En los últimos años, los impactos del calentamiento global han tomado protagonismo entre las organizaciones, ya sea por una alineación con los principios de la ciudadanía corporativa o por las consecuencias que su desatención tendría en un aspecto de negocio. Independientemente de la razón, se ha generado una mayor concientización sobre los riesgos relacionados con el clima y su materialidad, por lo que las compañías están experimentando una transformación dinámica para adaptarse a las nuevas condiciones del mercado.
A medida que los negocios se vuelven más globalizados y sus operaciones se extienden, las empresas deben considerar cómo sus decisiones afectan a las comunidades donde operan. Hasta 2018, el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible había identificado más de mil requisitos regulatorios relacionados con temas ambientales (80% de ellos obligatorio) en 63 países.
La capacidad de una empresa para lograr estrategias de sostenibilidad y responsabilidad social es esencial para su éxito a largo plazo, por ello, la evaluación, certificación, elaboración y comunicación de informes de sostenibilidad ha ido en aumento. En ese sentido, el surgimiento y evolución de estándares, metodologías, herramientas y lineamientos han avanzado para ayudar a las organizaciones en esta tarea.
La certificación de estándares ESG ha aumentado significativamente en los últimos años. Según un informe de Deloitte, el 92% de las empresas del S&P 500 informaron sobre métricas ESG a finales de 2020.
Recientemente ha cobrado relevancia el concepto de la “doble materialidad” dentro de los criterios de sostenibilidad. En 2019, la Comisión Europea introdujo el término "doble materialidad" en sus Guidelines on reporting climate-related information, añadiendo una nueva perspectiva al concepto de materialidad hacia el exterior y haciendo hincapié en que la materialidad implica dos impactos, al interior y al exterior.
La materialidad vista desde el aspecto financiero y sus impactos al interior representa a los eventos externos que desencadenan efectos financieros en la compañía, que generan o pueden generar riesgos u oportunidades que impactan en los flujos de caja y en el valor de la firma a corto, medio o largo plazo. Por ejemplo, cómo el calentamiento global o la contaminación pueden influir en el funcionamiento de una compañía. Pensemos, por ejemplo, en cómo el aumento de la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos puede afectar a la productividad, salud y seguridad de los trabajadores, así como a la infraestructura, transporte y cadena de suministro de las empresas.
En una encuesta global del Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD) publicada en 2019, más de la mitad de las empresas que participaron (119 de 198 empresas) afirmó que sus organizaciones consideran a las cuestiones relacionadas con el clima como riesgos significativos que podrían afectar a sus carteras en la actualidad o en los próximos uno a dos años.
Por otro lado, la materialidad vista desde el aspecto medioambiental y sus impactos al exterior se refiere al impacto de las actividades de la empresa en su entorno, especialmente en el medio ambiente y las personas, considerando los efectos reales o potenciales sobre los individuos y el ambiente a corto, medio o largo plazo. En este caso, aunque los grupos más afectados por las actividades industriales son los ciudadanos, los inversores también están preocupados por la sostenibilidad de sus carteras de inversión.
De acuerdo con un estudio de riesgos y oportunidades climáticas y ambientales del sistema financiero de México realizado por el Banco de México, se declaró que más del 60% de las instituciones de crédito considera que sus carteras se verán impactadas por los riesgos físicos y de transición (la descarbonización de la economía, cambios tecnológicos y tendencias del mercado) dentro de los próximos seis años.
Cabe destacar que un creciente número de empresas, presionadas por inversionistas, accionistas o autoridades, han desarrollado estudios de sostenibilidad priorizando la materialidad financiera, es decir, solo considerando las afectaciones a sus ingresos e inversiones. El reto de las compañías es analizar y comprender cómo afecta su desempeño ambiental, social y de gobernanza (ESG) al medio ambiente y a su negocio, para que puedan responder adecuadamente a las necesidades globales de sostenibilidad y alcanzar sus objetivos.
A medida que la dinámica económica siga avanzando, el cambio climático representará más riesgos económicos y financieros, por lo que la doble materialidad puede ayudar a las empresas a desarrollar todo su potencial económico y comprender que existen otros factores a considerar cuando se trata del éxito de un negocio.
Una empresa que decide implementar la materialidad de impacto y la materialidad financiera tendrá un desempeño completo y equilibrado en sus operaciones y su entorno. El enfoque integral de la doble materialidad no sólo ayudará a entender la viabilidad operativa y financiera del negocio, sino que también presentará a los empresarios una visión necesaria de los riesgos, impactos y oportunidades que el medio ambiente genera.
La utilidad de un análisis de materialidad no sólo impacta en la definición de los contenidos de un informe de sostenibilidad de la organización, sino que también puede permear en su estrategia, su forma de operar, la toma de decisiones, así como en la gestión en general de la empresa bajo un modelo integral que sea financiera, social y ambientalmente responsable.