La investigadora, que ha centrado su trabajo en la utilización de las redes sociales para perpetuar o trascender la memoria de las personas en el espacio virtual, profundizó acerca de la idea de cómo lo digital se entremezcla con la muerte.
Por Andrés Castro G. La vida después de la muerte, uno de los misterios más grandes del universo; o, más bien, en el contexto actual, sería la vida digital luego de la muerte. Hoy en día son varias las redes sociales, entre ellas Facebook, las que ofrecen un servicio de Cuenta Conmemorativa, un símil digital de lo que sería un obituario para dejar mensajes al fallecido o una tumba en Internet la cual es posible visitar tantas veces como uno quiera.
Adriana Goñi es una antropóloga que ha centrado su trabajo en la utilización de las redes sociales, no solo para difundir información acerca de su disciplina, sino también para mostrar cómo la memoria y el recuerdo son inmortales, de cierta forma, gracias a estas herramientas.
Tras su participación en el marco del Congreso Futuro 2020 realizado en Santiago de Chile, en conversación con AETecno, la investigadora explicó cómo hoy se vive de manera distinta la muerte y cómo la hiperconectividad a través de las redes sociales resignificó la muerte, haciéndola parte de un correlato online/offline.
-Adriana, quería partir con una frase que me quedo de la presentación: “cuando morimos, no lo hacemos digitalmente”. Existe una brecha entre perpetuar la página de Facebook o Instagram de una persona a trasvasar su memoria en una memoria flash o en otro tipo de recipiente. ¿Usted conoce experiencias de este tipo?
-Por supuesto que se puede, claro. La tecnología hoy te permite tomar un fragmento de información, texto, imagen, música, video, lo que sea y se extrae, se comparte a donde tu quieres. De hecho se usa mucho eso, se utilizan fragmentos de videos que están circulando muy aterrorizadores. Tu sacas fragmentos de información de cualquier parte de internet, de cualquier perfil y de cualquier usuario, y con eso puedes armar y crear el contenido que tu quieras a favor o en contra de cualquier cosa.
-Y en ese sentido ¿cuál cree usted que son los desafíos de esta tecnología? ¿Es un problema humano, filosófico o técnico?
-Yo creo que esta forma de tecnología cumple funciones, de hecho, de permitir un duelo que nuestra sociedad actual casi no permite. Porque no se expresan los sentimientos de produce el duelo: la depresión, la rabia, la tristeza. Como que no está bien visto expresar esos sentimientos y te dicen cosas como “ya bueno, ya va a ser un año que se murió tu hijo o hija, qué tanto” o cosas como “piensa en tus hijos vivos, no muertos”. Como que no se permite. Pero si yo escribo, un texto y lo tiro al perfil de mi hijo en Facebook y le escribo todo lo que siento, es una catarsis sin duda alguna. Esta tecnología te permite catarsis. Y el hecho que esté ahí instalado, te permite visitarlo y sirve de catarsis.
-Entonces uno de los principales problemas o desafíos de este tema sería un problema humano…
-Si, sería humano, es lo que hablamos cuando nos referimos a la cultura de la muerte. La muerte adquiere como otra dimensión, como que se hace más cercana, sientes más cercanos a tus deudos, está lleno de homenajes. Todos los días recibes en tus dispositivos “hoy tal persona fue asesinado hace 42 años” y el próximo año “cada 43” y así. Nunca lo vas a olvidar, porque lo estamos recordando permanentemente y lo mantienen jóvenes de otros lados pero no es posible envejecer en Internet. Entonces tener esa memoria al alcance de un click es increíble, pasa con los nietos de desaparecidos políticos, personas que desaparecieron a los 22 o 23 años, ni sus hijos los conocieron o tienen un recuerdo de ellos. Hoy en día los nietos están más conectados que nunca con esas personas, tu ves como van a la Plaza de la Dignidad (Plaza Baquedano, Santiago) para recordarlos con un cartel.
Adriana Goñi en el panel "Morir". Imagen: Congreso Futuro.
-En esa línea, me gustaría preguntarle algo más bien filosófico: esta tecnología o esta posibilidad que implica perpetuar la memoria en el tiempo ¿es una especie de rompimiento del ciclo de la vida, o más bien promover la inmortalidad? ¿qué opina al respecto?
-Yo no me atrevo a decir una “inmortalización” como tal, porque no sabemos qué vendrá, el futuro puede traer muchas cosas, por ejemplo un reset completo de Facebook o cualquier red social. Pero sí podemos decir que es una extensión, tu caminas por un sendero acompañado de tus muertos, que antes no podías hacer. Antes no pasaba esto. Muchas personas, abuelos o abuelas, por ejemplo, que han perdido a sus nietos durante la infancia de manera muy trágica, siempre andan caminando con el duelo permanente. Yo pienso que si esas personas hubieran tenido la posibilidad de hacer algún ritual, de decirle cuánto los quieren, de expresar esos sentimientos, a lo mejor el duelo hubiera sido menos prolongado, no hubiera sido un duelo tan crónico y patológico como el que sufren muchos. Yo creo que transitamos junto a nuestros muertos.
-De cierta forma no sería una inmortalidad, sino que como sería un tránsito junto a los muertos…
-Exacto, un tránsito. Porque lo que pasa es que nadie muere hasta que dejas de ser recordado, ahí es la verdadera muerte. Entonces la muerte real es cuando dejan de recordarte, cuando te olvidan y hoy en día no existe un olvido total, gracias a las páginas en redes sociales y los perfiles que dejan las personas que mueren. La muerte se personaliza y cada muerto tiene su espacio, tanto físico como digital.
-¿Usted conoce experiencias de trasvasar memorias de una persona, viva o muerta, trasladandola a robots u otros dispositivos?
-Personalmente no conozco experiencias así. Pero si, leyendo algunas noticias o temas relacionadas con la ponencia, me enteré de una persona, un marido, que su mujer murió y que había instalado en una máquina la mente o la memoria de su esposa fallecida. Eso es una aspiración sin duda, pero han habido casos en que se ha podido implantar recuerdos o conductas de seres vivos traspasados a otros, por ejemplo un experimento hecho con caracoles en Estados Unidos, donde se le inyectó ADN de una especie a otra.
-Finalmente, Adriana, hoy en día la muerte digital o la perpetuación digital de la memoria se ha transformado en un negocio ¿cuál es su opinión al respecto?
-Hoy en día existen casi 130 millones de muertos en Facebook, son los denominados “muertos virtuales sin tumba” o los “fantasmas de Facebook”. Al igual que ese caso están los obituarios o cementerios virtuales. Muchos servicios funerarios están migrando a este tipo de servicios, no sólo por razones económicas como el espacio o el terreno diseñado para este tipo de actividad, sino también porque la vida se digitaliza. Existe un correlato de la muerte online/offline a la vez. Por ejemplo en el Cementerio Metropolitano (Santiago, Chile) hoy existen tumbas virtuales donde los deudos van y dejan mensajes digitalizados en este tipo de servidores de manera de mantener viva la memoria de sus fallecidos. En ese sentido, no existe la muerte digital todavía.