Hasta ahora esta tecnología solamente había servido para mantener con vida a pacientes mientras esperaban un trasplante.
Por Pablo G. Bejerano para ThinkBig. Stan Larkin, de 24 años y originario de la ciudad de Ypsilanti, en el estado de Michigan, ha salido andando del hospital de la Universidad de Michigan tras recibir el implante de un corazón artificial.
Esta es la primera vez que se coloca una pieza de este tipo en una persona de forma no provisional. Hasta ahora esta tecnología solo había servido para mantener a los pacientes con vida mientras esperaban un trasplante de corazón.
Se trata de un compresor, una máquina supletoria que el paciente tiene que llevar consigo allá donde vaya. Pero al menos ahora le permite moverse en lugar de tener que estar recluido en una habitación.
A Stan se le diagnosticó displasia arritmogénica, una cardiopatía hereditaria que puede provocar la muerte súbita de los enfermos. Este problema está detrás del fallecimiento inesperado de algunos deportistas de élite que no tienen aparente riesgo de desarrollar ninguna dolencia del corazón. En el caso de Stan descubrieron su enfermedad cuando sufrió un colapso mientras jugaba al baloncesto con 16 años.
A partir de ese momento a Stan se le implantó un desfibrilador que envía impulsos eléctricos para que el corazón siga funcionando cuando no es capaz de hacerlo por sí mismo. La incomodidad de este sistema –el paciente afirma que un día su corazón se paró 26 veces– se unía a un deterioro progresivo. Mientras esperaba un trasplante su rendimiento cardíaco se redujo al 15%.
La situación de emergencia hizo que los médicos tomaran una decisión: probar el ‘Total Artificial Heart’, un desarrollo creado por la empresa SynCardia que empaqueta la tecnología de Big Blue, un compresor que ya ha sido utilizado en otros pacientes que esperan un trasplante.
La novedad de ‘Total Artificial Hear’ respecto al dispositivo en el que se inspira es el tamaño (y el peso). Mientras que la máquina más antigua pesa casi 190 kilos, la que le han colocado a Stan no llega a seis kilos.
No es algo cómodo de llevar, pero el paciente ya ha salido del hospital, ha visitado un centro comercial y tiene pensado ir a la iglesia. El hermano menor de Stan, Dominique, también padece la enfermedad y en estos momentos también usa un corazón artificial completo. Sin embargo, aún le queda para salir a la calle como su hermano. Un tiempo que espera pacientemente.
Foto: Universidad de Michigan