Resulta ser muy interesante el planteamiento de la reforma tributaria como un nuevo pacto social que se alza no sólo necesario, sino además, urgente para terminar con la desigualdad de la que tanto se ha hablado en los últimos años en Chile. Imposible es no simpatizar con tan noble objetivo. Anima el acto de recaudación -la recolección de fondos marcha a paso firme, pero falta conocer el uso de esos fondos-, el horizonte en el que se verán los resultados y cómo el aparato estatal, con su equipo y competencias, pondrá en funcionamiento esta hazaña.
También es interesante mirar qué es lo que pasa en la acera de enfrente, mediando por el crecimiento económico como única receta para la misma enfermedad... la desigualdad, y cómo una reforma tributaria nos aleja de ese tan anhelado crecimiento, medio sin comparación para la erradicación de este mal.
Haciendo el simple ejercicio de fijarse en su alrededor inmediato, probablemente usted encontrará muchísimos ejemplos de desigualdad dura y estructural: las características de estatura, inteligencia, capacidad física, habilidad musical, etc. No hay redistribución de riqueza ni crecimiento milagroso que se pueda hacer cargo de tales diferencias; quizás la fuerza de voluntad, coraje y capacidad de soporte individual es capaz de cerrar o minimizar esas brechas, pero al fin del día no hay nadie más interesado en “igualarse” hacia arriba que quien está en desventaja.
Se entiende que de todos los casos en que la desigualdad se da cita, la que de verdad vale la pena abordar y solucionar, no es la del tipo natural o estructural, sino más bien, la que tiene que ver con el acceso diferencial a las oportunidades. Ahí la pausa es muy merecida y el objeto de atención salta a la vista. Es necesario remover barreras, porque ésa es una mala desigualdad. Entonces, ¿cuánta inversión es necesaria para nivelar la cancha? ¿Cuál es el plan?
De la desigualdad natural, en cambio, nace la fuerza motriz y la motivación para mejorar la competencia, el premio subyacente al acto de mejora. De esa desigualdad o diversidad nace también la creatividad y la innovación para poder imaginar nuevos estados del mundo, para crear, para repensar aquellas posibilidades que incluso hacen mejores a los mejores. Nombraremos, entonces, a este tipo de desigualdad como la “buena desigualdad”.
¿De qué manera podremos saber si las reformas que plantea el gobierno de Michelle Bachelet -tributaria y educacional- abordan la desigualdad buena o la mala? El fin que se otorgue al uso de los fondos puede revelar algunas luces.
El acceso diferencial a las oportunidades se produce temprano en el ciclo educativo -está ampliamente documentado-, por lo tanto, una proporción importante del flujo debería ir a los ciclos iniciales de formación estudiantil, que exista más inversión en educación básica y preescolar que en universitaria.
Interesante resultaría ver también si esta inversión aumenta o reduce la variedad de tipos de educación legitimados oficialmente, como home schooling con exámenes libres, carreras técnicas con opciones de continuidad universitaria, educación particular subvencionada, etc. Podría ser interesante reabrir el debate del lucro, ya que sin tomar en cuenta las ideologías, el hecho de eliminar a aquellos actores que lucran reduce la oferta, contribuyendo a la mala desigualdad.
Hasta aquí, dos hitos en que la reforma educacional potencia la mala desigualdad.
Desde el ángulo de la eliminación de la selección de alumnos -punto a favor para la reforma educacional propuesta- esta iniciativa aumenta la diversidad. Habrá requisitos mínimos a cumplir e instituciones con fines especiales que requieran algún grado de calificación previa al ingreso, pero como norma general, eliminar la selección aporta al proceso. Es importante dejar en claro que el aporte no viene por la vía de apelar a valores superiores como la no discriminación, sino por ser una contribución a la buena desigualdad.
Sólo queda esperar el desempeño de ambas reformas para ver en la práctica si las fichas que se apuestan, pueden suplir los problemas que justifican su creación.