omnipresencia de las imágenes, en todas sus representaciones y formas, parece ya ser tan común en nuestro mundo contemporáneo, que constituye una parte importante (y silenciosa) de la cotidianeidad y normalidad asumida sin reparos.
A raíz de la publicidad y su danza indiscriminada, y muchas veces redundante de logos, lemas y mensajes cotidianos -por ejemplo, en las indicaciones y señalizaciones del Metro que tomamos a diario, hasta las imágenes y frases que lleva la ropa que usamos-, las ciudades y los ciudadanos modernos a ratos estamos cansados de ese intrincado y antiguo sistema cognitivo y cultural de representación de la realidad y de la imaginería colectiva. Por eso, ¿ha pensado qué sucedería si elimináramos por completo todas la gráficas, impresiones, fotos e imágenes que componen nuestra vida?
Tal como el emperador bizantino León III, siempre hay quienes cuestionan el significado y la simbología detrás de las imágenes que nos ayudan a encontrarnos en la sociedad en un lugar común. Es el caso del centro de investigación estadounidense Consumer Connections, liderado por su presidenta, la especialista Francie Turk, que decidió medir el peso social que tiene la señalética gráfica en nuestra vida diaria, a través de la construcción de una realidad extrema: el estudio de campo ''Print Deprivation Project'', que privó a ciudadanos de Estados Unidos, India y Singapur, por dos días, de todo vestigio gráfico, incluyendo periódicos, revistas, rotulación de envases de alimentos, publicidad callejera e incluso documentos de indentificación. El resultado, el caos, la desesperación y la irritabilidad de todos quienes fueron privados de estas representaciones gráficas.
Fue a Hewlett-Packard (HP) a quien se le ocurrió la sádica idea de perturbarnos de esta manera, una compañía que considera que la gráfica, la impresión y las imágenes son parte fundamental e imprescindible ya de la vida humana.
Esta investigación fue una de las keynotes más interesantes, con atisbos filosóficos inclusive, realizadas por la compañía estadounidense durante el reciente HP Global Influencer Summit, realizado en la impactante ciudad china de Shanghai. Una cita en la que además, y ante más de 600 periodistas de todo el mundo, HP lanzó al mercado 14 nuevos dispositivos de imagen e impresión, dando una señal clara, fuerte y global: la 'muerte de la impresión' no es real y la importancia de la gráfica tienen una relevancia que va más allá de la productividad laboral, sentenciando que la privación de la impresión física es imposible y es más, hace daño al ser humano.
El estudio agrega que las personas que se sometieron al experimento, luego de dos días de privación, presentaron altos niveles de ansiedad, irritabilidad y mal humor. Una alta cuota de desorientación y deseperación comenzó a apoderarse de ellos. Incluso, algunos manifestaron temor y hasta sentirse "ciegos".
HP y Consumer Connections pretenden intentar revalorar la importancia de la gráfica y las imágenes, hechas realidad gracias a la impresión, señalando que ésta facilita el aprendizaje y la memoria, representa más fielmente la identidad personal, afianza el sentido de permanencia, tiene el poder de expresar el poder de las marcas e incluso genera intimidad familiar. Concluyendo que “hay algo en el mundo físico que no podemos negar”.
Si esto sucedió en dos días imaginen lo que puede suceder ¡en siete! Esto fue lo que el fotógrafo Chase Jarvis también junto a HP, realizó en el pueblo Spring Green, Wisconsin. Chase y su equipo eliminaron toda la publicidad y gráfica de las calles, todos los envases impresos de los alimentos dejándolos sólo en bolsas plásticas transparentes; eliminaron todas las vestimentas que tuvieran alguna imagen, símbolo o gráfica, así como la señalética de utilidad pública y los menús de los restaurantes. Todo fue eliminado. Y al igual que en India y Singapur, el resultado fue sólo uno: caos.
Este experimento dio lugar al filme denominado "7 days without print, the Spring Green experiment”, del cual un trailer fue presentado en Shanghai, y el pasado 14 de mayo fue la premier en el Guggenheim Museum de Nueva York. Lamentanblemente, este trabajo audiovisual aún no es público.
Más allá de la estrategía de marketing de HP por posicionar sus productos de impresión, dejo con esta columna la puerta abierta a la opinión y al debate: ¿somos dependientes de las imágenes físicas, de la gráfica y las mil y una formas de impresión?; ¿será posible que la digitalización borre todo vestigio de los soportes físicos?; ¿qué alternativa pueden o deben desarrollar las empresas tecnológicas?, o tal como dice HP: ¿“hay algo en el mundo físico que no podemos negar”?