Ingenieros de un laboratorio de fabricación digital desarrollaron un robot que interactúa con los estudiantes y puede expresar emociones, pensar y dar respuesta de forma asertiva. Tras una activación en Chile, rápidamente se han expandido por la región, e incluso han llegado con éxito a Norteamérica y Asia.
Por Cristian Aránguiz
-¿Cómo nace la idea de crear un robot con tecnología local?
-Esta empresa nace como concepto hace cuatro años, cuando de forma casera se nos ocurrió (N. junto a la chilena Virginia Días) fabricar un robot para ayudar al aprendizaje de mi hijo. En conjunto con mi esposa, que es profesional de la educación, ideamos una herramienta que nos permitiera entregarle conocimientos de forma más dinámica. Y vimos que no había este tipo de experiencias en la región, en el camino de ir a la vanguardia en el desarrollo de la robótica. Así que una vez que tuvimos la idea comenzamos con las primeras formas de negocio, sentando las bases de lo que es el proyecto Sima.
-¿De dónde llegaron los recursos? ¿Quiénes les dieron el impulso para iniciar el negocio?
-Nuestro gran impulso vino desde Corfo (Corporación de Fomento de la Producción). Estudiando fuera de Chile, en Venezuela, mucho se hablaba del "Chilecon Valley", una expresión para describir el éxito regional que ha tenido el ecosistema de emprendimiento en Chile. Entonces, a partir de 2013, y con lo observado en el sistema emprendedor chileno, quedamos con la idea de realizar una startup para levantar un proyecto que tuviera elementos de internacionalización, un sello al que, claramente, apuntan los programas en Chile.
-¿Qué diferencia su producto de otros ya existente en el mercado?
-La diferencia de nuestro robot es que este es social, capaz de interactuar con los mismos códigos sociales de las personas. Este robot es capaz de conversar, de entender lo que le dicen, tener expresiones faciales, gestos físicos; se suman todos estos recursos para poder interactuar y comunicarse. A pesar de que en la educación están presente una serie de robots, sobre todo en la enseñanza de la programación, lo que hace Sima, hoy en día, no lo hace ningún otro robot, por lo menos, dentro de la región.
-Ahora, si miramos al continente asiático, este tipo de robot son usuales.
-Claro, especialmente en países como Corea o China, donde se utilizan robots sociales en educación de forma constante; y la razón es porque estos empatizan, especialmente con las edades o etapas primarias de los niños. Y a través de esta empatía se aumenta la motivación y el interés por lo enseñado.
Lamentablemente, el último dolor que hemos identificado es que las tecnologías educativas que se están aplicando en el siglo 21, en muchas ocasiones, no tienen una fácil recepción por parte del profesorado. Y hoy es clave identificar de buena forma la persona que va a utilizar dichas herramientas. Es por ello que con nuestro robot hemos desarrollado una plataforma que permite que docentes de cualquier edad, de cualquier nivel de manejo tecnológico o especialización, puedan generar contenidos a ser usados en cualquier clase que se requiera.
-¿Hace cuánto ya está en marcha Sima Robot y cómo ha sido ese aterrizaje?
-Ya tenemos tres años utilizando la herramienta, después de haber terminado una etapa piloto y otra de validaciones. Y contamos con más de 30 colegios en Chile, todos ellos con early adopters.
-Hablando de Chile, justamente ahí se vive un proceso de fuerte cuestionamiento al modelo educativo, producto del estallido social. ¿Podría Sima Robot revertir ciertas desigualdades de enseñanza en ese modelo educativo?
-Sin duda. Nuestro robot podría ser una herramienta de equilibrio contra las desigualdades de la educación que se da en Chile o en la región. Porque buscamos crear una herramienta que generara condiciones de aprendizaje que pudimos ver en el modelo educacional asiático. Sabemos que en nuestra región no todos los sistemas educativos pueden tener acceso a este tipo de tecnología, pero en Japón llevan 15 años usando estas herramientas para desarrollar habilidades concretas y medibles en los estudiantes. Lamentablemente, nosotros en la región aún nos estamos preguntando si es posible usar el smartphone o un computador dentro de la sala de clases.
Robot con emociones
-¿Han probado a Sima en los países asiáticos?
-Fíjate que pasó algo muy curioso: en Corea del Sur el robot con habilidades sociales les hizo sentido de inmediato. Esto produjo que no tuviéramos un proceso muy largo de "evangelización”, sino al contrario, son unos de los clientes más estables que tenemos hasta hoy, ya que encontraron en la herramienta algo esencial para poder enseñar el idioma inglés en estudiantes de edad temprana. A lo anterior, súmale el precio: nuestro robot no supera los US$200 por unidad.
-¿Cómo ha sido el avance del negocio en la región?
-Cuando comenzamos el proyecto, lo que nos gustó de Startup-Chile es que se preocupa de que tu producto sea una solución global. Con ese sentido, durante 2019 nos fuimos focalizando un poco en la región, haciendo e impulsando una serie de alianzas con distribuidores y aliados comerciales, en países como Colombia, Ecuador, Argentina. Y en un futuro analizamos la llegada al mercado mexicano.
-Hace poco estuvieron invitados por el estado de California (EE.UU.) para probar Sima Robot en las escuelas públicas. ¿Cómo fue esa experiencia?
-A partir de un posgrado en Tecnologías Educativas de uno de los integrantes del equipo, ganamos el primer lugar presentando un proyecto relacionado área. Y ese premio constaba no sólo con visitar Silicon Valley, sino también con acercarse a la realidad local de los colegios de ese estado. Durante esas visitas se dio la instancia de presentar a nuestro robot, y el comentario fue muy positivo, porque es capaz de mostrar emociones. En Estados Unidos, dentro del currículo de enseñanza, es muy relevante el SEL (Social and Emotional Learning), entonces, cuando se encuentran con un robot con el cual que puedes enseñar SEL, dicen de inmediato "¡lo queremos!". Actualmente, estamos realizando una prueba en dos colegios públicos de California, y ya estamos en conversaciones para ampliar la cobertura en el aparato público del estado.