Un empleado satisfecho es una persona que se encuentra a gusto en el trabajo, que se levanta con ganas de ir a su centro laboral, que es productivo y desea cumplir sus objetivos y mejorar día a día. Si el empleado está satisfecho es porque su organización ha logrado crear una atmósfera adecuada y agradable de trabajo, ha logrado entender y cubrir sus necesidades y ha generado un ambiente de salud organizacional.
En este sentido, una organización que pretende ser sana debe apoyar las necesidades de sus miembros en varios aspectos, entre ellos, los que tienen que ver con lo emocional y lo físico. Si se quiere profundizar en la relevancia de este tema no se debe dejar de lado que una infinidad de investigaciones académicas corroboran las hipótesis que argumentan que la salud organizacional está positivamente relacionada con un gran número de resultados óptimos que incluyen un descenso en las intenciones de dejar la empresa y, por si fuera poco, una mejora en el desempeño.
Todo esto hace que una organización que goza de salud favorezca la consolidación de una ventaja competitiva. Un individuo tiene necesidades de crecimiento personal, desarrollo y bienestar general, que, si son atendidas, generan una mayor satisfacción laboral en las organizaciones. Del mismo modo, estudios empíricos demuestran que contextos laborales que fomentan la autonomía inciden positivamente en la motivación intrínseca y la satisfacción del trabajador. En algunos, por ejemplo, los resultados muestran que mayores niveles de autonomía incrementan el compromiso laboral y afectivo de los empleados.
Siendo esto así, existen algunas estrategias de gestión que pueden implementarse para mejorar las relaciones laborales, la satisfacción en el trabajo y la retención de empleados en entornos empresariales.
En primer lugar, velar por los derechos e intereses de los trabajadores es fundamental para mejorar el clima organizacional y aumentar la productividad empresarial. Un ambiente de respeto fortalece la armonía y estimula la creatividad, la innovación y la productividad. En segundo lugar, es crucial considerar los factores emocionales y desarrollar la confianza institucional. La gerencia debe monitorear constantemente la percepción de confianza de los empleados mediante entrevistas y encuestas, ya que la confianza institucional legitima y mejora la eficiencia organizacional.
En tercer lugar, es imperativo evitar los ambientes laborales tóxicos, ya que estos afectan negativamente el compromiso de los trabajadores y su seguridad y salud. La dirección debe abordar cualquier comportamiento cruel o violento para mantener un entorno laboral seguro y saludable. En cuarto lugar, reconocer y apoyar las necesidades individuales de los trabajadores es esencial para su desarrollo. Cada jefe debe entender que su principal responsabilidad es facilitar el crecimiento y desarrollo de sus colaboradores, lo que contribuye a su satisfacción laboral.
Finalmente, ofrecer oportunidades de aprendizaje permanente es clave para retener empleados, especialmente las nuevas generaciones que buscan desarrollarse y sentirse identificados con su trabajo.