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Un cisne negro, el próximo presidente de Chile
Lun, 14/10/2024 - 12:00

Carlos Escaffi

Perú: cuando los emprendedores se hacen notar
Carlos Escaffi

Fundador de Relaxiona Internacional y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Inevitablemente y cual profecía, el próximo presidente de Chile será un outsider. Nadie lo verá venir, ni las figuras presidenciables que se sienten llamadas a seguir gobernando cual dinastía, “dueñas de lo político”, tampoco los analistas más sesudos, y seguramente, una vez asumido, se desarrollarán explicaciones que dirán que fue algo atípico, fuera del ámbito de las expectativas habituales, porque nada en el pasado, nada en la historia republicana de Chile, pudo asegurar alguna situación con esa real posibilidad.

La teoría del cisne negro explica un acontecimiento de gran impacto, el factor no previsto, incluso extremo, inesperado o improbable para la sociedad acostumbrada a la paradoja del “gatopardismo”, el “cambiar todo para que nada cambie”. 

Hoy solo estamos viendo lo que nos hemos acostumbrado a ver.

Y claro, ¿cómo negarse al hecho de un outsider presidenciable, sobre todo, cuando las condiciones están dadas?, como que las familias chilenas hoy no tienen plata para cubrir una canasta básica familiar, en donde hoy los chilenos están saliendo de sus casas a vender sus enseres domésticos para subsistir, en donde se evidencia una pobreza en ascenso, ni qué decir del desborde criminal, el campeo de mafias transnacionales, terrorismo urbano, homicidio profesionalizado, sumado a accesos sin dignidad en servicios básicos (educación y salud). En adición, una economía con crecimientos nimios y un gobierno con carencia de sintonía social y desidia que deja pasar con cierto letargo, tal vez convencido de sus tentaciones ideológicas, el cómo millonarias inversiones de capitales privados nacionales prefieren elegir a otra nación que la suya, las razones de la elección, años de diferencia para operar versus los meses que ofrece la otra nación, súmele a ello “permisología” y voluntad política.     

Mientras tanto, ensayamos discursos como si en efecto fuéramos un país del primer mundo, pretendiendo condonar deudas, instalando ideologías “woke”, en paralelo negándose a enfocar con rigor las prioridades sociales, entre ellas seguridad, pensiones, educación, salud y reactivación económica. En resumen, hemos tocado fondo, un país sin norte y un gobierno que empuja la rueda para que llegue al final en las condiciones que sea.

En paralelo, la sociedad empieza a mirar con desprecio el mundo político convencional, harto del aprovechamiento, el cuoteo, corrupción, feudos que se sienten con la suficiencia moral para juzgar a otros sin tener la capacidad para mirar la orgánica criminal interna que han permitido y con la que han convivido.

Dicho outsider podría llegar como una iniciativa cívica, que nace como una respuesta de acción y transformación social, de quienes se resisten a relativizar la penosa situación país en la que estamos sumidos, en donde no solo hemos normalizado el crimen, sino que también la corrupción, el sentirnos extranjeros en nuestra casa, la presencia de narcos, terrorismo y mafias.

La presencia inminente del cisne negro se hará manifiesta como una sólida señal de rechazo a la política convencional, a las fuerzas políticas de siempre y recicladas que gobiernan con una tozudez en la que luego solo evidencian ignorancia, arrogancia, pactos estrafalarios y premios consuelo. 

Otras de las razones que hacen posible la presencia de un outsider, es aquella que empieza a reconocer como una revolución fallida, el controvertido Estallido Social en el que se vulneró a millones de chilenos a través de la violencia y que después, a través de dos procesos constitucionales que pretendían refundar el país, Chile les dijo no.

La corrupción se ha tomado el país de manera obscena, hemos vistos casos que llegan a ser nauseabundos, como las fundaciones fundidas. Se ha corroído las fibras más sensibles de un modelo que en algún momento parecía ser infranqueable y que hoy evidenció que el cohecho tiene más fuerza. Pero lo más indignante es la capacidad absurda, mediocre, tozuda y violenta con la que algunos personajes que se creían “intocables” pretenden desarrollar un discurso que se vale de sofismas para pretender hacer creíble una farsa que lo único que evidencia son los “arreglos” a los que se recurría para entregar un “sobre sueldo” a costa del muy digno y honroso título de profesor universitario de una hoy cuestionable universidad privada, que aparentemente tendría como fin paralelo entregar “confortabilidad” a políticastros de otro gobierno.

Al realizar una radiografía social de Chile, se constata la urgente necesidad de un gobierno independiente, sin carga ni pasado político, no vinculado a las divisionistas derechas o izquierdas, con la capacidad de regenerar un nuevo tejido social, que se pueda poner detrás una causa tan modesta como noble, que aspire al bien común de Chile.

La figura del cisne negro toma más fuerza ante la necesidad de volver a sentir que vivimos en nuestra casa y no en una que no reconocemos, en donde se hace necesario decirle alto a la migración ilegal y focalizar esfuerzos en la expulsión de criminales extranjeros.  

Por lo demás, hoy estamos frente a un Estado fallido, en donde se ha evidenciado la ineficiencia en proveer bienes públicos y en mantener el control institucional y social, prueba de ello, el desborde de la criminalidad que terminó por tomarse el país.

No es de extrañarse que el ave negra llegue con una postura enérgica, con mucha fuerza concentrada en prioridades, como lograr que Chile vuelva a ser un país seguro y no que se acostumbre a normalizar los homicidios que, dicho sea de paso, a la fecha llevamos más de 700. Que tampoco llame la atención que el outisder provoque la aplicación de penas extremas (cadena perpetua de ser necesario) sin compasión ante el terrorismo urbano, con un celoso control migratorio, que apueste por dinamizar su economía y con accesos dignos en salud, pensiones y educación. 

El perfil de del cisne negro quedará definido por un ciudadano que no viene del mundo político, que cree en cuestiones básicas como la defensa de la vida, de la propiedad, de la libertad de expresión, culto, libertad de comercio. Y que se pondrá del lado de la sensatez social, es decir, del lado de la ley, de los que menos tienen, de los vulnerables y desprotegidos, de los emprendedores, de Carabineros y PDI, de las Fuerzas Armadas, de los emprendedores, niñez, adultos mayores, de los que creen que es posible doblarle la mano al destino, de los que se levantan a las 3 de la mañana para mover su negocio, de los que buscan prestaciones dignas, de los que creen que podemos volver a ser un país grande, un Chile que ha sido ejemplo, del lado de volver a reactivar la economía, con foco en la promoción de inversiones (nacionales y extranjeras),con predictibilidad tributaria y una permisología para actividades extractivas que no nos deje fuera de competencia, además de seguir siendo un país que cree en la apertura comercial y un modelo neoliberal jamás intervencionista. 

Este cisne negro apostará por la unidad nacional, con un discurso que reconocerá la historia que tenemos como país y que no puede borrarse. Es probable que llegue con una candidatura independiente, sin listas de parlamentarios y sin un partido político atrás. 

Algunos lo tildarán de utópico, de una extravagancia mesiánica. Su incubación será silenciosa y su llegada será inminente. Romperá la inercia con cambios profundos, antepondrá el bien común de Chile ante las Cámaras y las evidenciará tantas veces sea necesario.

Avisados están. 

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