La Asamblea Legislativa de Ecuador, pese al rechazo ciudadano expresado en masivas protestas populares, reprimidas violentamente por el ejército y la policía, aprobó el pasado jueves 3 de diciembre una enmienda constitucional que permite la reelección indefinida del presidente de la República, lo que en América hasta ahora sólo rige en Venezuela y Nicaragua, ambos con gobiernos autoritarios, discrecionales y cleptocráticos. Pese a todo, se informa que el presidente ecuatoriano Rafael Correa no se beneficiará con esta nueva norma y no será candidato presidencial en 2017.
El líder de la agrupación política opositora CREO, a tiempo de denunciar que a sus asambleístas no se les permitió participar en el debate parlamentario sobre la reforma constitucional, afirmó que su objeción a la enmienda no radica sólo en que el presidente Correa vaya o no a la reelección en 2017. "Lo único importante aquí -expresó- es defender la vigencia del principio de la alternancia democrática, principio cuya importancia ha sido aprendida por la experiencia de muchas generaciones, a lo largo y ancho de América Latina".
La enmienda aprobada por el Legislativo ecuatoriano va a contramano con la tendencia de eliminar la reelección de los mandatarios, que procura evitar que éstos se tengan la tentación de perpetuarse en el poder. El caso más reciente lo ha dado el parlamento de Colombia que aprobó la abolición absoluta de reelección, la que también rige en Guatemala, México, Panamá y Paraguay. En el parlamento brasileño, hace poco, se presentó una iniciativa en el mismo sentido.
Lo que no está claro aún es el objetivo del presidente Correa, pues se limitó a decir: "Muy orgulloso de mis compañeros asambleístas. Sin titubear apoyaron la propuesta de transitoria a enmienda, para que no puedan reelegirse en 2017, quienes ya tienen dos períodos". Y, soberbio, añadió: "Costó más que acepten la no postulación del presidente". También vaticinó que su partido Alianza País ganará las elecciones en 2017, asegurando así la continuidad de su proyecto populista al que llama Revolución Ciudadana, impulsado por su gobierno para imponer el llamado socialismo del siglo XXI.
Veamos lo que el conocido y respetado analista Malamud dice acerca de los propósitos -aún no muy claros- del presidente ecuatoriano: "¿Cómo interpretar las palabras de Correa? ¿Tacticismo? ¿Prudencia frente a una coyuntura marcada por el descenso del precio de las materias primas que amenaza graves complicaciones para su gobierno y el futuro? ¿Deseo legítimo de dar un paso al costado y retirarse definitivamente de la vida política?Dada la naturaleza del personaje, esta última opción es prácticamente descartable. Correa considera la "revolución ciudadana" su creación más preciada como para dejarla en otras manos. Lamentablemente, más allá de las expectativas generadas por su anuncio, todo indica que nuevamente prevalecerán el personalismo y el caudillismo por encima de las instituciones y de la democracia" (Carlos Malamud. Infolatam. 15.11.2015).
Los intentos de permanecer largamente en el poder son la constante del populismo y de las dictaduras. No se puede dejar de mencionar que en Bolivia el oficialismo también pretende, mediante un referendo, que se autorice una segunda reelección; claro está, para beneficiar a una persona: el actual presidente que así permanecería 15 años en el poder, más los cuatro años que ilegalmente no fueron computados en su reelección en diciembre de 2014, porque, dizque, esos primeros años no corresponden al nuevo Estado Plurinacional. Como la 'correísta', esta es la curiosa concepción populista de la democracia.